Quienes ya me conocéis sabéis muy bien de qué pie cojeo, y que ese pie se llama casitas y fábricas, pero a estas alturas de 2023 y con el mercado de los juegos de construcción y gestión más o menos controlado, lo que no esperaba era llevarme una sorpresa tan grande como la que me ha dado Xbox Game Pass.
Entre esa sartenada de juegos sin nombres y carátulas capaces de acaparar portadas, hace algunas semanas llegaba al Game Pass de PC una joyita llamada Against the Storm que, tras dos años de acceso anticipado en Steam, lleva acumuladas más de 17.000 reseñas extremadamente positivas. Puede entender perfectamente el porqué.
Una marcianada con espíritu de GOTY
Por marciano que parezca lo que os voy a explicar a continuación, os aseguro que Against the Storm es capaz de clavar las volteretas de circo más surrealistas que os puedan venir a la cabeza. Ahí va la primera. Es un roguelike de construcción.
Estamos acostumbrados a que crear una ciudad necesariamente implica cogerle cariño, seguir creciendo hasta el infinito o que, incluso en aquellos juegos que más giran la gestión hacia el RTS, nos movamos por pantallas que requieren de tiempo y perfección hasta alcanzar nuestra particular meta.
En Against the Storm, en cambio, su mundo está asediado por una tormenta y, cuando llegue el momento, todos los campamentos que hayamos creado desaparecerán por completo invitándonos a empezar de nuevo salvo por dos detalles: todo lo aprendido durante el proceso, y todos los perks que, al más puro estilo roguelite, hayamos conseguido desbloquear para que nuestro próximo intento sea más asequible.
Primando unos objetivos concretos para cada campamento frente a la creatividad de dejar bonito tu asentamiento, cada mapa se convierte en una suerte de caos controlado en la que poder sacar el máximo partido posible de unos mapas procedurales en los que la la escasez y la arbitrariedad están a la orden del día.
Tan adictivo que he tenido que aparcarlo hasta que tenga tiempo
Para poder completar cada uno de esos escenarios, y alcanzar los sellos mágicos que deberemos ir cerrando en cada run antes de que el mapa se reinicie, contaremos con la ayuda de distintas especies que tendrán sus propias necesidades. De no ser cubiertas, la posibilidad de que deserten o mueran está a una tormenta de materializarse.
Pero el reto no está en conseguir crear una cadena de suministros que pueda darle pasteles a los humanos o pinchitos de carne a los lagartos -de hecho, el juego es lo bastante benévolo como para poder intercambiar ingredientes en las recetas con la intención de que no te atasques si el escenario que te ha tocado anda corto de alguno de ellos-, sino en el desafío de tener que lidiar con mil cosas a la vez en un tiempo limitado.
Con una barra de impaciencia que irá creciendo y menguando dependiendo de tus avances, serás tú el encargado de elegir qué objetivos se irán abriendo entre las distintas opciones que se te presenten y, una vez completada una mayoría de ellos, podrás olvidarte de ese campamento, recoger todos los puntos que te permitirán mejorar, y saltar al siguiente.
De la mano de escenarios que te van arrojando distintos retos, una estética que irremediablemente nos transporta hasta la época de Warcraft, y una mezcla de géneros tan inusual como adictiva, Against the Storm es el típico juego que sólo me voy a poder permitir en vacaciones o cuando esté jubilado, porque es una joya tan adictiva que es capaz de acabar con mis ganas de hacer cualquier otra cosa. ¿Dormir durante las vacaciones? Dormir está sobrevalorado.