Es casi imposible que un videojuego prolongue su éxito durante más de una década, aunque la experiencia nos diga que hay casos excepcionales como World of Warcraft. ¿Y si hablamos de FPS? Si dejamos atrás la longevidad de sagas como Battlefield o Call of Duty y nos ceñimos a lo expuesto en la frase anterior, dejando de lado fiebres aún "nuevas" como PUBG o especialmente Fortnite, el nombre del surcoreano Crossfire debería salir a la palestra por méritos propios.
Desde su lanzamiento en 2007 en territorio asiático, hasta su llegada a Europa en 2011, ha agolpado a 698 millones de jugadores a lo largo de 88 países. Es más, su reciente serie de televisión para China ha logrado la friolera de 1.800.000.000 de espectadores. Sí, casi dos mil millones de personas frente a la TV. Una locura. Por ello no extraña que no solamente vayamos a recibir este 2022 otro FPS que expandirá su universo (CrossfireX), sino también un juego de estrategia en la línea de StarCraft. Y gracias a Koch Media hemos podido jugar a una beta cerrada.
Estrategia en tiempo real muy directa y competitiva
Si bien apenas albergo recuerdo alguno del multimillonario FPS de Smilegate (no confundir con Smilebit, el estudio de SEGA), sí que sentía por curiosidad por comprobar cómo se trasladaba su universo a la estructura de un juego de estrategia en tiempo real. Y de entrada no extraña ver que busca potenciar las partidas online, por mucho que en el futuro vaya a introducir una campaña.
La primera novedad que aporta al universo Crossfire es la introducción de una tercera facción en liza aún por desvelar. En esta prueba tan solo tuvimos acceso a las clásicas corporaciones Global Risk y Black List, aquí en esencia como si fuesen, salvando las distancias, los GDI y NOD del gran Command & Conquer.
Crossfire: Legion no inventa la rueda, eso por descontado. Se notan bastante las influencias de las grandes sagas de estrategia en tiempo real, teniendo una presencia clara la del antes citado StarCraft de Blizzard. Y esto resulta lógico sabiendo la fiebre que hay por este RTS tan legendario en Corea dentro de los eSports. Porque Smilegate, con ayuda de Blackbird Interactive en labores de desarrollo (estudio actualmente enfrascado en Homeworld 3), claramente busca hacerse un hueco en ese mercado al ofrecer partidas directas muy competitivas.
Recupera el espíritu de los grandes RTS de antaño, pero sin que nos tengamos que preocupar por la energía de los edificios. Nuestra única preocupación son dos recursos que siempre se sitúan juntos por el mapa a lo largo de distintos puntos calientes: uno en la base y después en zonas que sería interesante controlar si queremos obtener la victoria, tanto jugando solos en duelos directos como formando equipo con otras personas o haciendo alianzas con la máquina.
El proceso de extracción de recursos nos retrotrae a lo vivido con los primeros WarCraft, tanto por cercanía de la mina o depósito de combustible respecto a la base, como por su rápida extracción. Y aquí el propio juego nos dice cuántos obreros se necesitan para que dicho proceso sea óptimo: tan solo cinco para el combustible y ya diez para el otro material esencial. Además, nos da libertad para crear bases en cualquier punto del mapa para continuar con más extracciones.
Esa libertad se aplica igualmente al resto de edificios, viendo cómo la tarea de construcción es extremadamente básica y directa: decimos dónde y el obrero confirma al llegar, sin necesidad de que se quede a finalizar la obra. Y sí, se pueden crear útiles colas de producción como en cualquier Age of Empires.
Crossfire Legion aún necesita mucho para destacar
Esa accesibilidad y ganas de poner todo en marcha cuanto antes contrasta un poco con las colas de producción dentro de los propios edificios militares, al haber un tope de cinco unidades. Esto quiere decir que nos obliga a repetir edicicios y crear colas de producción extensibles donde, eso sí, podemos fijar el mismo punto de ruta y asignando a su vez un número de acceso directo para los edificios, al igual que para cualquier grupo de unidades terrestres o aéreas, como es habitual.
Hay que hacer hincapié que estamos ante un proyecto que aún está en desarrollo y que se nota que necesita pulir conceptos. Lo que más me ha chocado, sin duda, es esa faceta del enemigo para huir cuando se ve en desventaja, sorprendiéndome que un soldado o cualquier vehículo sea casi más rápido que un caza de combate.
En mi primera partida, por otro lado, fui consciente de otra carencia con la IA que espero se corrija y que no se deje de lado por mucho peso que se le vaya a dar a las partidas online contra otras personas. Esa carencia es la forma en la que se "adormece" la máquina tras asestar varias acometidas críticas sin dar el toque de gracia. Estuve al límite, con la derrota asegurada por mi parte, pero como nunca me rindo (espíritu que se enfatizó con mis queridos GLA en Command & Conquer: Generals), acabé remontando y viendo cómo la máquina no salía de sus bases.
Y ya que he mencionado ese clásico de EA Pacific, mi favorito dentro de los RTS con su DLC Zero Hour, dicho sea de paso, y que estuvo a punto de resucitar en forma se secuela espiritual en 2013 como free-to-play, Crossfire Legion coge el concepto de "generales con poderes" de cara a ataques o habilidades especiales que se van cargando (supuestamente, porque no va muy fino) con muertes.
En esta prueba técnica tan solo había dos comandantes especiales y con pocas unidades a su cargo (escasa variedad de infantería, unos vehículos y dos aéreos), pero la intención de Blackbird Interactive es ampliar tanto el número de tipos de unidades militares como de generales. Así que habrá que ver cómo se nivela el conjunto. Por ahora las diferencias entre Global Risk y Black List son palpables, al no copiar el tipo de unidad militar ni tampoco sus habilidades. Pero al final lo que importa, por ahora, es la masa sin tener tanto en cuenta sus vulnerabilidades... siempre y cuando nos hayamos preocupado de mejorar la tecnología desde la armería, que se nota muchísimo el cambio. ¡Media un abismo entre nivel 1 y 3!
Y ya que hablamos de "masa", hay que dejar claro que sí hay tope de unidades en pantalla, pero no todas valen lo mismo (en número) a la hora de producirse. Algunas contabilizan una cifra pequeña, mientras que las más poderosas pueden contar fácilmente como 14 unidades de golpe. Y eso dentro de un tope de 200 unidades, con varios edificios que habiliten esa cifra, limita que nos podamos extender a distintos frentes. Es directo, sí, pero también un tanto comedido.
Habrá que ver cómo evoluciona su acceso anticipado a lo largo de futuros meses (en febrero se presentará su tercera facción, por cierto), especialmente de cara a la beta abierta del próximo mes de abril. De momento me ha parecido un RTS sin alma, como tantos clones surgidos en los noventa que han quedado en el olvido.
Por lo pronto, si te quieres apuntar a sus próximas pruebas puedes pedir acceso desde Steam. Y aunque vaya a debutar en meses venideros mediante Steam Early Access, también saldrá en consolas e incluso en formato físico por Prime Matter.