No sé en qué momento de enajenación mental se me ocurrió pedirle a Hitman 3 que fuese mucho más que los dos anteriores. Tampoco por qué hice lo mismo en el salto del primero al segundo, pero es algo que me ha acompañado durante toda la partida al grito de “pero qué dices, anormal, si esto está guapísimo tal y como está”. Y es cierto, realmente es una gozada.
Puede que la idea de los numeritos detrás del nombre tengan la culpa cuando, en realidad, la trilogía es un todo al que le sobran las cifras. Que ha buscado evolucionar lo mínimo para poder mantenerse jugable en su totalidad. Uno de los casos del clásico “si ya funciona, no lo toques” en el que Hitman 3 sólo es una muestra más de lo acertado y comprensible de ese enfoque.
Un largo y satisfactorio camino
Lo que inició su andadura como una aventura episódica de buenas intenciones y mejores mimbres, es ya un monstruo absoluto con decenas de horas a sus espaldas. El cómo recibimos esos distintos escenarios convertidos en capítulos, aquí del tirón, es lo único que separa Hitman 3 de lo vivido en 2016 con el primer Hitman.
Desde entonces su evolución ha sido escueta, ya no por falta de ganas o ambición, sino por la idea de mantener una misma línea e ir incorporando tímidas variaciones o mejoras en los juegos anteriores. Visualizar objetivos desde un espejo o utilizar un teléfono móvil son acciones fáciles de integrar del juego actual al anterior, pero revolucionar una mecánica ya es otro cantar.
Si Hitman 3 no es un salto evolutivo cuantioso respecto a lo vivido en los dos anteriores es precisamente por eso, porque hoy más que nunca apetece ponerse a jugar al primero y llegar hasta al último del tirón, ya sea en una maratón de un día -más bien dos- o escudriñando cada uno de los niveles para que los tres juegos te duren un mes a sol y a sombra.
Más importante si cabe es el hecho de no necesitar ese salto. Si bien hay retoques como la ampliación de más misiones con objetivos adicionales que van más allá de simplemente matar a fulanito o menganito, la estructura e idea básica del juego es completamente lineal.
Gran parte de lo que hacía cinco años atrás puede repetirse ahora, y esto es así porque aquello era un juegazo entonces igual que esto resulta serlo ahora. Hitman 3, y toda la trilogía, es una clase magistral de diseño de niveles y de amor por una franquicia.
Uno de los pocos ejemplos de personaje, historia y saga con solera, que saben reciclarse, reinventarse y salir airosos de ese tremendamente complicado salto mortal. Mi más sincera enhorabuena y más sonoro aplauso a IO Interactive por lo conseguido durante todos estos años.
Sigilo bien hecho
Siguiendo en la misma línea con la que empezaba este texto, lo mejor que puedo hacer es replicar al Agente 47 como maestro del disfraz y, con el trabajo ya hecho, quitarme la careta: los juegos/secciones de sigilo se me hacen bola. Quedarme mirando a la pantalla a la espera de un soldado que viene caminando desde Cuenca para poder pasar al siguiente es algo que me aburre soberanamente.
Puede que la culpa sea más del mal diseño en ciertos juegos que utilizan el sigilo, pero pocas veces disfruto siendo la sombra imperceptible que debería ser. Especialmente cuando tengo un arma cargada que me quema en las manos. Y precisamente por tener tan poca mecha respecto a ese tipo de ideas, cuando llega un juego que lo hace soberanamente bien me gana al instante.
Llámese Metal Gear Solid V, llámese Dishonored 2, llámese Hitman 3.
El guardia que viene de Cuenca sigue ahí de una forma u otra, pero en vez de tener que quedarte tras la esquina de un largo pasillo esperando, la libertad de acción para pasar inadvertido frente a sus ojos -o agarrarlo del pescuezo con la cuerda de un piano- es lo que marca la diferencia.
En Hitman 3 nunca estás esperando porque siempre estás atento a algo más. El escenario, absoluto protagonista de cada uno de los niveles, es la clave de un juego en el que la observación suele ser siempre más importante que la acción.
El buen asesino es el que, antes de dar cualquier paso, ha explorado para saber qué hacen sus objetivos, qué disfraz puedes aprovechar para pasar por cada zona, qué armas hay disponibles, qué accidentes puedes provocar, qué rutas siguen los personajes, qué rutas siguen los personajes cuando algo provoca que cambien de ruta y, sobre todo, cómo aprovechar ese puzle a lo aventura gráfica que esconde cada estancia.
Cuál es, en definitiva, el “usar pollo con polea” que te puede facilitar convertir toda una sala en una cámara de gas que envenene a sus ocupantes para que puedas pasar por ahí como quien no quiere la cosa. Esos momentos eureka en los que el juego te aplaude haciendo que los cuerpos de tus objetivos choquen contra el suelo mientras tú te marchas de allí dándole la espalda a lo ocurrido.
Sus escenarios, el principal protagonista
Cada escenario es un engranaje de reloj exquisitamente armado para que acción y reacción estén en perfecta harmonía. Siendo muy conscientes de todo lo que puede salir mal en un juego a lo mundo abierto, su dominio sobre lo que ocurre sorprende en pequeños niveles y apabulla en los más grandes y poblados.
