El género de los roguelike lleva siendo desde hace unos años uno de los recursos más explotados a la hora de abordar un nuevo videojuego. Mazmorras que se generan de manera procedimental, habilidades que se resetean al morir y un sinfín de variables más para que cada partida sea única, pero siempre muy exigente.
Sin embargo, el adelanto jugable de Going Under a comienzos de 2020, ya me había dejado claro que este trabajo de Aggro Crab se salía de la fórmula habitual por medio de una historia atípica y un desarrollo fresco, que era lo que necesitaba un género actualmente sobreexplotado. Y el resultado final me ha encantado.
Una empresa que se desmarca de las demás
Y es que, ¿en qué otro juego se nos pone en la piel de una becaria para trabajar en una empresa líder del comercio electrónico de la nación? Nuestro puesto asignado es de ayudante de márketing en Bebidas Fizzle, última empresa que ha absorbido la gigante Cubicle, nuestra nueva familia. Aunque claro, aquí hay gato encerrado.
Algo turbio se masca en Going Under, como comprobaremos en seguida, viendo cómo tenemos que ejercer otro trabajo muy distinto. En concreto, erradicando la presencia de monstruos de varias empresas de Cubicle. Sí, por medio de unas mazmorras temáticas que se generan de modo aleatorio, que por algo estamos ante un roguelike. O al menos lo intenta, porque varía ciertos pilares esenciales.
A esa ambientación diametralmente opuesta a los arquetípicos mundos oscuros, medievales y compañía, Aggro Crab se distancia con el uso de las armas, al encontrar los elementos de cualquier oficina, desde lápices y grapadoras hasta sillas o neveras, junto con otros que sí parecen armas, como bates de hockey sobre hielo. Y donde veremos algunos con cualidades que alteran el estado de los enemigos, como el fuego y el hielo, cómo no. Un poco como en Dead Rising, como recalcamos en su momento, viendo además cómo todo objeto se rompe tras unos pocos golpes, lo que nos obliga a improvisar constantemente sobre la marcha.
No es, además, un juego tan sencillo como pudiera parecer en su tramo inicial, donde me sorprendió la facilidad para superar las primeras mazmorras tan pronto aprendí su peculiar idiosincrasia tras haberle dado caña a su demo. Lo mejor (y más complejo) viene después, sacudiendo sus cimientos para ponernos a prueba.
Es otro de sus grandes alicientes, ese universo que ha tejido este estudio afincado en Seattle, donde seremos testigos de la decadencia de empresas como Joblin, Styxcoin o Winkydink, a la vez que entablamos conversaciones de lo más amenas con nuestros compañeros de empresa en Fizzle, hasta el punto de recibir su ayuda usándolos como mentores y gozar de ventajas que nos facilitarán ciertas tareas.
Going Under no es tan inocente como parece
Bajo una estética tremendamente colorida, Going Under sabe cómo sacar partido de esa ambientación para que sea cómodo saber qué objetos debemos priorizar (y dónde encontrarlos), tras unas pocas partidas. Porque al fin y al cabo, lo importante es la jugabilidad y aquí funciona bien y resulta de lo más adictiva.
Desde atacar hasta esquivar rodando, pasando por lanzar objetos, fijar al enemigo o usar apps de móvil que dejan algunas salas, estamos ante un juego que se aleja de las combinaciones imposibles y que sabe ir al grano. Y sobre todo, evitando la manida mecánica machacabotones para tener que currarse cada enfrentamiento.
Cada enemigo es un mundo y nunca sabemos qué nos deparará la siguiente sala, de la que no podremos salir si hay enemigos hasta que los derrotemos. Esto se irá complicando en tramos avanzados, con trampas de diversa índole u obstáculos que entorpecerán (más si cabe) nuestro avance, como tener que recorrer salas completamente inundadas que nos hacen ir mucho más lento.
