La posibilidad de que ahora mismo en tu cabeza Avatar: Frontiers of Pandora sea un Far Cry de pitufos gigantes es elevada. La probabilidad de que si vas con esa idea en mente el juego no te decepcione en absoluto, también.
Tras pasar un par de horas en el mundo de Pandora creado por Ubisoft, mis dudas sobre hasta qué punto esto era o no un juego para mí han quedado más que solventadas. Si bien es cierto que está lejos de venir a revolucionar nada o explotarnos la cabeza, es la típica aventura en la que me apetece muchísimo perderme durante las noches de las próximas vacaciones navideñas.
Un Far Cry con pitufos gigantes
Que lo primero que hice en la demo fue buscar piezas de frutas da buena cuenta de ante qué tipo juego estamos. Avatar: Frontiers of Pandora no tiene ninguna intención de esconder sobre qué pilares se apoya y, teniendo ejemplos de cómo puede llegar a retorcer la fórmula para que se sienta igual y distinto a la vez, en realidad la jugada me parece de lo más acertada.
La buena noticia no es sólo que funciona. Se ve a las mil maravillas -sorprendentemente bien incluso jugándolo en streaming y apreciándose un notable descenso en la calidad general de lo visto en pantalla- y se juega tal y como en tu cabeza puedes llegar a recrear con un poco de imaginación.
Valiéndote de R1 para emitir un pulso que remarque objetos y personajes interactuables, para la búsqueda y recolección de esas frutas puedes tirar de una brújula rápida que te indicará hacia dónde ir o, si prefieres una experiencia más trabajada, siempre puedes desactivar esa opción y tirar de pistas en menús para saber hacia qué punto de su inmenso escenario debes dirigirte.
Con las frutas ya en mi poder, salto a la siguiente parte de la misión, realizar un ritual que me permitirá conseguir mi propio Ikran para dar carpetazo a lo de tener que correr de aquí para allá. De la mano de la clásica estrategia plataformera de alcanzar el punto más alto de una montaña, ir saltando de saliente en saliente mientras completas pequeños puzles y atraviesas cuevas que dan paso a espectaculares panorámicas, es una jugada que pocas veces decepciona.
Ayuda, y mucho, que el control del Avatar sea una delicia. Por agilidad, con acciones como un muy satisfactorio salto cargado, y con velocidad para llegar hasta donde quieres sin demasiados dolores de cabeza. Lástima que, una vez conseguido el pájaro alienígena, no pueda estar igual de entusiasmado con él.
Avatar no viene a revolucionar nada
Entiendo que joyas de la movilidad como Anthem o el reciente Marvel’s Spider-Man 2 han hecho bastante daño en ese sentido, pero lo cierto es que el vuelo con el Ikran está lejos de considerarse lo más espectacular de este Avatar: Frontiers of Pandora.
Es más tosco, deja hueco a pocas acciones espectaculares mientras vuelas más allá de colarte entre árboles o pasar a ras de suelo en un río para que el bicho pesque algo que llevarse a la boca de forma automática, su agilidad y velocidad son mucho más pobres de lo que cabría esperar…
Desconozco hasta qué punto los árboles de habilidades te permitirán modificar mucho ese primer sabor de boca, pero paseando por ellos y viendo las mejoras clásicas de ataque, recolección, supervivencia y demás, tampoco me ha parecido un sistema de progreso en el que apetezca demasiado perderse intentando descubrir qué nueva habilidad eliges. Hay pocas sorpresas agradables en ese sentido.
Pasando de puntillas por algunos coleccionables y misiones secundarias que no me parecen demasiado inspiradas, salto a la parte final de la demo en la que debo reventar unos puestos de vigilancia aéreos, con hueco para experimentar con un combate a bordo del Ikran que simplemente funciona sin grandes alardes, para luego adentrarme en una base y destruir ciertos puntos estratégicos.
Una aventura que voy a disfrutar sin esfuerzo
Aquí debo decir, aunque estas demos nunca suelen ser completamente representativas de la experiencia final, que tirando de sigilo me ha parecido demasiado fácil. Colarme entre grupos enemigos sin que me vean, aniquilando masillas desde lejos a golpe de flechazo, y escalando hasta los puntos en los que debo reventar algo mediante un minijuego, ha sido coser y cantar.
Tanto que una vez terminada la misión corrí a entrar a esa misma base en modo berserker para ver hasta qué punto me habrían puesto las cosas difíciles de haber optado por esa estrategia. Lamentablemente todos los enemigos resultaban mucho más amenazantes de lo que terminan siendo cuando entras en combate con ellos.
Tal y como decía al principio, para lo bueno y para lo malo, Avatar: Frontiers of Pandora es justo lo que podrías esperar de él. Un juego disfrutón que no viene a revolucionar nada, que te va a dar la profundidad que tú quieras pedirle a la hora de luchar y explorar, y en un escenario lo bastante original como para que no sólo sea cambiar de una isla a otra en cualquier Far Cry.
¿Me va a cambiar la vida? En absoluto. ¿Lo voy a gozar como un gorrino pese a sus carencias? Exactamente igual que he hecho hasta ahora con la saga de Ubisoft.
En VidaExtra | Cómo Bioshock, Diablo y otros videojuegos vendieron su idea para conseguir el dinero suficiente para crearlo
Ver 1 comentarios