A nadie le sorprenderá ya a estas alturas que venga alguien y diga que Craftopia es una mayúscula locura. Famoso por convertirse en una cuestionable inspiración de Breath of the Wild, el juego de supervivencia picotea de aquí y de allá sin importar el género para crear algo lo más grande y sorprendente posible.
Y así, de craftear un puñado de armas de madera tras pegarle a un tronco con un hacha, saltas a preparar recetas, capturar animales salvajes, regar granjas cosechadas por máquinas autómatas, y conducir tanques y aeropatines. No digas “por qué”, simplemente piensa “por qué no” y deja que la cosa fluya. Y así, pese a lo complicado del reto, tal vez entiendas un poco cómo Craftopia se ha convertido en superventas.
Videojuegos: el videojuego
O no, claro, porque es de esas cosas que si te las explican no te lo acabas de creer, y si lo ves en directo aún menos. Craftopia, más allá de esa pinta surrealista que ofrecía en su vídeo de presentación, es uno de los accesos anticipados más en pañales que me he encontrado.
Enemigos sin sonidos propios, edificios que una vez colocados en el suelo empiezan a temblar, un multijugador al que aún le queda mucho para hacer honor a su nombre, una IA bastante cuestionable… Un estado bastante prematuro que, sin embargo, choca de lleno con todo lo que hay a nivel de contenido.
Árboles de habilidades en los que puedes pasarte semanas, una cantidad apabullante de recetas de crafteo, una colección de platos de comida que ya quisieran la mitad de los restaurantes de mi pueblo, vehículos, armas, magias, automatismos, sistema de islas. Es que es de locos, de verdad.
Tal y como se muestra en el tráiler, es ese cóctel de ideas colocadas sin ton ni son que te lleva a pensar dos cosas: no tiene ningún sentido juntar esto con esto otro y, en segundo lugar, es imposible que quiera hacer tantas cosas y todas le salgan bien. Pero ojo, que igual aquí es cuando llega el giro y te quedas de pasta de boniato.
Potencial a largo plazo
¿En serio? ¿Lo han conseguido? Qué va. Aquello es un sindiós en el que tan pronto estás cocinando un huevo frito como montando una rampa a lo Fortnite para escapar de un laberinto que presumiblemente deberías superar escalando. Es divertido por lo absurdo que resulta en muchas ocasiones, pero por otro lado es difícil no reconocerle el esfuerzo de querer aunar todas esas cosas y (casi) salirse con la suya.
Por todo lo que ofrece, perderse en él acaba siendo un pozo en el que sólo la falta de paciencia frente a situaciones que se repiten, por ejemplo idénticas mazmorras, es lo único que te impide seguir adelante. Ir evolucionando a base de recetas cada vez más locas es siempre un regalo para los fans de este tipo de juegos. Más aún cuando el tutorial hace todo lo posible por mantenerte entretenido. Acabas siguiéndole el rollo sólo por ver qué nuevo conejo se saca de la chistera.
En Craftopia hay potencial para que de aquí a unos años volvamos a hablar de él reconociéndole que, por fin, lo ha conseguido, A día de hoy el único camino fiable frente al juego es el de tirarte a la piscina con una fe ciega. El dibujo en la caja del puzle es muy prometedor, pero unir todas esas piezas va a requerir un esfuerzo brutal.
Yo seré el primero en alegrarme si eso ocurre. No vamos precisamente sobrados de juegos que se pasen las reglas por donde no brilla el sol, así que tener uno con el que echar el rato y unas risas siempre es de agradecer. Lo seguiremos de cerca para ver cómo avanza, pero aún queda un largo camino por recorrer antes de que me atreva a recomendarte que le eches un ojo a Craftopia.
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