Monster Hunter: la película, de Paul W. S. Anderson. Una calamidad de proporciones monstruosas

Monster Hunter: la película, de Paul W. S. Anderson. Una calamidad de proporciones monstruosas

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Monster Hunter Pelicula

Monstruos torpes, que parecen más muñecos que vivos. Armas y armaduras que lucen más como disfraces que como vestuario. Una visión desértica, en el sentido más literal, de un mundo que debería llenar la pantalla de epicidad y entornos salvajes. Muy poquita cosa se puede rescatar de la película de Monster Hunter de Sony Pictures y Constantin Films más allá de la actuación de Milla Jovovich y un Tony Jaa sin diálogos comprensibles. Pero lo más doloroso es cómo pasa de puntillas o directamente se desentiende de la saga de videojuegos que, para más inri, es su razón de ser.

Y es que si algo hemos aprendido desde el estreno de la película de Super Mario Bros., la de Bob Hoskins, es que no es necesario aferrarse a lo que ocurre en un videojuego para ofrecer una buena adaptación. Paul W. S. Anderson lo sabe bien: su película de Mortal Kombat fue y sigue siendo intachable. Su incursión en Monster Hunter, no obstante es un despropósito a muchos niveles. Es más, su calamitoso ritmo sumado a su simpleza hacen que el fan de los juegos se quede indefenso y casi sin esperanzas ante sus 103 minutos de metraje. Una lástima.

Y eso que la cinta arranca bien, que conste. Un enorme barco velero atravesando un mar de dunas con una estética que busca y consigue darle  la réplica a los compases iniciales de Monster Hunter World. Pero pasada la escena inaugural, la película de Anderson va cuesta abajo y sin frenos. Nos saca del mundo de Monster Hunter para llevarnos al mundo real para presentarnos a la protagonista, la líder de unos Rangers del Ejército de los Estados Unidos, y luego nos trae de vuelta dejando al grupo completamente desorientados en un desierto. Un Isekai de manual, pero planteado muy mal y de manera torpe.

Pero lo verdaderamente dramático no es nada de lo anterior, sino cómo a dentro de lo que es la película se nos traslada a lo peor de las fórmulas del cine de acción de hace tres o cuatro décadas. Con recursos y escenas que no aportan nada al espectador y guiños demasiado superficiales al videojuego en el que se apoyan. Reposando el enorme peso del proyecto en los hombros una Jovovich que hace lo que puede y en un coprotagonista (nada menos que Tony Jaa) que parece el único empeñado en toda la película en que haya algo de la saga de Capcom en el metraje.

Y pese a que el filme de desmorona por momentos, lo cual es un drama, todavía queda un último acto en el que Paul W.S. Anderson, como guionista, se tropieza constantemente rascando minutos en el tiempo de descuento para dejar al espectador a las puertas de una secuela que, de seguir el rumbo de esta película, no debería suceder. Y eso que, como veremos, los creadores del juego estaban genuinamente entusiasmados con lo mostrado. Lo cual nos lleva al tema principal: ¿de qué trata Monster Hunter, la película?

Una Ranger y una bestia colosal, pero ¿quién es cazador y quién la presa?

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Dado su entrenamiento, experiencia y determinación, la capitana Natalie Artemis (interpretada por Milla Jovovich) debería estar preparada para cualquier eventualidad por muy extrema que sea. Lo que le ha pasado la supera con creces. Se encuentra sola, maniatada y plenamente consciente de que incluso si logra escapar no llegará muy lejos: más allá de los muros hay bestias salvajes capaces de engullirla de un solo bocado. Pero lo peor de todo es que está muy lejos del mundo del que proviene.

Lo que comenzó siendo un rescate del desaparecido Equipo Bravo, un escuadrón militar de las Naciones Unidas, derivó en una investigación a través de un desierto. Sin ni rastro ni señales a la vista. No mucho después, se toparán con la respuesta: tras quedar atrapados por una tormenta, la capitana Artemis y su equipo reaparecen en un desierto que no aparece en sus mapas. 

De hecho, no tardarán en descubrir que se trata de un Nuevo Mundo: poco a poco, la misión de rescate encuentra lo que queda del Equipo Bravo. Básicamente cuerpos y vehículos chamuscados, y no mucho después se les planta el motivo frente a sus narices: una colosal criatura de enorme tonelaje emerge desde la arena y los que no son triturados o eliminados por ella acaban siendo presa de otras criaturas arácnidas que habitan en las cavernas de las proximidades. El uso de las armas de fuego es completamente inútil.

Ahora, solo queda la capitana Artemis con vida.

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Siendo consciente de que en este mundo hostil sus opciones quedan reducidas a dos. Intentar moverse a través de unas dunas en las que habita un gran monstruo o consumirse a sí misma en cueva repleta de nauseabundos artrópodos que están deseando devorarla. 

El destino o la casualidad se alinean y, pese a que técnicamente ha perdido a dos escuadrones, no está sola en esta situación. Un habitante de este mundo, un cazador (Tony Jaa), lleva sobreviviendo en las cuevas atrapado por las mismas bestias que Artemis. Alimentándose a base de lo que caza y del musgo de sus paredes. Como es natural, no se fía de ella y la tiene convenientemente atada hasta saber un poco más sobre ella. Lógicamente ella tampoco se fía de él.

Obligados ante la adversidad, deciden iniciar una alianza para combatir al Diablos, la enorme bestia del desierto. El cazador la adiestra y la prepara ofreciéndole armas, una armadura y hasta una eslinga. Si se usan de cualquier manera no le harán ni cosquillas al monstruo, pero si se blanden con determinación habrá una oportunidad de escapar.

