Es verano de 1995. El último capítulo de Dragon Ball había sido publicado hace más de un año en la Shonen JUMP y a su serie de anime le quedaba en antena un tramo final convenientemente estirado a base de relleno. Eso sí, el fenómeno desatado por los saiyans de Akira Toriyama muy, muy lejos de apagarse. Bandai y Toei Animation tienen grandes planes por delante, y Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 hará que ambas sumen fuerzas y talento, como Gotenks ya fusionado, en la PlayStation original.
Tras una espectacular etapa en las consolas de 16 bits en la que Goku estuvo pletórico en SNES, la Mega Drive y hasta la Turbografx llegó el momento de dar el gran salto generacional y elevar el listón frente a lo ya visto. La fórmula sería muy parecida a que arrasaba en consolas y recreativas, pero la ambición y la calidad de unos sistemas que no solo sustituían los cartuchos por discos, sino que sabían muy bien cómo sacarle partido a esa oportunidad. Y, en el proceso, dejar embobados a los fans.
Los referentes: un Dragon Ball Z: La Légende Saien, la alucinante secuela de Super Butoden para SNES, y el glorioso Dragon Ball Z: L'appel Du Destin de Mega Drive. Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 dará continuidad a estos en la sobremesa de Sony, pero lo verdaderamente loco es que los personajes lucen y están exactamente igual animados que los de la televisión. Las voces digitalizadas son cristalinas y los escenarios, además, estaban elaborados en un 3D muy sencillo pero resultón para su tiempo.
A partir de aquí, un apunte: Bandai elaboró lo que podemos decir -mal y pronto- como dos entregas gemelas de Dragon Ball Z Super Butoden para nuevos sistemas cuyas novedades se basaban en aprovechar la nueva tecnología de las consolas de 32 bits de Sony y SEGA. Cada una de ellas beneficiaba las fortalezas de cada máquina abrazando más y mejor la esencia y la estética del exitoso anime. La gran diferencia: el juego de Saturn heredaba la pantalla partida, mientras que el de PlayStation apostó por algo diferente: el escalado de personajes.
Dragon Ball Z: anime y lucha en flamantes 32 Bits
Si a mediados de los 90 eras fan de las aventuras de Goku y sus amigos, Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 ya te volaba la cabeza desde su animación de apertura: Bandai publicó OVAs junto a videojuegos en NES y hasta recreó la primera escena de apertura de Dragon Ball Z de manera integral a través del hardware de PC Engine, pero aquella entradilla era más que una pieza animada en la que desfilaban los 22 luchadores que ofrecía el juego: su visionado era un ritual casi obligado, previo a entrar en materia. A soltar tollinas y enormes proyectiles de energía al estilo Súper-Saiyan.
Como comentamos al principio, Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 era la siempre soñada y jamás vista hasta entonces combinación entre la muy acertada fórmula de la saga Dragon Ball Super Butoden y la estética de la serie animada: el pixel art del cerebro de la bestia dio paso a casi una treintena de héroes y villanos elaborados con cel drawings y animados con la mismas técnicas de animación del anime.
En lo jugable las sensaciones de Ultimate Battle 22 no son precísamente arcade. De hecho, la fluidez con la que se mueven sus protagonistas varía en función de lo mucho que abusemos de sus técnicas especiales y lo que tardemos en asimilar que lanzar pequeños proyectiles acaba siendo pan para hoy y hambre para mañana. Puede que el ritmo era diferente al de los combates de la tele, pero la genuina esencia del anime estaba se mostraba en pantalla en toda su gloria.
A partir de aquí, un apunte: la primera PlayStation y las teles de entonces carecían de la nitidez de los sistemas actuales, pero el nivel de detalle, las posturas y la personalidad de cada luchador era máximo fanservice. Por no hablar de técnicas nuevas y creadas para la ocasión.
Que bandai presumiese desde la propia portada de ofrecer 22 personajes seleccionables estaba muy fundamentada: para la época era una barbaridad. Y no solo eso, la selección es una gozada además de Son Goku, Gohan, Vegeta, Trunks, Piccolo, Freezer, Cell o el Monstruo Buu se combinaba lo mejor de los tres juegos de SNES (quitando los eneigos de las OVAs de Super Butoden 2), los exclusivos de Mega Drive como Krilin o Ginew y, además, entraban en escena Tien Shinhan, Zarbon, Great Saiyaman, Gotenks y hasta el mismísimo Super Buu.
Poderosos guerreros que, por cierto, sobrevolaban los once escenarios tridimensionales que se habían creado para la ocasión.
