Llegué a Harvestella para cultivar zanahorias a lo Stardew Valley, pero me quedé por la vertiente Final Fantasy más inesperada

Llegué a Harvestella para cultivar zanahorias a lo Stardew Valley, pero me quedé por la vertiente Final Fantasy más inesperada

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Harvestella

Granjas, granjas everywhere. El fenómeno de lanzarse a crear tu pequeño paraíso en un trozo de tierra privado se está convirtiendo en una tendencia al alza. Animal Crossing o Stardew Valley son los máximos exponentes del género y a Square Enix no se le ha ocurrido mejor idea que colar su propia visión con Harvestella.

Es justo lo que necesitábamos y no lo sabíamos; combinar Final Fantasy con cultivar zanahorias y lechugas en el huerto de enfrente de casa. Sin embargo, en las dos horas de demo disponibles de Nintendo Switch, no me he enganchado por regar todo lo que se mueve. La fantasía que propone la compañía japonesa es lo que ha terminado por engancharme.

Un mundo singular

A diferencia de lo que sucede en nuestra isla regentada por el avaricioso Tom Nook, en Harvestella sí que nos quieren contar una historia. Lejos de ser una excusa con la que ambientar el mundo, Square Enix se ha preocupado por dibujar una trama básica, pero con el tinte de misterio pertinente.

Tras personalizar nuestro avatar en un sencillo editor (donde podemos escoger bajo qué género queremos ser aludidos, incluido no binario), despertamos en mitad de una niebla que envuelve a un pueblo. No, no estamos en Silent Hill y somos unos afortunados por sobrevivir al fenómeno conocido como la quietud.

Y es que los cambios de estaciones en este mundo provocan que todas las formas de vida estén en peligro. Los habitantes del pueblo de Lethe deben refugiarse de ello y es precisamente aquí donde comenzaremos a dar nuestros primeros pasos. No recordamos absolutamente nada de lo que nos ha sucedido, ni siquiera quiénes somos.

Harvestella

Bajo esta premisa seremos trasladados a una cabaña abandonada en el monte, cerca de la aldea, y allí comenzaremos nuestra rutina de trabajo. El alcalde de Lethe, la doctora Cres, los críos Ven, Van y Milika, el atento Dim... todos ellos nos darán las pautas necesarias para aclimatarnos a nuestra nueva vida.

En el tiempo que dura la demostración no da tiempo a profundizar demasiado ni a acercarnos al núcleo de la experiencia, pero sí que se pueden intuir retazos. Tenemos el clásico huerto donde podemos plantar semillas de todo tipo, ya sea hierba, lechuga o trigo, vigilando siempre el riego diario. Podemos ampliar más los cuadrantes en los que cultivar, si bien para ello es necesario romper las enormes piedras que bloquean la zona.

Porque pocas cosas se consiguen sin esfuerzo ni trabajo. El tiempo es oro dentro de Harvestella, avisándonos de que el día vuela en partidas muy rápidas, y si no estamos en nuestra cama a tiempo, nos desmayaremos. Además, hay que sumar el vigor, una barra de resistencia que nos indica qué cantidad de energía nos queda para realizar cualquier actividad.

Todas agotan dicha barra y todas consumen tiempo sin casi darnos cuenta. Precisamente este punto puede resultar más problemático, ya que al desplazarnos por el mapa del mundo, el tiempo avanzará a una velocidad vertiginosa, así que ya podemos tener claro a donde queremos ir.

Blande tu espada, escupe magia

Si bien Lethe es la única ciudad que se puede visitar en la demo de Harvestella, tampoco parece que podamos hacer demasiadas tareas allí. Apenas un par de puestos donde comprar comida o una herrería en la que fabricar armas nos esperan, si bien sí que hay bastante vida por las calles y dentro de las casas.

Con todo, la auténtica acción se vive en las mazmorras. Porque sí, la obra no se olvida de que puede ser un RPG de acción y lo luce con todas las de la ley. Existen varias regiones que funcionan en forma de mazmorras en las que nos toparemos con multitud de seres mágicos y monstruos. Al ser un espacio abierto, podemos optar por lanzarnos a la batalla contra ellos o excavar para encontrar nuevos recursos.

