Esto tenía que pasar. Hace una semana que dejé mi armadura y espadas de brujo en Kaer Morhen (The Witcher 3: Wild Hunt) para embarcarme en otra aventura igual de mágica y llena de monstruos: Hogwarts Legacy. ¡Y casi ha conseguido separarme de mi hechicera en Destiny 2!
Me hace ilusión contarte cómo han sido mis primeras 20 horas en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Pensarás: "pues igual que todas. Has aprendido mucha magia, avanzado en la historia principal y tal". ¡Pues te equivocas! Soy el peor alumno que ha visto Hogwarts porque estoy todo el día escapándome a deshoras y no asistiendo a clases para explorar.
La parte buena de ser un alumno horrible es que esta publicación NO TIENE SPOILERS de la historia principal de Hogwarts Legacy, así que puedes leer y mirar sin preocuparte. Te voy a contar algunas anécdotas de mis aventuras por el castillo y los exteriores, y quizás alguna misión secundaria. Nada que vaya a fastidiarte la experiencia.
Descubriendo el mágico mundo de Hogwarts Legacy
Mi incapacidad para centrarme en una cosa más de 10 segundos me ha convertido en el peor alumno de Hogwarts. Tras llegar a la escuela, seleccionar mi casa (Slytherin) y superar los primeros tutoriales, Hogwarts Legacy me deja campar a mis anchas. Logro mantener la atención hasta que visito Hogsmeade y aprendo el hechizo Incendio.
Basta un grupo de plantas amarillas que hacen sonidos de trompetas para distraerme y hacer que deseleccione todas las misiones. Abro el mapa, lo observo y mi mente recrea la escena de Bilbo en El Hobbit Un Viaje Inesperado: "¡Voy a emprender una aventura!" ¿Quién quiere una escoba para desplazarse más rápido? Todavía no la he desbloqueado, así que voy andando a todos los sitios.
Me encuentro en la muralla exterior de Hogwarts, al noroeste del castillo. Decido que lo más insensato es ir hacia el norte, hacia el Bosque Prohibido. No es el lugar más recomendable para ir nada más empezar, puesto que es oscuro, está lleno de arañas, cazadores furtivos y otros enemigos temibles; aunque vas a aprender a combatir por las mañas y subirás niveles echando hostias.
Camino durante horas. Hay algunas zonas muy bonitas con luciérnagas de tonos verdes y amarillos, aunque la mayoría del bosque está lleno de arañas y campamentos de furtivos. Finalmente, llego a la zona noreste del mapa, que se transforma en un lodazal.
Decido ir hacia una casa solitaria para explorar y activar el viaje rápido. Una señora muy alterada me pide poción Truenobrebaje. Me disculpo y le digo que no tengo, aunque mi reacción real es: "¿Truenoqué? ¡Señora, que no llevo ni dos días en el colegio! No sé ni hacer Alohomora". Que por cierto, telita marinera con el puñetero Alohomora...
Decido abandonar a la señora alterada y seguir dando vueltas. Encuentro muchas cosas que no sé para qué sirven, no puedo resolver la mayoría de puzles porque me faltan magias y tampoco puedo abrir NI UNA PUERTA DE TODO EL MAPA porque se ve que en el mundo de Hogwarts Legacy se fabrican los candados sin puñeteras llaves para que los abras con Alohomorra... ¡PERO YO NO SÉ ALOHOMORA PORQUE NO VOY A CLASE! Me indigno y me vuelvo al castillo.
¿Alguien puede enseñarme Alohomora, por favor?
Demos un pequeño salto en mi aventura. Me paso otras tantas horas dando vueltas al castillo de Hogwarts, descubriendo secretos aquí y allá, y por supuesto encontrándome setecientas puertas que no puedo abrir porque nadie quiere enseñarme Alohomora... ni siquiera el Nivel 1. Decido avanzar un poco en la historia, lo justo para desbloquear el vuelo con escoba y conseguir mi primera escoba voladora.
Me rindo. Nadie quiere enseñarme Alohomora, así que echo mano de mi escoba y me voy a explorar toda la zona sur del mapa. ¡Pero quieto parao'! Como buen joven que acaba de sacarse el carnet de conducir, me cae un recado que implica hacer uso de mi nuevo transporte.
El dependiente de la tienda de pociones de Hogsmeade necesita que haga de transportista: quiere que lleve una caja de pociones de invisibilidad a una señora que se encuentra en una aldea del sur. Está dispuesto a pagarme con tal de no cruzar palabra con ella. ¿Quién soy yo para rechazar unos galeones por hacer lo que tenía previsto?
Surco los cielos con mi escoba mientras observo los increíbles paisajes de la región de Hogwarts. La noche se me echa encima, pero no tengo ninguna prisa. Desde el cielo puedes ver las luces de las luciérnagas, las farolas marcando el camino y pequeños grupos de luz que señalan las aldeas.
Llego a la aldea y hablo con la señora, que sigue en su tienda a pesar de ser noche cerrada. Seguro que es autónoma, no hay otra explicación. Necesito dos segundos de conversación para entender por qué el dueño de la tienda de pociones no quiere hablar con ella: ambos se llevan matar. Ella dice que es un estafador y él dice que es una mentirosa.
Como buen andaluz, me encantan los chismes. Me meto de lleno en el conflicto: propongo que resuelvan sus conflictos y que aúnen conocimiento, pero ambos se echan las manos a la cabeza y se niegan. He visto suficientes telenovelas para saber que estos dos terminan en la cama, fijo. Exploro un poco la aldea, echo mano a mi escoba y vuelvo a la tienda de pociones para reclamar mi recompensa. No haría ascos a una expansión basada en el reparto de productos entre aldeas.
El resto de horas explorando tienen la misma temática: paisajes muy bonitos, combates desafiantes, puzles inaccesibles y puertas cerradas. Si quieres mi consejo: no sigas mi ejemplo. Te recomiendo que vayas a clase, progreses en la historia principal y comiences a explorar cuando alguien te enseñe el puñetero hechizo de Alohomora. Con suerte, yo lo habré aprendido cuando estés leyendo esta publicación. O no.
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