Para un género que no vive el mejor de sus momentos en consola más allá de lo que ofrecen algunos simuladores (además de los lanzamientos que están por llegar), la inclusión en el catálogo de juegos como ‘Sebastien Loeb Rally Evo’ es sin duda una grata noticia.
Con él se añade variedad, otro juego en las estanterías al que pueden acercarse los fanáticos de este tipo de títulos de conducción y, con ello, una reactivación del mercado que, a la espera de otras oportunidades como la de 'DIRT Rally', pueden empujar a las compañías a que el género vuelva a la época de PSX y PS2.
Sebastien Loeb Rally Evo huele a doble A
Milestone firma aquí uno de sus títulos más completos, uno de esos juegos en los que se palpa especialmente el cariño puesto en el proyecto con la misma fuerza que se echa de menos algo más de presupuesto para darle el empaque final a un juego de nueva generación.
‘Sebastien Loeb Rally Evo’ sufre de dos grandes problemas en ese sentido, dos aspectos que parecen especialmente atados a la necesidad de contar con más capacidad de producción y tiempo de desarrollo.
Por un lado está el acabado gráfico, vistoso pero muy alejado de la sorpresa de un título de nueva generación. Encontrar un ratio de imágenes por segundo capado a 30 fps en consolas (60 fps en el caso de PC) deja buena cuenta de que se ha llegado hasta donde se podía con el motor Yebis 3.
En el otro está el control, algo que sólo podrán apreciar aquellos que tengan un set de volante en casa y puedan comprobar de primerísima mano la diferencia entre la maniobrabilidad conseguida para ese tipo de periféricos y el abismo que hay respecto al uso de un pad, mucho más arcaico e incómodo.
Da la impresión de que la ayuda de Loeb a la hora de equilibrar volantazos y giros ha estado más centrada en los primeros que en los segundos y, allí donde brilla con un volante en las manos, peca de ser algo pobre cuando lo que tenemos es el joystick de un mando convencional, como si dichos ajustes se hubiesen pasado por alto al diseñar su experiencia.
Es, además, un juego en el que la vista interior o sobre el capó juega muy a su favor, dejando vendidos a los que prefieran la exterior con una extraña sensación en la que parece que el control se realice sobre el escenario en vez de sobre el coche.
Acercándonos a la auténtica simulación del rally
Por otro lado las sensaciones de los vehículos demuestran que hay un gran trabajo detrás, nada que ver con los típicos juegos de rally en los que cualquier volantazo lleva al coche a derrapar sin control como si las pistas estuviesen recubiertas de hielo.
Claro que puedes hacer derrapar los vehículos para intentar arañar segundos o cerrar eventos con una entrada triunfal a cámara lenta, pero hacerlo será trabajo tuyo, obligándote a jugar con el agarre del vehículo y aprendiendo a conducirlos como un auténtico piloto.
Ahí las ayudas como el control de estabilidad, frenado y la dirección de trazadas jugará un gran papel de cara a adoctrinar a los jugadores más inexpertos, y es que aquellos que se lancen de cabeza a por el juego sin ayudas y no tengan algo de pericia al volante van a tirarse más tiempo utilizando los rebobinados de ayuda que corriendo.
Lamentablemente ahí será cuando salga a relucir otro de los grandes problemas del juego, y es que mientras que los sistemas de colisión y físicas entre asfalto y vehículo funcionan a la perfección simulando ese mencionado agarre, las colisiones contra elementos del escenario vuelven loco al coche de una forma muy poco realista.
Vehículos volando o atascados en zonas concretas sin que haya un fallo de motor acaban siendo bastante comunes cuando aún no le has cogido el truco a su control, por lo que el botón de rebobinado o el de recolocar el coche en pista se hacen imprescindibles durante esas primeras horas de juego.
Muy recomendable para los fans de Loeb
Donde no puede haber quejas y el juego brilla con una luz especial es en sus valores de producción, ya no sólo por unos menús fantásticos y plagados de pistas y eventos en los que perderte durante días (con una fantástica recreación de Pikes Peak que supone la guinda sobre el pastel), también con el modo que nos invita a seguir la historia de Loeb en el mundo del rally.
A través de diversos vídeos en forma de documental y entrevistas, el piloto nos habla de las pruebas, de su experiencia con el mundo del motor y nos acerca un poco más a las sensaciones que estaríamos viviendo si estuviésemos oliendo gasolina en vez de el plástico del mando.
El entrar en esa olvidada categoría de juegos doble A en vez de aspirar a más le juega más de una mala pasada, pero tampoco sería justo no reconocerle a Milestone el mérito de haberse acercado de la forma más fiel posible al mundo del rally con un empaque digno de mención. Los fanáticos de este tipo de categorías no deberían quedar decepcionados.
A favor
- Gran variedad de pistas y pruebas.
- Los documentales que repasan la carrera de Loeb.
- Un juego de rally que sabe acercarse a la simulación.
En contra
- A nivel gráfico se queda algo corto.
- Las físicas y colisiones hacen aguas en determinados momentos.
- El control no está todo lo bien ajustado que debería.
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