Peleas en espacios reducidos. La traducción literal de Fights in Tight Spaces es sincera y clara, como un puñetazo en la garganta. No te engaña, te deja sin aire tras probarlo y desearías que no sucediese más. Aunque luego realmente lo que quieres es partirle la mandíbula al desgraciado que tiene un rango de ataque de dos casillas y se desplaza cada vez que utilizas una carta de movimiento.
Tras un proceso de Early Access, finalmente tenemos entre nosotros la versión completa del título de Ground Shatter. Una obra que nos propone repartir mamporros como si no hubiera un mañana, pero con cabeza y sosiego. Los turnos se imponen a la acción desenfrenada y una carta mal utilizada nos puede poner contra las cuerdas, tanto que ya sufro flashes de Vietnam recordando el combate final.
A ver esa baraja
Una de las escenas más icónicas de la historia del cine de acción la protagonizaron dos auténticos titanes del género: Chuck Norris y Bruce Lee. La pareja se enfrentó en El regreso del dragón, con combate incluido en el coliseo romano y para aquel que haya visto esa escena, se le ha quedado grabada en la mente.
Con un espíritu similar, como aquellas secuencias en las que Lee era capaz de desarmar y tumbar a cinco hombres con sus manos desnudas, Fights in Tight Spaces nos plantea su propuesta. Cual tablero de ajedrez, caemos en un escenario, ya sea una cárcel, un ascensor, un callejón de mala muerte o un apartamento, y que se encuentra dividido en diferentes cuadrículas por el suelo.
Cada personaje ocupa una de ellas, protagonista incluido, y el objetivo principal será acabar con cada uno de los villanos y esbirros. Pero aquí no se trata de un beat'em up o un hack and slash a lo Devil May Cry, nada de eso. Nuestra mejor aliada será la baraja que tenemos entre manos, con diferentes cartas que habilitan las habilidades y movimientos que podemos realizar en cada momento.
Por lo tanto, ya os podéis imaginar qué clase de ballet nos espera. Debido a que la acción se pausa en el momento en el que tenemos que decidir, hay que tener en cuenta detalles como la casilla hacia la que nos movemos o qué reacción podemos causar en los enemigos. A la ecuación de posibilidades hay que sumar contamos con más de 200 cartas para escoger nuestro propio mazo, adaptándose a medida a nuestro estilo de juego. Aunque también podemos optar por escoger uno predeterminado, basado en características como la evasión o el ataque y olvidarnos de esta preocupación.
Cada guantazo cuenta
Con un argumento que se descarta más rápido que el joker en una baraja española, la estructura nos planta en niveles que hemos de superar hasta llegar al jefe final de la banda que queremos destruir. Podemos escoger en qué escenario nos queremos introducir, ya sea uno abierto con más enemigos o un espacio muy reducido, con obstáculos, pero menos tipejos a los que partirle los morros.
Dependiendo de cómo avancemos, tendremos la ocasión de acceder a un gimnasio o al médico. En el primero podremos comprar cartas, descartarlas o mejorarlas con el dinero que acumulamos finalizando cada zona. En el segundo, los billetes irán dirigidos a curar heridas, recuperar vida o a aumentar la salud máxima. Y lo que escojamos puede resultar fundamental en los tramos finales.
Cada carta del mazo tiene su utilidad y es en la combinación de todas donde se encuentra la victoria. Patadas que alejan una casilla al enemigo a la vez que inflige daño, puñetazos que dejan noqueado por lo que queda de turno a un matón o cuchilladas que causan heridas para varias rondas. Ni siquiera hay por qué causar daño en cada momento, sino que muchas veces es mejor batirse en retirada con un desliz, un cambio de posición o un esprint para alejarse varias casillas.
Para actuar, necesitamos inercia, la cual parte de un valor de tres que podemos aumentar si usamos las cartas apropiadas. El número de la inercia para usar una carta es el coste que supone usarla, por lo que puede darse la situación en la que no nos demos cuenta de ello y nos quedemos a merced de los ataques porque se ha agotado la inercia. Por suerte, dependiendo del nivel de dificultad que impongamos, podemos deshacer varias veces el último turno y replantearnos de mejor manera lo que estamos haciendo.
Si a cada golpe o movimiento que hagamos perdemos inercia, en cambio incrementamos el número de combo que tenemos. Varias acciones especiales tan solo pueden ejecutarse a través de este medidor, como patadas que desvían al enemigo hacia algún lado o defensas férreas que nos permiten contraatacar. Con todo, son los propios enemigos y el escenario los verdaderos retos de Fights in Tight Spaces.