Si bien, el esquema básico de los juegos de lucha y de los anteriores juegos de Dragon Ball Z de Bandai seguía presente -barras de salud, barras de energía y movimientos especiales capaces de hacerlas bailar- la gran diferencia a nivel de presentación y jugabilidad es que Bandai declinó el uso de la característica pantalla partida que servía para ofrecer combates a larga distancia al alejar ambos contendientes en enormes escenarios. La pantalla no se dividía en PlayStation, pero tampoco se renunció a los combates a larga distancia y la lucha aérea.
Aprovechando el hardware de PlayStation en Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 se diseñó un sistema de escalado de personajes en el cual el tamaño en pantalla de cada luchador se ajustaba a la distancia que los separaba, y esto se aplica tanto en horizontal como en vertical: a falta de vuelo libre, podíamos llevar la lucha a los cielos, distanciarnos estratégicamente o elevarnos al mismo nivel de nuestro rival pulsando un sencillo botón. Y, como en la serie, si los dos están en el aire y uno acaba siendo lanzado al suelo se genera un daño adicional.
Y ojo, no solo podíamos escuchar las voces originales con una claridad jamás vista antes en un videojuego: Bandai recuperó y regrabó las mejores piezas musicales de la saga Super Butoden en 16 bits y, en el proceso, añadió nuevos temas especialmente inspirados.
¿La mala noticia? Al eliminar la pantalla partida se quedaron por el camino los flipantes cañonazos de energía quedaron reducidos a proyectiles y explosiones de diferentes formas y tamaños. Lo cual, por otro lado, favorecía de manera indirecta que los jugadores apostasen un poquito más por el cuerpo a cuerpo y las técnicas a media distancia. Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 perdía buena parte del dramatismo y los momentazos de la SNES, pero improvisar partidas entre amigos era mucho divertido. Y poder llevarte tus personajes mejorados a sus casas, además, una locura.
Un paso más allá para la fórmula de los Super Butoden
En lo que se refiere a la jugabilidad, y dejando a un margen la pantalla partida, Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 apenas se despegaba de los aprendido en Dragon Ball Z Super Butoden 2. Cada uno de los luchadores cuenta con su propio repertorio de movimientos sencillo y técnicas especiales que replican lo visto en el anime, pudiendo acomodar el sistema de control y movilidad a nuestro agrado.
Puede que los cañonazos de energía se perdiesen con el sistema de escalado de personajes de Ultimate Battle 22, pero tener constantemente controladas las barras de la energía y la salud es algo fundamental: además de tener acceso a las técnicas especiales o los Meteor Attacks, si malgastábamos la energía acabaríamos agotados y completamente expuestos.Teniendo en cuenta que, por lo general, el escalado de personajes redujo la frecuencia de los combates a largas distancias, podía suponer el final de nuestra partida.
Pero si aprovechamos bien el consumo de energía y sabíamos cuando y en qué momento iniciar los combos, somos imparables.
En muchos aspectos, Ultimate Battle 22 supone la evolución natural y combinada de la serie Super Butōden de SNES y el no menos flamante Buyū Retsuden para la bestia negra de SEGA. Se siente a los mandos y se luce en pantalla. Desafortunadamente, Bandai no dio todos los pasos en la buena dirección.
La flaqueza de Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 se manifiesta nada más entrar al juego: tienes más de dos decenas de personajes míticos del anime, pero no hay un modo historia que justifique su presencia o las posibles ausencias. Lo cual tiene doble delito tras los logradísimos modos historia individuales de la Légende Saien y Dragon Ball Z: L'appel Du Destin. Con todo, y a diferencia de Dragon Ball Z: Ultime Menace (DBZ: Super butoden 3) Bandai no salió al paso con prisas y de cualquier manera, sino con las tareas bien hechas.
- De partida tenemos los modos Combate contra la CPU y contra un segundo jugador, los cuales no pueden ser más sencillos: hasta 27 personajes extraídos de todas las etapas del anime y hasta algún invitado especial de las OVAs saludan al jugador esperando a ser elegidos para entrar en combate. Del pequeño Son Goku a Gogeta, pasando por Majin Vegeta o el bueno del Monstruo Buu.
- Si bien, como comentamos, no había un modo historia, Bandai se sirvió de las reglas del Gran Torneo de las Artes Marciales para extender la rejugabilidad de Ultimate Battle 22 y aportar variedad y emoción a través del modo Championship, un torneo eliminatorio de combates individuales en el que participaban todos los personajes.
