No recuerdo muy bien el motivo por el que dejé de lado (durante tanto tiempo) Afterparty, pero sí que no había olvidado que no había jugado prácticamente nada. Es algo extraño, casi paranormal, sabiendo cuánto disfruté Oxenfree en 2016.
Pero siendo Halloween y con su último día en Xbox Game Pass, necesitaba darle otra oportunidad y "pasar de la primera borrachera" para descubrir si me he perdido algo interesante de este segundo gran trabajo de Night School Studio.
¿Barra libre en el infierno? Shoder, parece un sueño
Que sea abstemio no significa que no me llamase la atención desde un principio la propuesta de Afterparty, al ponernos en la piel de Milo y Lola dentro de una fiesta en la que no paran de beber alcohol intentando encajar con el resto de personas que están junto a ellos. El problema es que están muertos y camino del infierno.
No era la primera vez que me veía en una tesitura similar dentro de un videojuego, ahí está por ejemplo el histriónico Manual Samuel, pero el estilo de la aventura de Night School Studio es completamente distinto, muy en la línea de su anterior trabajo: fuerte presencia de diálogos dinámicos y trama genial; pero sin puzles.
Todo el peso recae, por lo tanto, en los personajes, en las historias que nos van contando, no solamente por parte de esos dos amigos que viajan al infierno tras una muerte repentina, sino por los diferentes tipos de monstruos que pueblan las distintas islas de los dominios de Lucifer, con un lenguaje bastante cachondo (no extento de insultos, por supuesto), sobre todo para el demonio encargado del "bienestar" de Milo y Lola, Wormhorn, una de las grandes estrellas de la función.
Lógicamente, Satán es otro de los reyes del mambo en este juego, siendo un personaje memorable que, para más inri, será nuestro salvoconducto para una posible resurreción... si lo vencemos en un duelo para ver quién es capaz de beber más alcohol en su gran fiesta. Y sí, Afterparty tiene un botón para beber alcohol.
Afterparty no te gustará tanto como Oxenfree
A priori la misión no será nada sencilla, si tenemos en cuenta que tan solo perdió dos veces en toda su historia, pero lo bueno es que en el infierno podemos beber todo lo que queramos, que no afectará a nuestra salud. Tan solo veremos la pantalla borrosa durante unos segundos (efecto que hace gracia al principio, pero acaba molestando después). Lo curioso es que tendrá una función oculta...
Y es que, tal y como sucede en la vida real, la ingesta de cierta bebida alcohólica puede desinhibir a Milo o a Lola, o hacer que muestren su agresividad, desbloqueando un diálogo extra con el que poder manipular a ciertos sujetos en Afterparty, como provocar una pelea para que los echen de un bar, por ejemplo.
Es una aventura menos profunda y sorprendente que Oxenfree, por otro lado. Si bien resultan una delicia los diálogos, tanto los que siguen el devenir de la historia como los que simplemente proceden de personajes secundarios, como ese trío de una etapa pretérita que quiere seguir cantando, Afterparty no ofrece tantas alternativas y sigue siendo muy lineal, pese a la posibilidad de ciertas elecciones.
No deja de ser una visión mucho más oscura que The Good Place, pero donde necesitarás un buen nivel de inglés para comprender todas sus referencias y no perderte por algunos diálogos enrevesados, ya que no podrás pausarlos. Porque al final, los escasos minijuegos disponibles, como baile o beer pong, no son lo verdaderamente importante de una historia que te atrapará por el atractivo de sus personajes. Hasta viajando en taxi para desentrañar la leyenda recurrente sobre esos mensajes satánicos al escuchar ciertas canciones de la Tierra al revés...
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