La obra maestra del rol hecho en Japón renace tras más de 30 años: Dragon Quest III HD-2D Remake conserva hoy todo aquello que convirtió al original no solo en un clásico de culto, sino en la nueva piedra angular a la hora de experimentar las aventuras y los combates por turnos a través de los videojuegos. Un remake que abraza la esencia y la estética de los JRPGs clásicos pero con la misma pretensión de entonces: deslumbrar a quien sabe la gran aventura que les depara y a quienes llegan de nuevas.
Un doble desafío que, ya te adelanto, ARTDINK y SQEX Team Asano cumplen de manera magistral. Porque no es ni el primer remake que recibe Dragon Quest III desde el clásico de NES, ni tampoco el tercero, pero es todo aquello a lo que puede aspirar a un fan y cualquier enamorado del mejor RPG japonés. Y, en el proceso, revalida su estatus de imprescindible a base de aciertos, mejoras y un respeto y mimo muy especial por la obra original. ¿El secreto? El constante empeño por ofrecerle al jugador la absoluta excelencia.
Porque lo que Dragon Quest III HD-2D Remake pone sobre la mesa se explica muy rápido: rehacer el juego original dándole el mismo tratamiento visual que ya vimos en Octopath Traveler o Triangle Strategy. Eso implica que la marcada estética imaginada por Akira Toriyama (creador de Dragon Ball o Sand Land) se diluye un poquito en favor de ofrecer unos deliciosos gráficos a medio camino entre el pixel art clásico y los dioramas.
Y pese a ello, cuando entras en los combates contra sus pintorescos monstruos o ves el carácter y la personalidad los personajes que pueblan este mundo de fantasía la genialidad del papá de Goku y Arale se hace omnipresente. Combinando tramas sencillas que poco a poco ganan epicidad con situaciones pintorescas en las que hay cabida para la emoción, el humor y la genuina sorpresa. Porque así es y debe ser el legítimo Rey de los JRPGs.
¿Lo mismo que ya había pero más bonito? Para nada. El extra de mimo que Square Enix le pone a Dragon Quest III HD-2D Remake empieza desde su exquisito nuevo aspecto, pero cala a base de pequeños y grandes aciertos, ajustes para los jugadores más impacientes y novedades que le dan un extra de valor al conjunto. Logrando que el resultado no solo sea la restauración de una obra merecido culto que, a su vez, está entre los videojuegos más influyentes jamás hechos, sino también la reivindicación definitiva del RPG japonés clásico.
Un retorno triunfal a las raíces del JRPG
Que el arranque y mucho de lo que ocurre en Dragon Quest III HD-2D Remake te dé la sensación de Déjà vu es relativamente normal: en base a él se construyeron sagas enteras y fue un punto de inflexión para la propia saga. Técnicamente, cronológicamente se trata del inicio de la saga siendo el primero de los tres juegos que conforman la Trilogía Erdrick. Precísamente por ello, es la manera perfecta de reencontrarse con la genuina experiencia rolera de antaño, pero también la mejor manera de zambullirse en la franquicia si llegas de nuevas.
Dragon Quest III HD-2D Remake no pierde la perspectiva y, pese a llegar a ser desafiante en según que tramos, siempre se apoya sobre tres pilares básicos como juego de rol que lo distinguen de otras sagas con las que siempre se ha comparado: la sensación de experimentar aventuras en las que el heroísmo está implícito, la capacidad de convertir premisas sencillas en algo que acaba siendo épico y la constante búsqueda de la excelencia tanto en los combates como en la exploración.
Porque, pese a recibir el mismo tratamiento visual de Octopath Traveller recreando cada ápice del juego original en Unreal Engine (con personajes pixelados), Dragon Quest III te ofrece sensaciones diferentes y propias. Y pese a que puedes construir cada mapa, ciudad y mazmorra para que luzca como un set para miniaturas, conservar esas sensaciones al tiempo que las pones al día el conjunto no es nada fácil. Por eso, que se manifiesten con tanta naturalidad en este remake es para quitarse el sombrero.
Y es que como en el cartucho de NES y sus remakes para SNES, portátiles de Nintendo y hasta Switch, la trama sigue centrándose en la figura de un héroe que hereda de su padre la responsabilidad de salvar al mundo entero de un ser maligno. Algo que deberá abordar con poco más que lo puesto, unas palmaditas en la espalda del Rey de turno y una única dirección hacia la que dirigirse para empezar. Los héroes de Akira Toriyama no necesitan nada más, que conste.
Pero, poquito a poco, el universo del juego te envuelve. La manera en la que viajas hace que, mientras acortas las distancias o adquieres nuevas maneras de transportarte cada vez más rápidas, el mapa que ya era visible se despliega más y mejor. Y, justo cuando crees que ya lo has visto todo, la grandeza de Dragon Quest III se manifiesta para decirte que tu verdadero desafío, tu hazaña heróica, comienza a partir de ese punto. Logrando que siempre tengas la sensación de satisfacción y la inquietud por saber qué será lo próximo que descubras.
