Las buenas sensaciones que transmitió la carta de presentación de Narita Boy están más que justificadas: el juego de Studio Koba es amor a la primera partida. Pura acción pixelada que cristaliza mil y una influencias nacidas en los videojuegos, el anime, la cultura nipona, la estética de las décadas de los 80 y los 90 o la ciencia ficción. Un videojuego de corte clásico, sí, pero también algo más: Narita Boy es arte en movimiento.
La ópera prima de los barceloneses de Studio Koba, liderados por Eduardo Fornieles, recoge el testigo de los máximos referentes del videojuego independiente tomando nota de sus aciertos. Y, en el proceso, encuentra su propio tono e identidad y lo despliega desde los compases iniciales. No solo en lo artístico, que también, sino en su soberbia manera de destacar como experiencia de juego en su conjunto.
Porque si en lo jugable nos sentiremos cómodos, como en casa, nada más poner los pies en el Digital Kingdom -el mundo de Narita Boy-, Studio Koba consigue transmitir a través de la asentada fórmula de los clásicos de acción en scroll lateral una sensación muy poco usual: en Narita Boy seremos como ese Kevin Flynn que acaba de llegar a Tron o un Neo que comienza a entender lo que es Matrix.
Eso sí, mando en mano nuestras habilidades están más en sintonía con Ryu Hayabusa. Y, para muestra, estos 40 minutos de glorioso pixel art barcelonés.
Narita Boy, nuestro héroe, pasa a llevar las riendas del juego y despliega su verdadero carácter en cuanto libera la flamante tecno-espada del Digital Kingdom cual Rey Arturo. Una poderosa hoja capaz de lanzar misiles y, a su modo, esa llave maestra con la que abrirá y conquistará nuevos tramos de nivel mientras limpia cada pantalla de enemigos y amenazas.
Y lo que es mejor: el modo en el que lo hace es una gozada. Sus animaciones y su repertorio de movimientos son suaves como la seda, y su jugabilidad no se queda atrás.
¿El secreto para lograr este hito? Pese a que el propio Narita Boy, nuestro protagonista, dispone de un diseño exquisitamente minimalista, la calidad y el mimo del pixel art que irradia el juego es muy excepcional. Lo cual gana puntos enteros con una muy cuidada ambientación que se inspira tanto en los grandes referentes del cómic de ciencia ficción europeo como los clásicos esenciales Made in Japan de NES y SNES.
Logros que se alcanzan a través de una cuidadísima estética artesanal, elaborada pixel a pixel, en la que todos los assets (más de mil según Studio Koba) y cada nivel (más de trescientos) han sido creados de manera individual. Un doble-extra de talento para dar vida y gracia a un cuidadísimo estilo retro-futurista.
Como resultado, nos encontramos ante un título que, pese haber sido anunciado en 2017, se ha cocinado a fuego lento para ofrecer un acabado tan logrado como sorprendente. Negándose en rotundo a pasar desapercibido en un 2021 en el que el 4K y el trazado de rayos aspiran a ser el nuevo estándar en los videojuegos.
Estableciendo con energía que todavía existen alternativas a la hora de sorprender al jugador en lo artístico. Y, en el proceso, predicando con el ejemplo. Y, para muestra, todas y cada una de las imágenes que verás en este texto han sido extraídas de nuestro propio gameplay.
Narita Boy: de las leyendas del rey Arturo a Ready Player One a golpe de tecno-espada
Estamos en la década de los 80 y el fenómeno del momento es, cómo no, una revolucionaria videoconsola: la Narita One. El motivo de su éxito, por un lado, es gran el misterio que rodea al responsable de la maquinita: un genio de la programación conocido como The Creator.
Por otro lado, el verdadero impulsor del fenómeno es el videojuego estrella de la consola: Narita Boy. Un archiconocido videojuego de ciencia ficción y fantasía cuyos cartuchos vuelan de las estanterías conforme son servidos. Una experiencia que ya ha obsesionado a medio mundo.
Sin embargo, algo turbio se cuece en el código del propio juego. Una entidad conocida como HIM ha emergido desde el Digital Kingdom y, desde ahí, ha comenzado a borrar la obra y el legado de The Creator.