Harvestella

Y ojo, los combates no son precisamente sencillos. Con una diferencia de nivel de un par de puntos ya nos podrán poner contra las cuerdas un par de criaturas. Como siempre, la mayoría de ellas cuentan con debilidades a diferentes elementos como Fuego, Rayo o Hielo, así que tocará variar nuestra estrategia.

A través de un par de botones y en tiempo real, podemos hacer que nuestro personaje cambie inmediatamente de estilo de combate, pasando de ser un guerrero cuerpo a cuerpo a atacar a distancia con magias. Además, una habilidad definitiva que se recarga con el tiempo es de gran ayuda para causar daño devastador.

A todo ello hay que sumarle las posibilidades respecto al equipamiento. Estamos ante un RPG y como tal podemos equiparnos anillos, armaduras y armas distintas que producen efectos pasivos o activos. Incluso podemos apostar por aumentar el abanico de posibilidades con un árbol de habilidades. Todo lo necesario para enfrentarnos a los jefes finales.

Aunque se nos unen varios compañeros durante los combates, es una pena que no se les puedan dar órdenes de ningún tipo. La IA los hará pelear de forma automática, lo cual es un problema debido a que muchas veces tardan en entrar en batalla. Por otro lado, imploro por una habilidad para esquivar o bloquear, de lo contrario va a ser un pequeño infierno.

Harvestella

En los paseos por estas mazmorras tendremos bifurcaciones y atajos realmente decisivos. Por ejemplo, veremos al otro lado de un río un prometedor cofre, pero para llegar hasta él tendremos que reparar un puente. Será necesario que contemos con un kit de reparación y valorar si merece la pena gastar dos horas en construirlo.

Lo mismo sucede con algunas escaleras que nos topamos según avanzamos, las cuales se convierten en los mencionados atajos, pero también hay que repararlas, lo cual tiene un coste temporal. Por si fuera poco, podremos decidir si queremos arriesgarnos a comer setas o coger tesoros del río. De manera aleatoria recibiremos potenciadores o un castigo para restarnos vida.

Llegué por las calabazas, me quedo por la fantasía

Buenos mimbres para pasarme decenas de horas delante de mi Nintendo Switch, pero nada tan poderoso como un pequeño elemento llamado Aria. Un personaje que aparece a los pocos minutos y que, bajo la armadura de un augurio, sufre un destino similar a nosotros sin recordar absolutamente nada.

Con todo, poco a poco va realizando comentarios que dan a entender que no pertenece a esta era. Incluso todo apunta a que no forma parte de este mundo. Demonios, hay edificios actuales en ruinas cerca de los lumiciclos. ¿Es en realidad Harvestella un isekai camuflado en el que no somos los protagonistas? Ojalá que sí y estoy dispuesto a llegar hasta el final para averiguarlo.

Harvestella

Me tiene absolutamente intrigado esta vertiente del título, pero hay otros motivos a los que agarrarme. Los lumiciclos se alzan como cuatro cristales gigantes que rigen las estaciones de este mundo y sin su presencia sería imposible la vida. ¿Cómo puede ser esto? Nadie lo sabe ni lo recuerda, pero hay una veneración absoluta hacia ellos con religión extremista incluida.

Para redondear la jugada, los augurios se presentan como unos seres similares a los humanos, de origen desconocido y con una tecnología realmente avanzada. Todo el mundo los teme, si bien en la demo no me dieron una respuesta para este pavor.

Sé que hay mucho más por descubrir. Shatolla, Argene y otras regiones me interesan especialmente, al mismo tiempo que ya he visto al lado del huerto de mi casa un redil donde estarán criándose los animales. Desde luego, Harvestella me ha enganchado para lo que queda de espera hasta su lanzamiento en Nintendo Switch y PC el próximo 4 de noviembre.

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