Mortal Kombat (2021), de Simon McQuoid. El peor reboot de la saga del fatality no fue un videojuego, sino una película

Mortal Kombat (2021), de Simon McQuoid. El peor reboot de la saga del fatality no fue un videojuego, sino una película

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Mortal Kombat 2021

Ni la peor, ni la mejor. Sencillamente, no es una buena película. Mortal Kombat (2021) es un reinicio integral de las anteriores producciones en los videojuegos, el cine, la televisión, los cómics y más allá de una saga que nació en los arcades y no tardó en convertirse en un icono cultural contemporáneo. El problema es cómo reduce o destruye lo que gusta de la misma para llevarnos a una cinta que no aporta nada si le quitas todo lo relacionado a la saga del fatality. No es que no se sostenga en pie, es que cae por su propio peso.

"El reino de la Tierra está en peligro". Menudo señor cliché para arrancar una película de fantasía y artes marciales. Lo paradójico del asunto es que la Mortal Kombat dirigida por Simon McQuoid es plenamente consciente de ello. Eso no es malo, que conste, ya que los primeros videojuegos rebosan tópicos. Se deleitan en ellos. Pero en lugar de retener lo que gusta y lo que funciona, la película se empeña en reinventar la franquicia de Netherrealm y la primera adaptación sin llegar a ningún lado en el intento. Puestos a comparar, acaba siendo una caricatura de éstos.

Ojo, que el reboot cinematográfico de Mortal Kombat arranca bien. Muy bien. Los primeros compases demuestran que no hay ningún reparo en mostrar violencia explícita en la gran pantalla y saben asentar una rivalidad histórica nacida en los salones recreativos. Empieza tan bien que, de hecho, su primer error es no acabar a los 12 minutos de metraje. A partir de ahí, todo el conjunto va cuesta abajo y sin frenos. Con elementos rescatables, sí, y montones de Easter Eggs repartidos entre atrezzo y los sets creados para la ocasión, pero sin nada que realmente la salve de sus propios defectos como película y sus ambiciones mal encauzadas.

Es a partir de la marca del minuto 13 cuando la historia se comienza a torcer dando un volantazo total: Warner y New Line delegan el peso de la película sobre los hombros de un nuevo protagonista creado para la ocasión. Y pese a que el universo de Mortal Kombat se presta a las mil maravillas a experimentar con su trasfondo, a remover sus raíces, sacarse héroes y villanos de la chistera y romper los límites de lo ya visto, no tardamos en llegar a la conclusión de que el personaje de Cole Young, el eje sobre el que pivota el proyecto, no aguanta ni medio asalto. Tanto dentro de la propia película como de cara al espectador.

Ninjas, luchadores, soldados y un tipo con cuatro brazos

Mortal Kombat 2021 Production 08

Hecha la ley, hecha la trampa. Según las reglas de los dioses antiguos, existe un ritual sagrado indispensable para que el reino del mundo exterior tome posesión de un nuevo mundo: sus campeones del mismo deben derrotar en un toreo, el Mortal Kombat, a los mejores guerreros en diez ediciones consecutivas.

En el caso de la invasión al mundo del reino de la Tierra la cosa está bastante complicada para los locales, ya que no solo han sido vencidos nueve veces, sino que  el malvado hechicero Shang Tsung (interpretado por Chin Han) se dedica a matar a los mejores candidatos antes de que se celebre nada. Pero, siendo sinceros, sus actuales campeones son un auténtico drama. Cuanto menos.

Tenemos a Jax (interpretado por Mehcad Brooks), el cual está indispuesto -está completamente inconsciente y le amputaron ambos brazos- tras un encontronazo que tuvo con Sub-Zero, uno de los sicarios del mundo exterior. También tenemos a Sonya Blade (Jessica McNamee), pero en realidad no cuenta: para participar hay que tener una marca del dragón y no la tiene. Detalles menores, claro.