Lo que Monster Hunter perdió al dar el salto de los videojuegos a la gran pantalla

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La trama de Monster Hunter, la película no se basa en ningún videojuego ni tampoco tiene la menor intención de apoyarse en ellos. Toma prestados los monstruos y viste a los cazadores del Nuevo Mundo, que no aparecen tanto como deberían, de una manera similar -con reservas- a lo visto en consolas y PCs. Pero en el fondo, la película es lo que es: un isekai de manual en el que la protagonista pasa de ser una militar a una cazadora en tiempo récord.

Una vez lo logra, y cuando parece que lo verdaderamente tosco del guión ha pasado, la cinta se queda sin metraje y comienza a tropezarse con sus propios acontecimientos, cayendo de morros en sus compases finales.

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Puedo entender el mensaje que subyace en el fondo: cuando se estrenó la película Monster Hunter estaba en pleno proceso de expansión mundial y saboreando las merecidas mieles del éxito tras Monster Hunter World. De modo que la analogía casi se hace sola: un extraño a este mundo y acostumbrado al uso de las metralletas debe reinventarse para adaptarse a la crudeza y la epicidad de Monster Hunter. Desafortunadamente, a esta película le falta muchísima epicidad. Demasiada.

Como comentamos al principio, hay tres elementos clave que definen a Monster Hunter: bestias imponentes, armas y armaduras alucinantes y entornos salvajes en los que los dos anteriores se lucen en pantalla. Y pese a que hay un poquito de eso en las casi dos horas de cinta, no llega a los mínimos que podemos esperar de una saga que, sin ser tan popular como Street Fighter o Resident Evil, también de Capcom, es merecidamente considerada de culto.

¿Y qué opinan los creadores del juego? Bueno, como puedes ver justo arriba, en esencia estaban encantados con lo mostrado. El diseño que se hace de los monstruos está muy alineado con lo visto en PS4, Xbox One y PC, pero su comportamiento y su presencia recuerda más a los monstruos de Star Wars. No los de las precuelas ni los de las secuelas, sino los de la trilogía original, y sin el encanto de los efectos especiales clásicos.

Pero incluso si diese la talla en pantalla, a nivel de presentación, nos toparíamos con el mismo problema: no aporta nada al espectador. No tiene la intención de entrar suficientemente en el juego y se relame demasiado en los clichés de esa Hollywood que durante un par de décadas horneaba héroes de acción sin prestar demasiado cuidado a la receta o el sabor.

Esa que ha inspirado tantísimas veces a Capcom y que resulta un placer culpable para tantos de nosotros, pero que deja de funcionar en el mismo minuto en el que consideras que ya has visto suficiente o directamente te planteas si realmente te apetece terminar de ver la película. En ese aspecto, el ritmo y el final de Monster Hunter, la película tampoco juegan a su favor.

La opinión de VidaExtra

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Hay dos películas en la Monster Hunter de Paul W. S. Anderson. Una de ellas quiere romper valientemente los límites de la saga de videojuegos y tender lazos con la Hollywood más palomitera. La otra representa lo peor del cine de acción sin ideas y que se apoya casi por completo en el valor de la propia marca para aportar algo al espectador. El gran problema es que la segunda devora sin miramientos a la primera, cual Diablos al desafortunado escuadrón de la capitana Artemisa.

Adaptar la saga Monster Hunter no es sencillo, eso está claro. Y no es una cuestión de producción, sino de algo tan básico como transmitir la esencia de un videojuego en el que la epicidad y las batallas salvajes contra colosos, tanto por nuestra cuenta como en equipo, han convertido su exquisita mezcla entre la acción y el rol en un espectáculo vibrante. Y, en el proceso, en un exitazo internacional. la realidad es que eso es exactamente lo que le falta al filme de Anderson.

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Hay combates, sí. Al menos tres y son más una sucesión de acontecimientos casi improvisados que un encuentro entre cazadores y presas en los que ambos acaban exhaustos al darlo todo. Y pese a que los modelos de las pocas bestias que son presentadas en las películas recrean el aspecto de Monster Hunter World, su participación en la película no es muy diferente a la de las películas de suspense protagonizadas por animales asesinos.

De hecho, no deja de ser llamativo que la trama original, que acaba diluyéndose hasta extinguirse por completo, parece más un homenaje a Resident Evil que ha Monster Hunter: el equipo Alfa sale al rescate del desaparecido equipo y acaba abriendo la caja de pandora. Solo que en lugar agentes de STARS son Rangers y en lugar de combatir zombis son masacrados por bestias. En pantalla tampoco tiene que ver, pero la pregunta se manifiesta sola: ¿casualidad u homenaje? Definitivamente, un error.

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Quizás, solo quizás, si la película se hubiese centrado más en ofrecer unos compases finales mejor tratados y un cierre má satisfactorio se podría haber reconducido el resultado final. No hacia la excelencia o a lo que podemos considerar una buena adaptación, sino a ofrecer simplemente una producción para la gran pantalla entretenida basada en un videojuego. Con más minutos a las escenas de cazadores, que las hay, y menos metraje a una simplona escapada del desierto que tapona completamente el ritmo de la película

Una mala combinación que, por cierto, no es un caso aislado. Las adaptaciones más recientes de Constantin films basadas en los juegos de Capcom, tropiezan tanto al aproximarse como al alejarse del material original; incluyendo la nada recomendable Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City o la reciente serie de Resident Evil Para Netflix.

Pero al final nos topamos con un caso de manual: Monster Hunter, la película, es el enésimo intento de llevar los videojuegos rebosante de identidad propia, esos que sientan cátedra, a un medio diferente y, en el proceso, replicar en pantalla lo que han hecho otros films de acción hasta que solo queda a la vista lo más superficial. Pero el remate es que el mero hecho de no ser la única película basada en la saga de Capcom también acaba jugando en su contra.

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