Ya lo venía advirtiendo Team Ninja desde hacía semanas: la última expansión de Nioh 2, bautizada como El primer Samurái, ofrece algunos de los mayores desafíos de toda la saga. Y tras llevar unos días con este tercer y último DLC desde su puesta a la venta del pasado 17 de diciembre, puedo dar fe de esto.
Con este contenido ya está completa esta precuela de Nioh, quedando a la espera de su adaptación a PC y la remasterización de ambas entregas para PS5 el próximo 5 de febrero de 2021. Pero, ¿ha merecido la pena esperar tanto?
Prepárate para sufrir para esta última historia
No hay que olvidar que Nioh 2 salió en PS4 el 13 de marzo de 2020, recibiendo su primera expansión (El discípulo del Tengu) el 30 de julio. Para la segunda (Penumbra en la Capital) hubo que esperar dos meses y medio, mientras que esta tercera y última ha entrado justita para despedir este año 2020 tan maldito.
Las dos primeras expansiones no fueron una panacea, pero sí que tuvieron sus buenos momentos y varios incentivos a mayores para seguir su historia, como el hecho de poder recibir dos armas nuevas (vara doble y puños), toparse con varios Yokai debutantes en la saga o implementar otra serie de desafíos, como las piedras de penitencia. Sin embargo, en El primer Samurái no hay sorpresas.
Para empezar, aquí no debuta ningún arma nueva, lo cuál ya supone una leve decepción, pero es que tampoco aporta una cantidad significativa de Yokai adicionales, tirando de archivo en algunos casos para rescatar algunos de los más imponentes, como Otakemaru, uno de los jefes más duros que aquí se muestra más agresivo y con un patrón de ataques más variado y poderoso que nunca.
Al viajar al periodo Heian en el año 797, estamos a nivel cronológico en la era más antigua de Nioh 2, una situación ideal para conocer el pasado de la figura histórica de Otakemaru, que desató su furia contra los habitantes de la provincia de Ise acabando con un ejército de 30.000 hombres como si nada con magia onmyo.
El primer Samurái no brilla como DLC en Nioh 2
Con nuestra llegada a la zona, casualmente nuestro primer duelo será contra esa figura imponente, siendo (de largo) el enfrentamiento que más me ha desesperado de toda la saga... y eso que no habrá que derrotarlo, sino debilitarlo hasta que le quede menos de un tercio de vida. Pero es que con un par de golpes nos mata fácilmente y aguanta bastante la mayoría de estados alterados, para colmo.
Bajo un escenario nuevo, pero familiar (otra aldea abandonada y en ruinas, plagada de Yokai de distintos tipos), ese enfrentamiento da pie a otra zona directamente conectada, donde hará acto de presencia otro rostro familiar.
El problema es que esta expansión peca de continuista y en ningún momento sentiremos algo parecido a las dos anteriores, que al menos intentaron aportar algo de novedad al exigente cóctel de Nioh 2. Y eso que, en lo personal, me ha gustado alguno de los (pocos) Yokai nuevos, como el cabezón Konaki-jiji.
Al haber pasado un par de meses desde la segunda expansión, estaba un pelín desentrenado, cierto es, aunque no me costó habituarme a los controles teniendo en cuenta que actualmente vuelvo a estar con Demon's Souls, pero sí que he notado que esta expansión ya no me ha enganchado como las dos anteriores hasta el final. Y personalmente no me motiva el modo de dificultad adicional, bautizado como Sueño del Nioh. Ya me llega con lo que hay, no quiero sufrir más.
En resumen, Nioh 2: El primer Samurái es una expansión menos inspirada que las dos anteriores, pero que sin duda hará las delicias para los más veteranos en Nioh que busquen un reto a lo largo de un par de misiones extra para la historia y unas cuantas secundarias para sumar la habitual decena en esta clase de expansiones. Todo por 9,99 euros, como las dos anteriores, o bien 24,99 euros del pase de temporada, que actualmente está de oferta hasta el 9 de enero por 17,49 euros.
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