Mención especial a Kano (Josh Lawson) el criminal sin honor ni modales que se dedica a tocarle las narices a todos los demás y, pese a ello, el único que parece haber entendido el tono gamberro y mordaz y la esencia cruda de la saga de videojuegos de Mortal Kombat. Kano debería ser el ejemplo de todo lo que no está bien y logra justo lo contrario. Es más, en la película ese honor de desencajar y pifiarla se delega a su protagonista Cole Young (interpretado por Lewis Tan), un mediocre luchador de Artes Marciales Mixtas creado para la ocasión y, de largo, el eslabón más débil de una película que dista de ser buena.

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Young se pasa la mitad del metraje siendo reducido, golpeado o sobreprotegido. En esta película es el elegido entre elegidos y eso lo convierte en el personaje central de la trama. Eso, y su marca del dragón que, además, viene con extra: sus portadores pueden despertar un don que nace de su alma y les garantiza un superpoder. En el caso de nuestro salvador, es una armadura en la que mientras más le golpeas más fuerte se hace. ¡Así cualquiera!

¿Cómo ha conseguido Young su marca del dragón? Básicamente, porque es el descendiente del último gran luchador de Mortal Kombat de la Tierra: el ninja Hanzo Hasashi. Un poderoso guerrero reconvertido en un ser de pura venganza que espera su oportunidad de regresar desde el infierno para vengar a su familia.  Ni como humano, ni como demonio, sino como un espíritu de venganza llamado Scorpion.

Recordándonos, en el proceso, que lo único que funciona bien de la película es lo que toma prestado de los videojuegos y por qué. Desaprovechando los puntos fuertes como la aparición de un Goro, un poderoso enemigo de cuatro brazos, que como el grueso de los lacayos de Shang Tsung queda relegado a ser poco menos que un matón que aporta presencia, unos pocos minutos en pantalla y poco más.

Siendo en conjunto el mayor reflejo del gran problema: los fallos del reboot de Mortal Kombat no tienen nada que ver con el hecho de ser una buena o una mala adaptación del material original. Porque, por no haber, no se llega ni a celebrar el Mortal Kombat.

Mortal Kombat, ni torneo ni leches. Bueno, leches sí

Motal Kombat 2021 Production 11

Vamos a ser justos, hay dos monjes guerreros que sí están completamente alineados con lo que uno espera encontrar de una brutal película de artes marciales y, por extensión, una adaptación de Mortal Kombat. Las muy tardías apariciones de Liu Kang y Kung Lao, con su desempeño en pantalla y caracterización, evidencian todo lo que falla y se echa de menos durante la película durante los casi 50 primeros minutos. Que sean unos secundarios desaprovechados evidencia lo mucho que se ha perdido al darle una dirección al conjunto.

Y pese a ello, y lo que pone en el cartel, en ningún momento se celebra el evento principal: todo lo ocurrido es una escaramuza perpetrada por Shang Tsung para cargarse a los elegidos -como si éstos fuesen una amenaza- antes de que empiece la competición. Encauzando (mal) los eventos a un primer videojuego con cambios arbitrarios que no nos llevan a ninguna parte y aportaciones que diluyen el espíritu de los videojuegos.

Que no se me malinterprete: en la película de McQuoid hay montones de combates. Encuentros, forzados o absurdos en su mayoría, en los que las coreografías están más próximas a la acción para la pequeña pantalla rodadas en steadycam que a las películas de artes marciales en las que se inspira la saga clásica y la actual. De hecho, no se le puede reprochar a los actores que no estén en forma: pese a que Cole Young es un despropósito de personaje, el propio Lewis Tan hizo todas sus escenas de acción sin dobles ni ayudas.

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Y no solo eso: Max Huang, quien interpreta a Kung Lao, fue miembro del equipo de especialistas de Jackie Chan, se documentó a partir de la primera película de Mortal Kombat rodada (la mejor) y aportó material propio a las coreografías para mejorar sus escenas y hacerlas más fieles al espectáculo de los videojuegos. El resultado y el contraste con el resto de la película se nota demasiado.

