Cómo era aquello, que los árboles no te impidan ver el bosque, o algo así. Siempre se me han dado bastante mal los refranes, pero ya no tengo 15 años como para agarrarme cada 2×3 a lo de “patada en los co**nes”. El caso es que ambas frases me vienen de perlas para explicar lo que he sentido justo después de terminar la prueba del que, desde ya, es uno de mis juegos más esperados de este 2023.
El bosque se llama Jusant, los árboles van desde las caras de Starfield hasta el agua de Spider-Man 2, y la patada en la entrepierna es caer en ese bucle de quejas sin sentido y polémicas que no llevan a ningún sitio mientras se nos escapan entre los dedos una inabarcable cantidad de juegos a los que es difícil, casi imposible, seguirles la pista.
Menuda joyita es Jusant
Jusant, de Don’t Nod, es el típico juego bonito que parece estar ahí para cubrir un hueco en una conferencia que la industria del triple A ya no alcanza a rellenar. Una de esas joyas que te entran por la retina durante unos segundos pero que inevitablemente se olvidan pasadas un par de semanas si no hay un machaque que lo impida.
Hoy, con el primer hueco en unos días de locos en los que ha habido tiempo para poco, he decidido que quería vivir de primera mano la otra cara del E3, la de los juegos bonitos y entrañables que no suelen gozar de ese machaque pese a merecerlo bastante más.
Jusant no viene a revolucionar nada, y de hecho, especialmente para los que somos fans de la escalada e intentamos acercarnos a todos los juegos que quieren rendirle homenaje con más o menos acierto a este deporte, es probable que sus mecánicas ya las haya visto en más de un sitio.
En cualquier caso en Jusant el debate sobre la inspiración se difumina rápido, tan pronto comprendes que aquí la fuerza no está en las mecánicas que utilices para escalar, sino en el diseño de la pared que tiene como objetivo explotarlas.
Bajo la idea de apretar el gatillo para que la mano correspondiente se agarre, el resto de movimiento, tanto de orientar el cuerpo como la mano que esté libre, se realiza únicamente con el joystick izquierdo, rompiendo así con la necesidad de estar acudiendo a un joystick y a otro para controlar a qué piedra nos agarramos a continuación.
Uno de esos juegos que te calientan el alma
Tiene un poco de engaño, de aquello de agarrarte automáticamente a una piedra que igual estaba más lejos de lo que daba el brazo, pero se agradece el soporte en favor de una simplicidad que acaba siendo primordial.
Con ello Jusant se mete en el terreno de la fábrica de pescado de What Remains of Edith Finch, consiguiendo que empieces a escalar y a mover manos aquí y allá casi de forma intuitiva. Cuando te quieres dar cuenta, estás jugando sin esfuerzo a algo que durante los primeros compases te ha hecho detenerte un par de segundos.
Pese a no dar muchas pistas sobre hasta qué punto escalará la idea (JE JE), la demo que ya tenéis disponible en Steam sí cede un poco de hueco a demostrar que, pared a pared, es capaz de ir introduciendo nuevas mecánicas y variaciones que rompan con cualquier tipo de pesadez.
Está el descansar las manos, el poder anclar hasta tres mosquetones para asegurar saltos, y la jugada de utilizar el rapel y la cuerda suelta para balancearte hasta lugares de otra forma inaccesibles. Queda por ver cuánto llega a coger prestado de Grow Home al aprovechar la flora para crear nuevos apoyos, pero en cualquier caso parece que tiene suficientes trucos en la manga.
Que podamos seguir escalando montañas como la de Jusant es la muestra de que, pese al ruido que genera la crispación y los malos rollos, detrás de todas esas monsergas sigue habiendo una industria capaz de sorprendernos y enamorarnos. Vale la pena pararse un minuto de vez en cuando a comprobar que eso no ha cambiado.
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