- Finalmente nos encontramos con los modos Build-Up o de mejora de personajes. Una idea realmente simple pero curiosa que sacaba partido de las Memory Card de PlayStation: Ultimate Battle 22 nos permite guardar un personaje en la tarjeta de memoria que mejora con cada combate, de modo que suma puntos de vida y poder. Y aquí no acaba la cosa: el juego permite que importemos los personajes mejorados de otras tarjetas, con lo que es posible llevarnos nuestro luchador a otras casas o que nuestros amigos se traigan los suyos.
Como curiosidad, la versión japonesa de Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22, publicada en 1995, cuenta con más contenido que la europea (publicada un año después) o la muy tardía versión americana al ofrecer escenas animadas especiales al hacer coincidir personajes concretos en pantalla. Algo muy parecido a lo que muchos años después veremos en Dragon Ball FighterZ. Y pese a que las cinemáticas del juego de la primera PlayStation han envejecido realmente mal, el hito permanece.
Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 supuso un salto de calidad técnica frente a lo visto en los títulos anteriores de la serie Butoden, pero se perdió la oportunidad de ofrecer un modo historia a la altura del conjunto, con lo que su manera de sorprender a los fans fue comedida. Con todo, también buscó intencionadamente explorar las posibilidades de las nuevas consolas. Algo que, se mire como se mire, supuso un hito.
En cualquier caso, el verdadero músculo del juego, como ocurre en cualquier título de lucha, reposa en su selección de personajes. Una selección variada, completa y muy amplia con más de una veintena de héroes y villanos que nos estaban esperando en todos los modos, a los que hay que sumar cinco extras con el truco adecuado.
Dragon Ball Z: Ultimate Battle... ¿28?
Quien ha jugado a Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 lo tiene grabado a fuego en la memoria: tan pronto como acaba la canción de apertura y se muestra la pantalla inicial toca introducir la secuencia Arriba, triangulo, abajo ,equis, izquierda, botón L1, derecha, botón R1. Si lo haces bien, escucharás un sonido y aparecerá una nueva escena animada.
Como comentamos, ofrecer un juego de lucha con 22 personajes completamente diferentes entre sí en 1995 era una auténtica locura. Que, además, al usar una sencilla secuencia de botones en la pantalla de inicio se sumasen cinco más compensaba el trámite de realizar el proceso y tener que pasar por dos interminables tiempos de carga más con un regalo que se recibía con los brazos abiertos.
De hecho, estos cinco luchadores adicionales eran un enorme reclamo en sí mismos ya que daban un extra de variedad enorme al juego:
- El Pequeño Goku es el personaje de meno tamaño del juego y su alcance es muy variable, pero está lejos de ser indefenso: puede hacer uso del bastón mágico y, como peculiaridad, al llevar la lucha al aire flota en su nube kinton.
- El Maestro Roshi, sin embargo, apenas separa los pies de la tierra. Su estilo de combate está fuertemente inspirado en las primeras aventuras de Dragon Ball y aporta novedad y humor al conjunto.
- Mr. Satan tampoco vuela, pero cuenta con una enorme ventaja frente al resto: al usar proyectiles y armas tradicionales no gasta su barra de energía, con lo que no conviene subestimarle.
- Goku Super Saiyan 3 (o Mega Goku, según el juego) es algo más que una simple variante de Son Goku: es un luchador completamente nuevo que, pese a compartir algunos movimientos, se impone con facilidad en combate.
- Gogeta, la fusión entre Son Goku y Vegeta, es en DBZ: Ultimate Battle 22 un personaje con movimientos y animaciones poco ortodoxos pero que recompensa enormemente aquellos que se toman el tiempo de entender su estilo.
A partir de aquí un apunte divertido: pese a que, técnicamente, tendremos 27 luchadores a nuestra disposición una vez realicemos el truco, la otra realidad es que un guiño revela que hay un último luchador no listado: si enfrentamos al Pequeño Goku contra sí mismo veremos al final que uno de los dos, el que pierda, en realidad era el cerdito Oolong transformado. Todo un detallazo.
Hablemos de Dragon Ball Z: Shin Butouden
Es imposible abordar con propiedad Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 sin hacer una mención obligada a su entrega gemela: lanzado cinco meses después en las SEGA Saturn japonesas, Dragon Ball Z: Shin Butouden usaba los mismos personajes que el juego de PlayStation, incluyendo los cinco adicionales sin pasar por el truco, pero en un movimiento original se recuperaban los escenarios tradicionales y la clásica pantalla dividida de los juegos de 16 bits.