Yo maldigo a aquellos que no pueden ser empujados
Sí, los quebraderos de cabeza que dan no nos los curan ni en el médico del juego. No solo estamos hablando de enemigos corrientes y maleantes de poca monta, aquí la variedad está a la orden del día. Rápidamente comienza a escalar el abanico de contrincantes, cada uno de ellos con habilidades distintas muy a tener en cuenta.
Tenemos al clásico que dispara, el que responde con un ataque en el mismo turno si le golpeas, el ninja que posee tres casillas de rango, el bruto que aplasta sin importar quién esté delante... los hay de todo tipo, hay que pensar en cada uno de ellos de forma individual para conjugarlos en un colectivo. Máxime cuando muchas veces hay que reducir su capacidad de bloqueo o literalmente no podemos empujarlos, por lo que una posibilidad tan socorrida como lanzar a los enemigos fuera del escenario desaparece.
El repertorio se amplía con aquellos que no solo no atacan, sino que imponen diferentes estados al protagonista o informantes camuflados que van a por nuestro cuello, pero que si evitamos derrotar hasta el final, seremos recompensados. De la misma forma que hay personajes especiales, que no realizan ningún movimiento y que podremos proteger para que la cartera se llene con más dinero.
Por otro lado tenemos a los escenarios. Puede haber una moto, una pared, una caja o una cama; cada uno de los elementos de juego tiene un papel clave que podemos aprovechar a nuestro favor. Si provocamos que un rival se golpee con cualquier cosa que se encuentre a su alrededor, el daño se incrementará. Los auténticos maestros del juego son aquellos que poseen una baraja que no se basa en el ataque y que provocan movimientos precisos para que cada enemigo se golpee mutuamente.
Si queremos ser unos verdaderos profesionales, existen pequeños objetivos secundarios, en forma de reto. Normalmente consisten en terminar los niveles en una cantidad determinada de turnos y creedme, si lo intentáis os va a costar de lo lindo. Y ante todo, lo que es más importante: Fights in Tight Spaces engancha y mucho. Os veréis sumergidos en un bucle de horas de juego, pensando en la estrategia a seguir, valorando vuestro mazo y dándole vueltas a cada turno. Una maravilla, porque a menos que metas muy profundamente la pata, siempre hay un camino para escapar del peligro, un método óptimo para resolver la situación.
Sin embargo, la obra adolece de uno de las claves del género al que representa como es la acción. El apartado técnico es sobrio y a nivel visual alcanza un minimalismo práctico, suficiente como para reconocer perfectamente lo que sucede en pantalla. Pero lo que se queda muy atrás es en el momento de los golpes y movimientos, ya que las animaciones no pasan de ser correctas, se hubiese agradecido una coreografía mejor trabajada y unos planos que potencien lo que está sucediendo.
No menos importante es lo muchísimo que castiga el título los errores a largo plazo. Puede ser que recibas un severo correctivo por fallar en un turno, se te restará salud, pero probablemente salgas airoso de esa zona. Lo que no sabes es que los niveles son largos, cuentan de muchos escenarios hasta terminarse y la vida no se recupera al iniciar el siguiente combate. Por lo tanto, quedas avocado al médico y si no tienes dinero, no podrás pagar por sus servicios. Si alargas los combates, no lloverán los billetes, no cumplirás los objetivos secundarios y te complicarás mucho más los próximos intentos.
La opinión de VidaExtra
Me lo he pasado de rechupete jugando a Fights in Tight Spaces. Le tenía echado el ojo por aquello de verlo de refilón en algún festival de demos, gameplay casual o Dios sabe en mitad de qué evento de esta saturada industria. Las más de 16 horas que he invertido en él me han enganchado como pocos juegos lo han conseguido este año. Cada vez que terminaba una sesión y veía el contador de horas, me quedaba claro que en Ground Shatter han hecho un buen trabajo.
No solo bebe de un modo historia que nos da mucho contenido, sino que podemos complicarnos la vida todo lo que queramos si aumentamos la dificultad. Suerte para los más valientes. La clave para que la obra pase más tiempo del que esperaba en mi biblioteca es que tiene su propio apartado de juego diario, con pruebas nuevas para desafiarnos. Y pocos desafíos mejores se me ocurren que pensar en cómo patearle la columna a un jefe de la mafia.
Fights in Tight Spaces
Plataformas | Xbox One, Xbox Series y PC (versión analizada) |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Ground Shatter |
Compañía | Mode 7 |
Lanzamiento | 2 de diciembre de 2021 |
Lo mejor
- La multitud de posibilidades de las barajas
- Te engancha sin remedio
- Te hace devanarte los sesos
Lo peor
- Le falta mucha espectacularidad
- Lo inflexible que es con los errores a largo plazo
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