Ashen es mucho más que una versión sencilla y accesible del RPG que no debe ser nombrado

Ashen es mucho más que una versión sencilla y accesible del RPG que no debe ser nombrado

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Ashen es mucho más que una versión sencilla y accesible del RPG que no debe ser nombrado

Ashen no es un videojuego que me haya conquistado por la vista. Desde que se presentó hace más de cuatro años como exclusivo temporal de Xbox One, me dio la sensación de que su estética estaba a medio hacer y que las mecánicas eran un calco de cierto RPG que no debe ser nombrado al ser ya un meme.

Sin embargo, aprovechando que este trabajo de los neozelandeses A44 debutó recientemente en Xbox Game Pass (junto con la Epic Games Store), quise darle una oportunidad. Y lo cierto es que tardó bastante en engancharme.

Con Ashen hay que ser pacientes de entrada

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Uno se siente como en casa al adentrarse en el universo de Ashen, puesto que su control es exactamente el mismo que el de ese juego de rol nipón que revolucionó el género en 2009. La gran diferencia es que aquí no hay experiencia, sino que el peso recae en nuestra habilidad y el equipo.

Se pueden aumentar la barra de vida y de resistencia, pero cumpliendo misiones o escudriñando su mundo en busca de objetos que sumen unos puntos extra. Debido a esto, tampoco hay almas ni nada parecido. Aquí ganamos escoria al matar a los monstruos, lo que viene a ser la moneda de cambio para los comerciantes o mejoras del herrero. Y si nos matan, perdemos toda la escoria obtenida, pudiendo recuperarla si regresamos hasta nuesto cadáver.

Las similitudes están ahí, pero son mucho más sutiles, ya que la producción de A44 se sigue desligando por otros derroteros, como la implementación de un mapa (tremendamente necesario por no brillar con la misma fuerza su diseño de niveles; no solamente por esa estética más minimalista donde ni los seres tienen rostro) o que contemos con un botón expresamente dedicado al salto, hasta el punto de poder trepar por los muros. La mayor diferencia es su universo.

No es, desde luego, un juego que muestre todas sus cartas de inicio, sino que va desgranando sus capas poco a poco, viendo cómo pasa de ser un RPG más a uno que nos puede tener enganchados casi sin darnos cuenta, especialmente si comprendemos su característica más especial: el multijugador pasivo.

Jugando con desconocidos de manera pasiva

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Tal y como sucedió en el evocador Journey de thatgamecompany, en Ashen nos podemos cruzar con desconocidos sin nombre, otros jugadores como nosotros que tienen el mismo objetivo de hallar el hogar del protagonista.

Al principio esto me generó mucha confusión, ya que creí durante un par de horas que esos aliados que iban y venían (pero de manera muy loca, con saltos en el espacio que huían de toda lógica) eran producto de la IA, de esos seres que iba rescatando por medio de las misiones (no ayudaba el aspecto tan generalista y minimalista de sus gráficos). Pero no. Esos aliados son personas reales y la comunicación con ellos se reduce a la mínima expresión, de ahí su gracia.

No me está pareciendo un RPG ni remotamente tan exigente como el que toma como referencia para su control, pero sí que tiene su gracia ver cómo van y vienen esos viajeros, como nosotros, sin restricciones de ningún tipo (porque no hay niveles de experiencia y es un mundo completamente abierto), siendo de agradecer que haya esa posibilidad de jugar con más gente... sobre todo cuando toca adentrarse en una cueva y hay que enfrentarse a gigantes, porque la linterna no alumbra todo lo que debería, ni siquiera cuando la dejamos en el suelo.

Lo más gratificante de Ashen es ver cómo evoluciona nuestro pueblo, ese punto de encuentro del que parte nuestra historia. Porque a medida que ayudamos a los NPC y estos van subiendo de nivel, nuestro pueblo irá creciendo en el número de habitantes y también a nivel arquitectónico, creando casas de la nada (y viendo cómo se van gestando), lo que nos permitirá gozar de más funciones: desde las mejoras del herrero o incrementar el límite de pociones hasta el teletransporte y la posibilidad de equipar reliquias o talismanes para nuestro avatar.

Es una aventura que va creciendo a medida que avanzamos, igual que nuestro interés por seguir con ella. Ahora me alegro de no haberla dejado tras la primera partida de una hora... Es como juzgar un libro por su portada o su sinopsis.

Plataformas: PC y Xbox One (versión analizada)
Multijugador: sí, online (pasivo)
Desarrollador: A44
Compañía: Annapurna Interactive
Lanzamiento: 7 de diciembre de 2018
Precio: 39,99 euros (Epic Games Store) | 39,99 euros (Xbox Live)

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