¿Eso quiere decir que hay un desapego por el material original? Más o menos. El desarrollo de la historia cumple, pero los ejes principales que la mueven son desastrosos. Hay cierto fanservice repartido entre una escena y otra. Miras en una pared y hay un grafiti con la secuencia para realizar un movimiento especial. Repasas el tablón del despacho de Sonya Blade y te encuentras guiños a la saga y sus personajes. Hasta Kano se atreve a robar el amuleto de Shinnok. Y, sin embargo, una cosa no compensa la otra.

Hay fatalities. faltaría más. Más de la mitad de los combates que se nos muestran en la película concluyen en uno de estos remates letales. Son brutales y sanguinarios y la mayoría saben adaptar al formato cinematográfico esa idea de impresionar a base de violencia que se va de las manos. Una lástima que todo lo que ocurre hasta llegar a ellos no logre que sean ese gran clímax, sino más bien una resolución salvaje antes de pasar a otra cosa. Al menos, Kano cumple su función: ser ese bastardo al que todo le importa un carajo y sirve a modo de alivio cómico.

Pasada la escena inaugural de Mortal Kombat es muy fácil detectar dónde y por qué fracasa esta reformulación de la saga del fatality. No ser la peor película rodada (ese dudoso honor le pertenece al festival de la vergüenza ajena  de Mortal Kombat: Aniquilación  de John R. Leonetti) tampoco amortigua lo suficiente sus defectos.

La opinión de VidaExtra

El reboot cinematográfico de Mortal Kombat dura casi dos horas en las que hay muchos combates, mucha violencia y montones elementos propios de los videojuegos. Su problema es que fracasa como película de artes marciales y, por extensión, todo el uso que se hace de la saga de Netherrealm es superficial. Quedándose en una especie de limbo extraño en el que los únicos recursos que lo mantienen a flote son los personajes menos aprovechados en pantalla y el dudoso privilegio de no ser la peor producción basada en la franquicia.

Que, además, se deje la puerta abierta a una secuela directa en los compases finales tampoco acaba jugando a su favor.

Se han hecho una barbaridad de adaptaciones de Mortal Kombat en formato de series y de largometrajes. Algunas excepcionalmente interesantes, como la intachable película de Paul W.S. Anderson o la webserie de Mortal Kombat: Legacy. Otras buscaban llevar la saga a un público más amplio al punto en que hasta se hizo una serie de dibujos animados. La película de McQuoid juega más en esta segunda liga, y busca aprovechar ese impulso adicional de un Mortal Kombat 11 tremendamente exitoso junto con la nueva saga de películas animadas. Pero, claro, una cosa son las intenciones y otra los resultados.

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Que no se me malinterprete: no es una cuestión de fidelidad. La saga y los personajes tienen tirón y se prestan de maravilla a ser reinventados. Un año antes de su estreno pudimos ver Mortal Kombat Legends: Scorpion's Revenge, un largometraje de Warner Animation con la que el filme de McQuoid comparte la mayoría premisas clave y personajes. Y pese a no tratarse de una gran producción, al comparar una con otra los dibujos animados dejan en evidencia esta iniciativa mucho más ambiciosa.

Se suele decir que la suma de los factores no altera el resultado. La película de Mortal Kombat, de McQuoid tiene el trasfondo, los personajes, la premisa, la ultraviolencia y hasta los recursos necesarios para ofrecer algo bueno. Y, sin embargo, se tropieza en lo más tonto: restar momentos de gloria, buenas peleas y desarrollar una sed de venganza para Kano, Liu Kang o Scorpion. Elementos que deberían ser el combustible de la película. En lugar de eso, prefiere relamerse en aportaciones propias e insustanciales.

Y pese a que la Mortal Kombat de Simon McQuoid se salva de ser considerada la peor película basada en el videojuego de culto, se pone a sí mismo otra corona igual de merecida y no mucho mejor: es el peor reboot de la saga del fatality.

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