Está por llegar el momento en el que algo no sale como debería o no hay una reacción acorde. Si bien es cierto que si te lías a tiros en una discoteca el público debería salir de ahí como alma que lleva el diablo, que se agachen a la espera de que pase el temporal es la única reacción posible frente a un “game over” que sería más contraproducente y poco satisfactorio que la libertad de la que hace gala con esas concesiones.
Pero más allá de eso, cada una de las pequeñas o largas tramas y posibilidades que ofrece cada nivel es digna de ser vivida y disfrutada. No soy de juegos de sigilo como tampoco lo soy de cazar logros, pero este es uno de esos títulos que irremediablemente se presta a ello.
Por lo general la idea es aprovechar las primeras partidas para ver las historias que ofrece cada escenario, una forma simple de seguir su narrativa para convertirse en un falso conejillo de indias para acercarte a tu objetivo, o hacer lo propio disfrazándote de detective para resolver un crimen.
Lejos de apuntar a un objetivo global, matar a X, con esas historias que vas encontrándote en tu paseo por la zona, y que puedes decidir seguir u obviar -libertad ante todo, incluso para eliminar cualquier atisbo de pista sobre qué hacer a continuación-, la idea de esas historias es introducirte en el escenario y sus posibilidades dando pequeños pasos más asequibles.
Una lección que sabe a gloria cuando, ya con la sartén por el mango y alguna bonificación adicional como un arma escondida en algún punto del mapa, o un inicio en medio del meollo en vez de desde fuera, te desplazas hasta la pestaña de desafíos e intentas superar los que el juego ofrece. Cuando el "matar a X" se convierte en "matar a X con un patito de goma" es cuando Hitman 3 y su delicado engranaje demuestra su valía.
Un pequeño salto por un bien mayor
La inclusión del teléfono como parte del arsenal de 47, una excusa para incluir un limitado modo fotografía y añadir algo más de chicha a acciones que bien podrían haberse quedado en un “pulsa X para interactuar”, es la gran baza de un juego que crece también tímidamente con la llegada de los atajos permanentes. La escalera a la que no podías acceder en la primera vuelta estará siempre ahí en las siguientes tras haberla desbloqueado.
Por lo demás, los cambios son relativamente limitados y Hitman 3 es tan grande y tan bueno como lo son sus escenarios. Hay algunos que saben un poco a oportunidad desaprovechada porque, por poner un par de ejemplos, la fiesta en una discoteca de Berlín está lejos de ser tan despampanante como la pasarela de moda que inauguraba el primer Hitman, y lo que debería ser una megaciudad superpoblada china palidece en comparación con lo visto en Bombay en Hitman 2.
No todo puede ser perfecto y siempre hay un par de escenarios que te dejan peor sabor de boca que el resto, pero más allá de lo atractivo del teatrillo montado, lo que acaba pesando más es lo que hay tras el telón, y ahí sigue sin haber opción a queja.
Exquisito como es en lo jugable y lo visual, también acaba siéndolo en lo que respecta a su trama, una historia a lo Misión Imposible que, precisamente por llevar una docena de esas a nuestras espaldas, se vuelve más previsible de lo que nos gustaría.
Por suerte las sorpresas siguen ahí, en forma aquí de un excelso capítulo final que rompe la idea de escenario abierto para trasladarte a un pasillo en línea recta que, lejos de romper con su filosofía, consigue que sea aún más reseñable. Lástima no poder hablar más sobre lo que en esencia es una muy grata sorpresa, especialmente cuando al descoloque inicial le sigue una ristra de desafíos igual de ilusionantes.
No se me ocurre un mejor final para un largo camino que nos ha tenido en vilo hasta el final, ya no por lo que pudiese ocurrir con 47 en su historia, sino también por el destino de la trilogía y el de una IO Interactive que inició su andadura con Square Enix y ha acabado autopublicando su último capítulo. Gracias al universo por los finales felices.
La opinión de VidaExtra
Lo que empezó su legado como una saga doble A es ya un emblema de la industria del videojuego a la altura de los grandes. Puede que con anteriores títulos la idea de los disfraces y los asesinatos tuviese su gracia, pero que nadie se lleve a engaño, lo que ha conseguido la trilogía de Hitman es poner en su sitio a la franquicia.
Y ese es, tanto para Hitman 3 como para los dos anteriores, un puesto en el Olimpo para aquellos juegos que no tienen rival. Hay otros juegos que pueden parecerse a un Super Mario, pero el original es único por méritos propios.
Con Hitman pasa exactamente lo mismo. Claro que hay otros juegos de sigilo en los que debes asesinar diferentes objetivos, pero no hay ninguno como este. Tal vez no sea perfecto, pero nadie más ha sido capaz de ofrecer lo que hace él.
Hitman 3
Plataformas | PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series, Switch y PC (versión analizada) |
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Multijugador | No |
Desarrollador | IO Interactive |
Compañía | IO Interactive |
Lanzamiento | 20 de enero de 2021 |
Precio | 59,90 euros |
Lo mejor
- Otra fantástica sucesión de niveles y asesinatos
- Sus tramas de introducción son cada vez más enrevesadas y sorprendentes
- Una auténtica joya para los completistas
Lo peor
- No todos los niveles brillan al mismo nivel
- No habría estado de más contar con alguna novedad adicional
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