De hecho, uno de los grandes aciertos de Dragon Quest III es que no tendrás que esperar para tener a tu propio equipo de héroes: desde los primeros compases de la aventura puedes alistar a tus compañeros de viajes y batallas o reclutar a quien quieras, eligiendo la vocación (el equivalente a la clase o el oficio) la apariencia y su nombre. ¿Aliados sin personalidad? An absoluto: como verás, su manera de ser no se plasma en frasecitas, sino en la manera en la que te ayudan cuando necesitas emplear la espada y la magia.
¿Combates por turnos? Sí, pero de los que te gustarán
A simple vista el mundo de Dragon Quest III (y su remake) podría no parecer algo impresionante, pero bajo ese exquisito aspecto de diorama se esconden mapas ricos en aventuras. Su aspecto evoca las sensaciones de los clásicos de hace tres décadas pero, al igual que el juego de NES y sus remakes, posee sus propios ciclos de día y noche. Otra cosa es que ésto jamás había sido tan cautivador a la vista como hasta ahora: puedes ver amanecer, el paso de las nubes, anochecer... y eso condicionará los monstruos y enemigos que nos salgan al paso. ¿Algo malo? Si vienes de nuevas te gustará saber que el bestiario es una de las mejores cosas de toda la saga.
En un juego que constantemente evoca hacia las gestas, la misiones y la constante aventura la verdadera razón de ser es atravesarlo y llegar a nuestro destino de una pieza. Al principio tendremos que hacerlo todo a pie, pero podremos repostar en ciudades y pueblos marcando poco a poco zonas de teletransporte cuando subamos de nivel. Dicho esto, adentrarse en sus bosques, sus praderas, sus mares y sus mazmorras es dónde se nos irá la mayoría de horas: a diferencia de muchos RPGs modernos tendremos pocas escenas narradas y muchísima exploración y batallas. Más concretamente, combates por turnos.
El sistema es tan simple como los clásicos, pero tan profundo como lo que se espera de un Dragon Quest. Lo interesante es cómo se ha adaptado todo a los jugadores que tienen prisas: además de la opción de Luchar eligiendo tú mismo las acciones, puedes establecer tácticas automatizadas para que cada personaje tenga una estrategia asignada (atacar a saco y sin reparar en el consumo de magia, no gastar magia, defensa, apoyo, lucha prudente...) y además puedes acelerar hasta dos veces los combates. Todo aciertos.
En Dragon Quest III HD-2D Remake lucharás miles de veces, pero difícilmente te verás abrumado: en la mayoría de opciones puedes huir si no te interesa enfrentarte a personajes de bajo nivel o puedes aplicar objetos que repelan monstruos, pero también hay otros que los atraen y éstos últimos no están por casualidad: el ascenso de niveles, la obtención de conjuros y el consumo de objetos son lo que de verdad acota nuestro avance, de modo que si te adelantas demasiado el propio juego a veces te dice que te vayas a dar una vuelta a dar espadazos hasta que tus héroes estén mínimamente preparados. Algo que, siendo sincero, te costará muy poco hacer.
Y ojo, que en este remake tienes tres niveles de dificultad (dracaniana o fácil, dragontina o media y draconiana o difícil) desde el comienzo. De modo que tú mismo elijes el grado de desafío al que te vas a exponer y, por extensión, aquellos que busquen combates más exigentes y no tan automatizados van a ver colmadas sus pretensiones. Y no es lo único que se gana en esta versión HD-2D.
Como en el original, Dragon Quest III HD-2D Remake le da un acertado giro al sistema de vocaciones: justo antes de terminar lo que podemos considerar el primer acto del juego llegamos a una abadía en la que podemos reinventar a cualquiera de nuestros compañeros cambiando su vocación, su aspecto o su nombre una vez hayan superado el nivel 20, y esto es algo clave:
- De entrada, porque si pasamos de Mago a Guerrero, por ejemplo, nuestro compañero regresa al nivel de jugador 1, pero conserva todo lo aprendido incluyendo sus hechizos con lo que tendríamos un aliado que tiene lo mejor de los dos mundos.
- Pero es que, además, dado que en Dragon Quest III se evoca a que batallemos de manera constante, tardaremos relativamente poco en ascender a quienes empiezan casi desde cero al combatir enemigos y monstruos muy por encima de su nivel.
La excepción a esto último es el héroe de la aventura, a quien nosotros pondremos nombre, y que posee únicamente la vocación exclusiva de Héroe. Con todo, podemos cambiar su género (o tener el cuerpo "de estilo A" o "de estilo B") y cambiar solo un poquito su aspecto como gracias a la adición de nuevos personajes creados para este remake o heredados de revisiones anteriores. Y esto se aplica también a nuestros compañeros de viaje.
