Que un juego en su conversión a consola tenga un modo karaoke dice mucho del gusano auditivo que supuso el lanzamiento de Daytona USA en el lejano 1994. Porque es imposible no comenzar a tararear su melodía homónima tan pronto te pones a conducir. Esa faceta va ligada irremediablemente con el videojuego.
Hace poco me dio por rejugarlo, en esta ocasión desde Xbox Series (sí, es uno de tantos clásicos de SEGA retrocompatibles), aprovechando que volvió a estar de oferta en Microsoft Store y darme cuenta de que aún no lo tenía en mi biblioteca. Porque es un arcade que apetece revisitar, al igual que el Ridge Racer de Namco.
"Tu tu lu tu tu tu tu tu tu lu... DAYTONAAAAAAAA"
No es casual haber mencionado a las primeras de cambio ese clásico de 1993, puesto que SEGA buscó precisamente con este Daytona USA una forma de poder competir con ese otro icono de las recreativas. El espíritu era similar en ambos, aunque hubo notables diferencias: en la obra de Namco se aprovechaba la ciudad para ofrecer tres circuitos que compartían parte del trazado, según extensión, mientras que en el juego de SEGA los tres circuitos eran totalmente diferentes.
El de SEGA engañaba bastante en este sentido, puesto que el inicial era un simple circuito ovalado inspirado en las carreras NASCAR. Esta pista no mostraba el verdadero potencial del juego al no requerir apenas técnica por parte del jugador de cara a los derrapes. Era más bien una prueba de resistencia frente al resto de 39 corredores (cifra bestial para la época) y los exigentes checkpoints, que daban poco margen si nos chocábamos un par de veces hasta el fatídico GAME OVER.
La historia nos ha demostrado que tanto SEGA como Namco fueron maestras en la época de las recreativas, siendo los juegos de carreras uno de los que más dominaron. Y tampoco vamos a descubrir a estas alturas todo lo que nos brindó la compañía del erizo desde que nos maravilló con Out Run en 1986. Es por ello que Daytona USA destacó por algo muy especial. No fue simplemente un juego de carreras, sino que sus tres escenarios tenían detalles peculiarmente llamativos.
Nos referimos, claro está, a la utilidad que tenía cierto botón de la máquina recreativa y que se extendió igualmente a las conversiones a consolas bajo la denominación SPECIAL. Porque en el escenario ovalado podíamos jugar a una máquina tragaperras en busca del ansiado 777 para conseguir 7 segundos de tiempo extra, mientras que en el circuito para expertos podíamos hacer que bailase el luchador Jeffry de Virtua Fighter. Su estatua, para ser más exactos.
Cada circuito era independiente, por otro lado: al completarlo terminaba la partida. Y también eran diferentes en cuanto a número de corredores. En el segundo, el avanzado, competíamos contra 20, nada más, mientras que en el experto la cifra volvía a subir hasta los 30, en este caso. Además, en el primero, para novatos, aparte de esos 40 corredores, la carrera se iniciaba en marcha, mientras que en las otras dos lo hacíamos parados, como es habitual en cualquier competición.
Los tres circuitos compartían un detalle, eso sí: en todos había un pit stop para reparar nuestro bólido, el flamante Hornet. Un vehículo, por cierto, que se convirtió en luchador, a lo Transformers, en el videojuego de lucha Fighters Megamix de SEGA Saturn en 1996. Ahí se juntó con personajes míticos de dos sagas de lucha en 3D de SEGA, pero también de Virtua Cop 2, Dynamite Düx, Rent-a-Hero...
Un arcade de pura cepa de los que no se olvidan
Pero volviendo a Daytona USA, más allá de ser imposible olvidar su melodía, es de esa clase de recreativas cuyos sonidos se te graban a fuego en tu memoria. Desde la elección de circuito, con esa dificultad gradual (ocho vueltas en novato, cuatro en avanzado y tan solo dos experto, pero con la pista más larga y difícil de todas) hasta optar por cambio automático o manual (donde ganábamos un extra de velocidad punta), era una liturgia por la que pasamos en incontables escenas, incluso aunque no jugásemos. Porque su mueble estuvo por muchos recreativos.
Con su versión doméstica para Saturn recibimos de modo oficial, sin truco, la opción de disputar las carreras en modo espejo (una de las artimañas de la época para paliar la escasez preocupante de circuitos), aparte de poder desbloquear al caballo de la pradera del tercer circuito para sustituir al Hornet. Y con su llegada a PS3 y Xbox 360 en formato digital ganamos, además, la posibilidad de disputar carreras online entre ocho personas y con otra serie de extras muy de agradecer.
En Survival, por ejemplo, tenemos una auténtica carrera de resistencia donde se multiplican a lo bestia el número de vueltas. En la primera, de hecho, se dispara hasta las 80 vueltas y sin dejar de lado el límite de tiempo, viéndonos en la obligación de sumar segundos no solamente con checkpoints, que aquí ya son insuficientes, sino adelantando rivales, no pisar el freno durante un buen rato o ir a mucha velocidad. A esto hay que sumarle una serie de desafíos especiales con distinto grado de dificultad para cada circuito con el simple afán de convertirnos en auténticos maestros de Daytona USA, algo no tan sencillo como parece.
Por desgracia, pese a la enorme popularidad de la recreativa su bagaje en cuanto a número de juegos fue escaso sin contar conversiones o revisiones. La recreativa Daytona USA 2: Battle on the Edge de 1998 y Daytona USA 2001 para Dreamcast. Por hacer la comparación con su rival, Ridge Racer ha tenido más de 20 entregas.
¿Veremos algún día un nuevo Daytona USA? Yo sigo sin perder la esperanza aunque nada indique que vayamos a verlo en lo que resta de 2021, justo 20 años desde su última entrega oficial... Y si vuelve SEGA Rally, mejor que mejor, ¿no?
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