Una amenaza que pone en riesgo la propia existencia del mundo digital y, por extensión, a sus habitantes. Obligando a Motherboard, el programa supervisor del juego, a activar un protocolo de emergencia a la desesperada: el protocolo Narita Boy.
Como jugadores transportados al Digital Kingdom, nuestra misión será -en esencia- blandir la tecno-espada, salvar la obra de The Creator y, en la medida de lo posible, seguir de una pieza.
Sin embargo, el propio código del juego esconde más de lo que aparenta. Incluyendo sorpresas codificadas, amenazas y enemigos de gran calibre, brillantes guiños a la cultura popular y algún que otro giro inesperado.
Porque la cantidad de influencias que convergen en Narita Boy es exquisitamente abrumadora. Los barceloneses de Studio Koba toman pinceladas prestadas de obras tan diversas como Ready Player One, Tron, He-Man, Star Wars (aquí la Fuerza es conocida como el Tricroma) la leyenda del Rey Arturo, Castlevania o Another World, entre otras muchas. Con tanto descaro como acierto.
Revistiendo el conjunto con una estética retro que se palpa en todo momento. Desde un logradísimo efecto de televisión de tubo que casa de maravilla con la estética de cada nivel como su espectacular banda sonora original, para alegría de los apasionados por el synthwave, cortesía de Salvador Fornieles, que abraza y sabe conquistar al jugador desde la propia pantalla de inicio.
Coronándose con una estética y unas animaciones que buscan sentar nueva cátedra en una verdadera edad de oro para los amantes del pixel art. Convenciendo a los sentidos y, finalmente, enamorando en lo jugable.
Logrando, con la suma de todo lo anterior, unas soberbias y muy positivas impresiones en nuestra primera toma de contacto previas a su inminente prueba de fuego: su muy esperado lanzamiento en prácticamente todos los sistemas.
2021: el año en el que (por fin) se activará el protocolo Narita Boy
Si bien, Narita Boy lo tiene todo por ganar de cara a su lanzamiento, su entrada en escena ya fue rompedora: la presentación del proyecto en Kickstarter, allá por 2017, convenció a más de cinco mil patrocinadores y cada nuevo avance mostrado lograba captar más y mejor interés en torno a él. Lo cual, lógicamente, hizo que la espera se nos hiciera eterna.
Una vez habiendo repartido tajos con la tecno-espada queda patente que Narita Boy es de esos juegos con firma de autor, espíritu geek y carácter perfeccionista. Una de esas obras que requieren su propio tiempo para tomar forma. No solo por cumplir con las expectativas generadas, sino para corresponder con la visión original.
Y si bien el propio Studio Koba llegó a firmar sobre cemento que Narita Boy llegaría en 2019, la realidad es que el paso del tiempo hasta que se anunciase una ventana de lanzamiento real -su salida está prevista para principios de 2021- no ha medrado nuestras expectativas en el proyecto. Sobre todo, tras el buen sabor de boca que nos ha dejado este primer aperitivo.
Volviendo a poner los pies en el suelo. Nos quedan por concretar muchas cosas en torno a Narita Boy. Aspectos como su duración, su sistema de progresos o la manera de mantener el equilibrio entre desafío y descubrimiento serán los que realmente definan su calado más allá del impacto inicial.
Eso sí, hay algo nos ha quedado absolutamente claro tras jugar más veces de lo necesario al adelanto de Narita Boy: en Studio Koba hay talento de sobra para firmar una obra maestra.
A falta de una fecha más concreta, Narita Boy estará disponible a principios de 2021 en PS4, Xbox ONE y Nintendo Switch, así como PC, Mac y Linux. Y pese a que Team17 y Studio Koba no le han puesto una etiqueta con el precio, este firme candidato a obra de arte jugable se jugará a través del Game Pass de lanzamiento. Eliminando de un plumazo cualquier excusa para no darle una más que merecida oportunidad.
- Plataformas: Steam (PC, Mac, Linux,), PS4, Xbox ONE y Nintendo Switch
- Multijugador: No
- Desarrollador: Studio Koba
- Compañía: Studio Koba y Team17
- Precio: Incluido de lanzamiento en Game Pass. Por determinar en el resto de sistemas.
- Lanzamiento: Primera mitad de 2021
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