Como comentamos, más allá del Héroe los miembros de nuestro equipo no tienen esos diálogos y momentazos propios de los RPGs actuales (en parte porque Dragon Quest III es hijo de su tiempo) pero tienen personalidad: se la podemos dar al crearlos o a través de objetos e incluyen en las estadísticas o al comportarse e interactuar. Y ojo, que hay hasta 18 "tonos de voz" (chulesco, pijo, infantil, amable, tímido, apasionado, seductor...). Y eso es algo que, se mire como se mire, le da una capa extra cada integrante junto con lo que lleven, sus armas o su vocación.
Dicho esto, además de todas las vocaciones originales la nueva versión HD-2D de Dragon Quest III hereda la vocación de Ladrón que debutó en el remake de SNES y suma uno extra: los Domabestias. Una especie de bárbaros que debutaron en entregas posteriores y aprenden habilidades de los monstruos, aunque tardan un poquito en mostrar su verdadera grandeza. Lo cual los hace perfectos para hacer experimentos con el sistema de cambio de vocaciones y de cara a otra de las novedades: la Arena de Monstruos.
Dragon Quest III HD-2D Remake: mucho más que una puesta al día
Si Square Enix le dió al remake de Final Fantasy VII ambición y genuina sensación de epicidad, el tratamiento que se le da a lo que podemos considerar su equivalente (por cuestiones de relevancia) en la franquicia Dragon Quest se apoya en ser reverenciales con el juego original pero no tener mesura a la hora de darle un mimo y un tratamiento especial que potencie la sensación de auténtica aventura y descubrimiento. Y por descubrimiento también nos referimos a novedades para quienes ya lo jugaron.
Además de introducir la figura del Domabestias como vocación o su acertada manera de agilizar los combates por turnos, Dragon Quest III HD-2D Remake introduce nos permite combatir con los propios monstruos en una acertadísima manera de hacer que viajemos y exprimamos más el juego: la Arena de Monstruos. Un juego dentro del juego en el que reclutamos enemigos y los enfrentamos cual Pokémon. Aunque, siendo justos, Dragon Quest lo imaginó antes que Game Freak.
La idea es muy sencilla: una vez pisemos el primer gran continente nos recibirá un anciano que nos hablará de la Arena de Monstruos. A partir de ahí, a base de explorar el mundo, las mazmorras o sitios de interés nos toparemos con algunos monstruos que se prestan a ser domados y que podremos hacer combatir a cambio de premios. ¿La gracia? Encontrarlos a todos y participar. Tan sencillo y divertido como suena.
Con esto se le dan nuevas dimensiones a una exploración que, se mire como se mire, ha salido muy reforzada a la hora de reimaginar el mundo en HD-2D: seguimos teniendo esa vista en Top-Down, pero ahora es más ameno perderse y elementos como la iluminación (incluyendo la que lleva el protagonista) o los detalles deslumbran a quienes vienen de haber jugado a anteriores versiones. Cuando, además, pasas a la segunda gran parte de la aventura tras cumplir el propósito inicial de vencer al mal, de la cual no hablaremos, esto cobra muchos más matices.
Square Enix ha acomodado la jugabilidad para que no se pierdan las sensaciones de los clásicos, pero también se es consecuente con cómo ha evolucionado la saga en las últimas entregas. Hay detallitos, como tener que trastear con el inventario o al gestionar con los mercaderes, que quizás se podían haber simplificado todavía más. Sin embargo, al final uno recuerda que cambiar de espada en Dragon Quest III no es como en otros RPGs en los que simplemente ves las estadísticas. De hecho, puedes ver el tipo de armas que llevan tus personajes en cada combate.
Hay otros aspectos que no pasan desapercibido y se entienden cómo y por qué están ahí: al comenzar una nueva partida no solo podemos elegir entre tres niveles de dificultad, como ya dijimos, sino que se nos pregunta si deseamos ver los marcadores y ayudas adicionales. Ante esto, el eterno debate de si mostrar los mapas de las mazmorras -tanto en pantalla como al completo al desplegar el menú- condiciona el salir de los tramos laberínticos, que los hay. Pero mejor que haya más opciones. Sobre todo, en un clásico que también tiene en cuenta a quienes juegan con prisas.
Con todo, y pese a que las premisas argumentales de Dragon Quest III parten desde lo más simple, Square Enix ha enriquecido su trama principal dándole más peso y presencia a la gesta del padre de nuestro Héroe conforme avanza la trama. Omitiendo la introducción creada para SNES para darle más valor y significado a nuestro viaje y nuestro destino.