Nunca tendremos la sensación de estar malgastando el tiempo, en cualquier caso, debido a que a lo largo de cada partida encontraremos una serie de habilidades que permanecerán activas durante la mazmorra actual y que nos ofrecerán siempre ventajas beneficiosas, como electrizar a los enemigos que nos golpeen, poder seducirlos con críticos y un sinfín de variables más. ¿Lo bueno? Que a base de usarlas y sobrevivir, aumentaremos su porcentaje hasta que sean aprobadas al 100% y podamos equipar una desde el inicio de cada mazmorra.
Esto hará, inconscientemente, que vayamos alternando con las que no tenemos desbloqueadas para maximizarlas todas, teniendo en cuenta, por otro lado, que para la gran mayoría habrá que desembolsar primero una cantidad de divisa especial que conseguiremos tras completar cada mazmorra. Y la lista de habilidades es bastante más grande de lo que deja entrever su inocente inicio.
Ojalá más propuestas así, lejos de lo habitual
Going Under nos va picando con otro tipo de tareas. Las propias "tareas", nunca mejor dicho, de parte de los cinco mentores disponibles en la empresa. Y es importante no desatender esas peticiones, puesto que al cumplirlas y llegar a cierto nivel para cada una de esas personas, lograremos ventajas pasivas que nos ayudarán a gozar de una habilidad extra por planta, ahorrarnos la compra de un objeto en la tienda o ampliar el número de usos de una app, entre muchas más.
Al finalizar cada mazmorra veremos nuestra evaluación de becario, en relación a si eliminamos al jefe del lugar y nuestro progreso en las tareas y habilidades, por si hemos logrado que sean avaladas o no. Todo esto hace que no nos tiemble el pulso de cara a tomar riesgos, como a la hora de aceptar maldiciones para gozar de más habilidades a costa de contar con problemas durante unas salas, o incluso acumular deudas en la tienda reflejadas (literalmente) en bolas de presidiario que entorpecerán ostensiblemente nuestro movimiento. Para ganar, hay que sufrir.
Nick Kaman y Caelan Pollock, los artífices de Aggro Crab, han querido satirizar en Going Under todos los aspectos relacionados con las pymes y qué supone dar el salto a una multinacional. Y lo cierto es que la historia se disfruta con una sonrisa viendo cómo se relaciona cada persona, con un marcado sentido del humor permanente, hasta que todo se transforma en el más absoluto caos. Incluso la acertada banda sonora de King Felix se ve salpicada por ese cambio en el tono.
Ese punto de inflexión es donde verdaderamente explota Going Under, tanto a nivel de historia como de exigencias en materia jugable, teniendo que prestar más atención al entorno, vigilar las explosiones de algunas cajas o los patrones de ataque de los enemigos para salir airoso de cada sala. Y donde nos podemos topar con invitados sorpresa en forma de misiones secundarias de lo más locas.
La única pega real es que su rendimiento, al menos en la versión que hemos jugado (desde una PS4 Pro), hace que la pantalla se congele en momentos muy puntuales si montamos una fiesta muy gorda destrozando parte del mobiliario.
La opinión de VidaExtra
En definitiva, Team 17 ha realizado otro fichaje a tener en cuenta con este estudio que se fundó en enero de 2019. Sí, ¡son unos pipiolos! Con Hades (Supergiant Games) y este Going Under, queda claro que los roguelike tienen mucho que decir todavía. Si buscas algo refrescante y diferente, aquí tienes un indie recomendable.
Going Under
Plataformas | Epic Games Store, Nintendo Switch, PS4 (versión analizada), Steam y Xbox One |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Aggro Crab |
Compañía | Team 17 |
Lanzamiento | 24 de septiembre de 2020 |
Precio | 19,99 euros |
Lo mejor
- Un roguelike colorido y muy original
- Su peculiar sistema de progresión
- El caos de cada una de sus empresas
- Buena banda sonora de King Felix
Lo peor
- Esas congelaciones puntuales
- Que no haya más mentores disponibles
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