Cambios poco sutiles que afectaban a la propia dinámica de los combates, recuperaban los choques de cañonazos de energía introduciendo nuevas y mejores animaciones y lograron que que todo el contenido compartido luciese más y mejor en la consola de SEGA. Y pese a que los escenarios estaban dibujados, había una curiosa mecánica que incluía desplazamientos dentro de cada localización.
Sin embargo, lo mejor de Dragon Ball Z: Shin Butouden es que en lugar de ofrecer los dos modos de construcción y mejoras de personajes a través de las tarjetas de memoria se introdujeron un modo historia propiamente dicho y un nuevo modo Mr. Satan en el que el bigotudo campeón de la Tierra debe conseguir una fortuna luchando contra diferentes enemigos para saldar una deuda pendiente con la Androide 18. Y sí, que controlaremos a Mr. Satan lleva implícito que también podremos hacer trampas.
Los meses de diferencia con respecto al juego de PlayStation parece que le sentaron de maravilla a un Dragon Ball Z: Shin Butouden mucho más completo a nivel de contenidos y mejor alineado con los clásicos de 16 bits. La otra realidad es que Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 llegó en tiempo récord al mercado europeo, mientras que el juego de Saturn jamás salió del país del sol naciente. Una lástima.
DBZ: Ultimate Battle 22 fue el broche de una etapa, pero no el final
Bandai estuvo muy acertada al aprovechar el hardware de PlayStation para hacer evolucionar la fórmula de Dragon Ball que tan bien había funcionado en SNES y Mega Drive en Japón y parte de Europa (incluida España) pero se había un problema con el que se topaba de frente: el manga terminó y al anime no le quedaba demasiado. Además, Son Goku era un personaje prácticamente desconocido en el nuevo continente. ¿Hasta qué punto merecía la pena seguir produciendo videojuegos de Dragon Ball?
En 1996 la Toei Animation decidió continuar con el anime por su cuenta con Dragon Ball GT y sin un manga en el que basarse. Akira Toriyama dio algunas ideas y aportó ilustraciones, pero su plan fue siempre dejar que Goku viviese aventuras y se metiese en nuevos líos por su propia cuenta, y que la nueva serie animada recuperase el tono aventurero resultaba un atractivo en sí mismo.
Aquella nueva producción abrió la puerta a que Bandai produjese al menos un juego más para PlayStation: Dragon Ball Final Bout. Eso sí, en esta ocasión veríamos algo más que escenarios tridimensionales: el pixel art y los luchadores elaborados con cel drawings fueron sustituidos por modelos poligonales que, pese a beneficiarse del estilo anguloso de Toriyama, estaban muy por detrás de otras sagas de lucha 3D. A nivel jugable, además, era y sigue siendo complicado de defender.
Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 y Dragon Ball Z: Shin Butouden cerraron una etapa para el anime de la Toei en los videojuegos. Curiosamente, el primero también ayudó a abrirlo: lejos de apagarse la fiebre por Dragon Ball, pasó a ser un fenómeno muy bien establecido en la cultura popular en Japón y Europa. Además, tras el cambio de milenio la emisión de Dragon Ball Z en América despertó la curiosidad y el interés por una nueva generación de fans.
Bandai vio la oportunidad y en marzo de 2003 relanzó en Norteamérica el mismo Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 publicado ocho años antes en la primera PlayStation con algunas modificaciones. Había envejecido muy mal, sobre todo en una época en la que PS2, Xbox y Gamecube estaban en las estanterías, y lo cierto es que comparado con el anteriormente lanzado Dragon Ball Z: Budokai era una calamidad, pero el movimiento fue un acierto que, además, cumplió con lo previsto.
Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22 no fue el último juego de la aclamada serie Super Butoden. Con amplios márgenes de diferencia acabaremos viendo hasta un Ultimate Butōden en portátiles y, de manera más reciente un alucinante DBZ: Extreme Butoden desarrollado por Arc System Works para Nintendo 3DS. Aquel será el paso previo antes de que estallase el fenómeno Dragon Ball FighterZ.
Y, si bien, hay un largo trecho visual, jugable y en lo que se refiere a su ambición entre el juego de la playstation original y el imprescindible título de 2018, lo esencial prevalece: llevar los personajes y la emoción del anime a los hogares a través de un juego de lucha que, sin ser perfecto, se disfruta más y mejor entre amigos. Sobre todo, entre amigos apasionados por los saiyans de Akira Toriyama.
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