Quiero compartir con vosotros, queridos lectores, algo que me pasó hace poco. Le estaba yo hablando a un amigo de lo normal y a la vez alarmante que resulta encontrar niños jugando a títulos adultos. Que si es preocupante la ignorancia de los padres sobre lo que ven o juegan sus hijos, que si eso afecta a la visión que de los videojuegos tiene la sociedad en general… Ya conocéis ese discurso, hemos tratado el tema en más de una ocasión en Vidaextra.
Pues bien, mi amigo, que al contrario que yo es un avezado jugador online, empieza a contarme entonces una historia muy curiosa que le había ocurrido al respecto. Por lo que se ve, estaba jugando al multijugador online de ‘Call of Duty’ con unos cuantos amigos cuando de repente… ¡PUM!
Un disparo certero había derribado a un miembro del equipo. El pánico cundió al grito de ¡Francotirador! ¡Francotirador! Todos se repartieron estratégicamente como habían hecho en multitud de situaciones como esta. Era cuestión de adivinar de dónde había venido el tiro, de cercar al tirador y de acabar con él antes de que el mal fuera mayor… ¡PUM!
No había dado tiempo a confirmar la estrategia cuando otro compañero caía fulminado al suelo. Los gritos de unos y otros se entremezclaron de forma caótica a través del head set. Entre el griterío se impuso la voz de un miembro destacado del equipo, ese al que todos siguen sin pestañear y del que todos se fían en situaciones peliagudas como esta ¡Calma, calma, vamos a inten…! ¡PUM!
La caída del lider desmoronó al resto del grupo, todo el mundo empezó a correr y a disparar a lo loco, sin embargo, entre el caótico tiroteo sonaba de forma fría y calculada un sonido como un martilleo: ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!
A los pocos minutos nadie quedaba en pie, la partida había terminado y lo único que se escuchaba ya era el soniquete de las estadísticas sumando puntos a aquel asesino implacable.
La indignación se mezclaba con el respeto en la sala de espera. Había sido increíble, menuda máquina de matar, ¿alguien llegó a ver algo? De repente una vocecita se escuchó desde algún remoto lugar a través de los head sets. Hola.
-¿Quién eres? ¿Una chica?
- No. Soy un niño. Respondió la vocecita.
- ¿Un niño? Pero ¿Qué edad tienes? Preguntó mi amigo con asombro y temiéndose ya una tremenda humillación.
- Diez.
- ¡Diez! Soltó encendido por el micrófono un miembro del grupo antes de hacer la pregunta de la que todos, malheridos en el orgullo, creían conocer la respuesta.
- ¿No serás tú el francotirador que ha acabado con todo el equipo hace un momento? Hubo un silencio durante unos segundos que se hicieron eternos.
- No.
¡Uff!, todos respiraron aliviados, habría resultado demasiado fuerte para el ego de aquellos experimentados, curtidos y treintañeros soldados virtuales.
- Ese es mi hermano.
- ¿Y qué edad tiene tu hermano, niño? Espetó mi amigo justo antes de recibir el disparo más certero y doloroso.
- Siete*
*Poned de fondo en este momento la terrorífica música que acompaña uno de los momentos álgidos de la película de [Stanley Kubrick](https://hipersonica.com/listas/las-peliculas-de-stanley-kubrick-ordenadas-de-peor-a-mejor/) ‘La chaqueta metálica’, ese en el que los protagonistas descubren que el francotirador que ha masacrado a media compañía es una niña.
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