En episodios anteriores de The Witcher 3: Wild Hunt... Estuve paseando por las Islas de Skellige y me encontré a un extraño grupo de hombres en una playa. Tenían el absurdo plan de explorar una localización llamada "La Cueva de los Sueños", que terminó siendo una cueva en la que tomamos unas hiervas que nos hicieron alucinar como si estuviésemos en una misión de GTA Online.
Tras los eventos de nuestra anterior aventura, continué investigando el paradero de Ciri por las Islas Skellige e hice algunas misiones secundarias. Yennefer y yo encontramos una aldea por la que pasó la Cacería Salvaje. Ciri estuvo allí. Llegó malherida. Un chico la ayudó, pero terminó muerto en un "jardín encantado". Yenn usa magia oscura (nigromancia) para resucitarlo momentáneamente y que nos cuente lo ocurrido.
Yennefer acaba agotada y asqueada tras una experiencia tan traumática, así que decide retirarse a descansar... pero antes me pide que la visite porque tiene un asunto personal que solucionar conmigo. Acepto. Aprovecho el viaje para contemplar el paisaje y recoger algunas plantas para pociones. Nada del otro mundo.
El Último Deseo de Geralt
Admito que no soy fan de las historias románticas. Sin contar la misión El Último Deseo de The Witcher 3, la última historia de este tipo que disfruté realmente fue "El Amor en Tiempos del Cólera" de Gabriel García Márquez. Creo que ese libro llenó el cupo de historias de amor para el resto de mi vida... aunque quedó un huequito para esta.
El Último Deseo es una de mis misiones favoritas de The Witcher 3 y el nombre del primer libro de la saga de Andrzej Sapkowski. Se activa tras los eventos en el jardín con Yennefer y se trata del asunto personal que la bruja dice que debe tratar con Geralt con urgencia. Y con cierta urgencia(no mucha) cabalgo hasta su localización...
La hechicera no me da demasiados detalles sobre su empresa: buscamos a Amos var Ypsis, un especialista en criaturas Djinns. En otras palabras: genios de la lámpara. No como el genio de Aladdin (grande Robin Williams), sino como el genio que vimos en la serie The Witcher de Netflix. Le interesa un Djinn que está en su posesión. Trato de sacarle más información, pero Yenn se pone intratable cuando quiere algo.
Visitamos tres localizaciones en barca en busca del Djinn. Yenn se queja de mis quejas mientras me sumerjo en las gélidas aguas de Skellige en busca del dichoso Djinn. ¡Trabajo en equipo! No logramos encontrar al dichoso genio, pero encuentro la mitad de un sello. Yenn abre un portal utilizando la magia del objeto para encontrar su otra mitad. No sé cómo. No pregunto. Atravesamos el portal.
El amor en tiempos de magia y djinns
Aparecemos en la cima de una montaña, junto a un barco varado. Sí, un barco varado en la cima de una montaña. Tal y como os lo cuento. Yennefer me insta a continuar, pero finalmente la freno en seco: "¿Para qué quieres el Djinn?", le pregunto. "El poder de un Djinn no tiene precio para un mago", responde Yennefer. No me trago la mentira, pero le sigo el juego: "¿Para qué quieres tanto poder?"
Yennefer cede y la verdad sale a la luz: "¿Cuándo tiempo llevamos así, Geralt? ¿Con lo nuestro? ¿Quince o veinte años? No dejamos de separarnos y volver a reunirnos... Está claro que algo nos atrae. Pero no sé si es un sentimiento verdadero o la travesura de un djinn."
Todo esto es por mi Último Deseo, de Geralt. "Le pediste al djinn que nos uniera para siempre. Quiero pedirle a este que anule el deseo", finaliza Yennefer con tono cansado. Trato de ser comprensivo y empático: "Comprendo. Quieres saber qué pasará si dejamos de estar unidos por la magia.." Asunto zanjado. Procedemos a explorar el barco en busca de la pieza del sello que falta.
Mientras busco la pieza, encuentro la causa de que haya un barco sobre una montaña: el dueño del Djinn deseó escapar de una tormenta y el ser traviesillo se tomó al pie de la letra eso de escapar. Volviendo al tema: encuentro la otra mitad del sello y Yennefer se dispone a unirlos para liberar al Djinn. Esa es la parte fácil, la difícil es dominarlo.
Mientras Yennefer invoca y trata de controlar al djinn, yo debo enfrentarme a él, espada de plata en mano, para debilitarlo y que Yennefer no sufra daños. El combate no resulta sencillo, pero finalmente logramos vencerlo. "¿Ves el hechizo que nos ata? ¡Solo un djinn puede anular el hechizo de un djinn! ¡Si lo eliminas, serás libre!"
Lo siguiente que veo es a Yennefer y a Geralt sentados al borde del barco. Ambos coincidimos en que no sentimos que nada haya cambiado. Quizás el djinn nos ha engañado. Quizás no. Yenn me da las gracias por ayudarla y que sigue sintiendo lo mismo al mirarme... y el sentimiento es mutuo.
Sin dudas y con el asunto zanjado, decidimos que el siguiente paso debe ser encontrar de una maldita vez a Ciri... aunque el mundo no se va a acabar por unos minutos de descanso. Nos quedamos abrazados mirando las vastas tierras de las Islas Skellige. No sabemos si el djinn ha roto el hechizo, pero ha quedado claro que es algo que no nos importa lo más mínimo.
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