Cómo introduje a mis hijos en el rol de Dragones y Mazmorras con una caja de inicio de D&D y un portal de Minecraft como excusa

Cómo introduje a mis hijos en el rol de Dragones y Mazmorras con una caja de inicio de D&D y un portal de Minecraft como excusa

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No es fácil motivar la imaginación de unos ojos que lo han visto prácticamente todo. Netflix con dibujos a granel, superproducciones de superhéroes, cómics animados y videojuegos que dejan poco lugar a cubrir huecos con la cabeza. No es esto un texto sobre el todo tiempo pasado fue mejor ni nada que se le parezca, ojalá haber tenido yo todo esto, pero sí uno sobre intentar acercar posturas.

De la mano de la última Caja de Inicio de Dungeons & Dragons, el pasado fin de semana intenté unir aquella imaginación que se convirtió en pasatiempo durante mi infancia y preadolescencia con la sobredosis de estímulos a la que se ven sometidos mis críos. ¿Podría convertir un juego de rol clásico en algo lo suficientemente llamativo para darles a conocer a esta fantástica afición?

Aprendiendo a perder la vergüenza

El reto me viene a la cabeza cada cierto tiempo e incluso me había acercado a otras propuestas más infantiles como Pequeños Detectives de Monstruos, pero por una razón u otra nunca habíamos terminado de sentarnos a la mesa. El caso es que es una de esas experiencias que, más allá del tema de la imaginación y el probar otro tipo de pasatiempos, me parece importante para poder luchar contra uno de los grandes males de mi casa: las vergüenzas.

Sentarse alrededor de una mesa con otros extraños a simular que eres un enano clérigo de buen trasfondo y experto en piedras no es fácil para un niño de 7 años y, menos aún, para un preadolescente de 12, pero yo era el típico chaval tímido que me perdí muchas cosas por no saber abstraerme y, aunque no me importa si sus aficiones o gustos terminan siendo completamente distintos a los míos, sí me gustaría que sus experiencias con la vida puedan llegar a alejarse de ese pudor.

Tras las coreografías chorras de cumpleaños y el salir a bailar en una discoteca improvisada, el siguiente paso era imaginar que eras otra persona y actuar en consecuencia. Como en una obra de teatro o, con algo más llamativo, como en un juego de rol de Dragones y Mazmorras. Otra de esas cosas que a mí se me habría atragantado por completo en esa época.

Pese a ser yo poco amigo de introducir a tus hijos tus propias aficiones por el gaznate -aquí a cada uno que le guste lo que le salga del pepo-, la suerte ha querido que sean grandes aficionados a los videojuegos, así que su afición a Minecraft parecía una buena excusa para saltar de un mundo a otro.

De cero a principiante en 30 páginas

Tras empaparme todo lo posible del reglamento de la caja de inicio de esta última edición de Dragones y Mazmorras, apenas 30 páginas que se leen relativamente rápido pero que requieren algo más de atención y retención porque no para de introducir conceptos, lo siguiente era plantear en cierto sentido por dónde iban a ir los tiros.

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Quería que fuese lo suficiente liviano para que no se me acobarden nada más empezar, así que la idea era explicarles lo básico y, a partir de ahí, que su imaginación frente a lo que podían o no podían hacer hiciese el resto. Es decir, que las reglas debían ser en todo momento una guía, no una imposición.

¿Por qué no inventarme yo todo, entonces? Bueno, porque ser padre de tres hijos y montar una partida de rol en una época con chopomil lanzamientos de videojuegos y análisis pendientes está lejos de ser algo que se parezca mínimamente al concepto tiempo libre. Por eso y porque, bueno, a quién no le gusta que le den las cosas hechas.

Cosas como hasta qué altura puede saltar un personaje en base a su estatura para agarrarse a un saliente, o cómo escapar del agarre de un enemigo, son las típicas cosas que fácilmente podrían pasarse por alto y que mediante las reglas te van a permitir aportar algo más de variedad y realismo a la situación.

Con Minecraft y los tutoriales de videojuego como excusa

Lo siguiente, igual de jodido que lo primero, era crear unos personajes, y aunque aquí reconozco que pasé bastante por alto gran parte del contenido del mismo al inicio, dependiendo de la situación iba introduciendo cosas como qué idiomas conocían y cómo podrían resultar útiles en ese momento.

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La idea, a grandes rasgos, era ir avanzando en la partida como si se tratase del tutorial de un videojuego. No puedo darle a un crío de 7 años una página escrita por ambas caras y pretender que sea consciente en todo momento de lo que hay ahí, pero sí puedo adaptar un lenguaje que ellos conocen como el del videojuego para que sea más fácil ir interiorizando conceptos poco a poco.

Tras estar paseando por su poblado de Minecraft forjando armas y comprando recursos, se acercaron a un portal que había aparecido de repente para viajar a otro mundo completamente distinto. Acababan de llegar a la Isla de las Tempestades, y a partir de ahí me tocaba a mí seguir el hilo.

Tras repartir las hojas de personajes y ayudarles a entender bajo qué condiciones jugarían, tocaba agarrarse al libreto que, más allá de las reglas, te ayuda a introducir la historia, dar contexto sobre lo que se van encontrando paso a paso, e improvisar pruebas y combates con los que pudiesen aprovechar las armas y recursos con los que habían llegado hasta ese lugar de fantasía.

Una aventura prometedora

Pese a que el libreto deja claro qué es lo que debes comentarle a ellos y qué es lo que debes guardarte para ti, es otra lectura -esta vez de unas 50 páginas- que es recomendable traer ojeada de casa. Para que nos entendamos, lo de decir "tira los dados y a ver cuánto daño haces" puede hacerlo cualquiera, lo de crear un mundo creíble y cohesionado en el que cada decisión lleve de un sitio a otro sin que te tropieces con tu propia improvisación es algo más complejo.

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Introducir nuevos personajes, que estos te hablen de misiones secundarias, controlar el estado de la marea para saber si en ese momento del día puedes entrar o no en una cueva submarina, cuándo suben de nivel y qué consiguen tras ello, qué pueden llegar a encontrar entre las cajas de un pecio…

Es de agradecer que, pese a tener siempre la puerta de dejar volar la imaginación para plantearles otros retos que no estén escritos en piedra, el libro de Dragones y Mazmorras sea lo suficientemente detallista para poder aportar valor constantemente a la historia que están viviendo.

Lo que apuntaban a ser un par de horas entretenidas y poco más se convirtió en una tarde fantástica que no tardaremos en repetir para continuar la aventura. Ayudó tener a gente con experiencia en juegos de rol que les invitase a ser más creativos y tomarse más a pecho sus decisiones, pero creo que a base de acompañarles en el proceso habríamos llegado al mismo lugar. Sin duda volveremos a la Isla de las Tempestades más pronto que tarde.

Dungeons & Dragons Starter Set: Dragons of Stormwreck Isle (Versión en Español)

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