Hay pocos juegos que consigan sorprenderme. Puede llegar un vídeo de promoción con unos gráficos alucinantes o que un juego me divierta de una forma especial, pero en general nada que me haga darle demasiadas vueltas a lo que acabo de vivir o ver. Me parece algo reseñable porque ‘One Hour One Life’ ha conseguido precisamente eso, romperme por completo los esquemas.
La idea es relativamente simple. Llegas a un mundo en el que tienes que sobrevivir durante una hora, lo que duraría una vida humana si cada minuto fuese un año de nuestras vidas y la naturaleza hubiese decidido que con 60 años ya hemos visto más que suficiente. La clave está en que ese mundo está poblado por otros jugadores como tú y, lo que hagas durante tu vida, impactará sobre la de los que lleguen después.
La supervivencia de la humanidad
Conocido por otros juegos experimentales como ‘Passage’ o ‘Gravitation’, Jason Rohrer pretende crear aquí un juego multijugador que invite a los usuarios a dar forma a su propia civilización. Con cientos de combinaciones de objetos, además de las que va creando e incluyendo cada semana, lo que hoy en día es una versión virtual de los primeros asentamientos humanos, algún día habrá avanzado lo suficiente para alojar vehículos a motor o incluso robots.
Depende de los jugadores, y cómo vayan explotando las posibilidades de ‘One Hour One Life’, que eso llegue antes o después, lo que en conjunto supone estar ante algo más que un videojuego. Por sus opciones y espíritu, bien podría ser un experimento sociológico sobre cómo los jugadores pueden dar vida a una civilización avanzada. De hecho, es gran parte de la gracia. O una mayoría de jugadores colabora entre ellos para salir adelante, o será imposible avanzar.
A ‘One Hour One Life’ podemos llegar de dos formas, como un bebé o como una Eva, los dos pilares de esta civilización virtual. Como bebé, lo único que se nos permite hacer es correr de aquí para allí, sin poder coger o utilizar objetos, sin poder comunicarnos con el resto de usuarios más allá de letras sueltas, y dependiendo de la bondad de otras Eva para poder alimentarnos y sobrevivir más de unos escasos segundos.
Como Eva, tu objetivo es mantenerte con vida y cuidar del resto de bebés que vayan apareciendo. Al menos hasta que puedan valerse por sí mismos. Basta con acercarte a ellos y cogerlos en brazos para alimentarlos, pero como tu lucha por la supervivencia es igual de importante, tendrás que apañártelas para hacerlo mientras sobrevives.
Una idea magnífica que te hace recapacitar
La inevitable frustración inicial, llegando al mundo como un crío indefenso y valiéndonos de la bondad de otros para seguir adelante, pronto se convierte en pequeños pasos que saben a gloria. Aprender a crear herramientas, a cazar animales, a ser de ayuda en una comunidad en la que nadie parte con otra ventaja que no sea haber muerto más veces que tú…
Sobre nuestras cabezas siempre sobrevuela esa sensación de que la comunidad de jugadores está plagada de gente bastante indeseable. Ya sea por espíritu competitivo o falta de empatía, la mayoría de juegos multijugador están enfocados a hacerte creer que debes destacar por encima del resto por alguna razón.
En ‘One Hour One Life’ es completamente lo opuesto. Tus recursos son limitados, tus opciones de supervivencia también y, por muy bien que te salgan las cosas, en algún momento morirás y nada de lo que hayas hecho habrá valido la pena a nivel individual. Sí, puedes apañártelas por tu cuenta, matar un lobo para hacerte un sombrero y conseguir crear flechas suficientes para poder tumbar a un oso, pero con el paso de los minutos tu vida llegará a su fin y lo único que quedará es un esqueleto con un bonito gorro y el cadáver de un oso a su lado.
Sin embargo está la otra opción, la de jugar ‘One Hour One Life’ con la intención de dejar tu marca en esa civilización, por pequeña que sea. Ese crío que has amamantado desde pequeño puede llegar a convertirse en el constructor que enseñará a otros jugadores a crear vallas y, con ello, proteger a tu colonia de bestias salvajes. O ese huerto que has cuidado durante 34 minutos puede llegar a ser la base alimenticia de todos los jugadores que vendrán después. Al final todo se reduce a intentar sobrevivir y trabajar para un bien común. Por un futuro mejor.
Mejor experimento socilógico que videojuego
Aún en fase alfa y con unos controles, aspecto y sistema de gestión que están muy lejos de ser lo ideal, ‘One Hour One Life’ sólo es recomendable a ese nivel experimental, si eres fan de los juegos de supervivencia o te llama la atención lo que intenta transmitir. A esos niveles, no cabe duda, es una idea magnífica que confío en seguir ver creciendo a buen ritmo.
Como prueba documental, va a ser interesante ver cómo los jugadores luchan contra su propia existencia. Teniendo en cuenta que hay recursos que pueden ser explotados hasta la extinción, desde animales hasta plantas con varios ciclos de vida que sólo deberían ser cosechadas en el momento correcto; la mezcla de moralidad, ambición y cooperativismo será clave para demostrar si los jugadores podemos llegar hasta los límites de la civilización o si, de lo contrario, sólo somos un virus que acabará con la vida de este planeta virtual.
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