Logrando redondear un juego de aventuras y fantasía que fue perfecto en su tiempo y hoy renace con un aspecto cautivador, conservando su excelencia original y superando todos y cada uno de sus propios listones. Para alegría y mayor regocijo de los enamorados de Dragon Quest III y, por extensión, del mejor RPG clásico.
La opinión de VidaExtra
He disfrutado de cada una de las más de 50 horas que le he dado a Dragon Quest III HD-2D Remake y jamás me cansaré de recomendarlo. No tardarás tanto en terminarlo, estimo, pero una vez la aventura arranca no hay marcha atrás: lo mejor de los clásicos del rol Made in Japan renace adaptándose a los nostálgicos, los enamorados de la aventura y fantasía y los combates por turnos, pero incluso si lo último no te llama demasiado, te lo pone muy, muy fácil para que, a base de atajos y automatizaciones opcionales, no se empañe lo que es y siempre ha sido una obra maestra.
Dicho lo cual, Dragon Quest III HD-2D Remake también es una soberbia puerta del entrada a la franquicia Dragon Quest y, pese a apegarse a la esencia de los originales de hace tres décadas, toma lo mejor de las entregas más recientes y sabe aprovechar constantemente el factor sorpresa. Logrando en todo momento que no es la aventura del protagonista al que nosotros ponemos nombre, sino la nuestra. Maravillándonos al descubrir, o redescubrir, cada mazmorra, cada nuevo trocito de sus mundos (en plural) o ese rincón en el que, si esperas lo suficiente, aparecerá tu próximo fichaje estrella para la Arena de Monstruos.
Factores que sumados lo convierten no solo en el regreso triunfal del RPG clásico que moldeó el propio género durante décadas, sino también un viaje a las raíces de los juegos que sentaron las bases de la aventura, la fantasía y las gestas de magia y espada con ese toque especial de Toriyama y el Dream Team de la saga Dragon Quest. Lo cual incluye la deliciosa Reorquestación de su Banda Sonora. Y es que Dragon Quest III HD-2D Remake no es solo un remake que le da un nuevo esplendor a la obra original a base de aciertos y un absoluto imprescindible, sino también esa carta de amor a los enamorados de los JRPGs clásicos.
Precio de Dragon Quest III HD-2D Remake y contenidos de la Edición Coleccionista
El precio de Dragon Quest III HD-2D Remake es de 59,99 euros en Nintendo Switch, PC, Xbox y PlayStation tanto en físico como en digital. Con todo, las reservas de la edición digital incluyen el lote de extras digitales para el viaje "viandante feliz" que incluye 15 simientes de diferentes atributos (tres de cada tipo) que puedes repartir en tu equipo libremente para para empezar con algo de ventaja y unos zuecos de ánimo.
Dragon Quest Iii Hd-2D Nintendo Switch.
Junto con lo anterior tenemos la Collector's Edition de Dragon Quest III HD-2D Remake, que solo se ha publicado en consolas Switch, PlayStation y Xbox y está valorada en 219,99 euros. Sus contenidos, además de la copia del juego, incluyen el Lote de "accesorios aventureros" para equipar en la partida (un anillo, un traje, un libro y una escama de dragón), dos fondos de pantalla para PC, un estuche de coleccionista y, a modo de coleccionable físico, un lote completo con todos los héroes y dos jefazos en acrílico.
Duración de Dragon Quest III HD-2D Remake
Puedes terminar la historia de Dragon Quest III HD-2D Remake en aproximadamente unas 40 horas si eliges la dificultad dragontina (la equivalente a la normal). Lógicamente, esto ya depende de lo mucho que te enzarces en combates por turnos, lo mucho que te guste explotar el sistema de cambio de vocaciones o si decides exprimir al máximo la Arena de Monstruos. Y pese a que al principio moverte por el mundo se te hará un poquito cuesta arriba, poco a poco llegar a lugares nuevos y descubrir secretos será algo que le dará más y mejores matices a tu gesta.
Imprescindible
Dragon Quest III HD-2D Remake
Plataformas | Nintendo Switch (versión analizada), PS5, Xbox Series X / S y PC |
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Multijugador | No |
Desarrollador | ARTDINK y SQEX Team Asano |
Compañía | Square Enix |
Lanzamiento | 14 de noviembre de 2024 |
Lo mejor
- La absoluta excelencia del RPG clásico en su máximo explendor
- Un remake que evoca las sensaciones de nostalgia y, a partir de ahí deslumbra al jugador
- Combates por turnos planteados con maestría y que podrás automatizar cuando y cómo te apetezca
- Una aventura que arranca con sencillez y sorprende y engancha conforme evoluciona
Lo peor
- Como todos los JRPGs clásicos, el arranque se te hará cuesta arriba y te tocará subir niveles de manera constante. Pero una vez entras en la dinámica (pasado el primer tramo del juego) ya no hay vuelta atrás
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