Nintendo dio con la tecla por completo en Nintendo 64. Super Smash Bros. apareció como un soplo de aire fresco y una perspectiva única hasta el momento: conseguir reunir a las principales figuras virtuales de una compañía para liarse a guantazos entre ellas. Las cifras de éxito comenzaron a llover en la compañía japonesa, motivo por el cual Sony decidió presentar batalla con PlayStation All-Stars Battle Royale.
Repetir la gloria
Lo cierto es que no le faltaban motivos de peso a la empresa para lanzarse a por semejante cometido. Con una batería de franquicias colosales, PlayStation había forjado una enorme cantidad de personajes icónicos que atraían las miradas en todo el mundo. Era el año 2012, con los últimos coletazos de PS3 y una PS Vita que a cada paso parecía ser el último en la industria.
Bajo este panorama, PlayStation All-Stars Battle Royale vio la luz en noviembre de hace once años para ambos sistemas bajo una política más que interesante. El cross-buy se impuso en Sony, ya que se ofreció una copia gratuita para la portátil si habías adquirido la obra en la consola mayor. Un 2x1 que quería servir como reclamo para el público y como medida beneficiosa para el consumidor.
¿Qué es lo que proponía exactamente el título? Con partidas de hasta cuatro jugadores simultáneos, la idea era la de dar rienda suelta a la acción en escenarios 2D con personajes 3D usando sus habilidades más características para eliminar al resto del combate. Así pues, una serie de orbes y puntuaciones indicaban en qué momento cada uno de los avatares eran capaces de realizar un movimiento especial que mandaba a freír espárragos al contrincante.
Los lugares que visitábamos eran únicos, pues nos encontrábamos con mezclas tales como un escenario basado en Jak & Daxter y Hot Shots Golf, otro inspirado en Uncharted y BioShock, y hasta lugares tan rocambolescos como una combinación entre God of War y Patapon. Las armas propias también hacían acto de aparición en el terreno para poder usarlas a nuestro favor, ya sea en el modo multijugador, desafío o el arcade que funcionaba como una campaña.
Polygon Man, la mascota de PlayStation America, era el elegido para alzarse como villano definitivo y poner fin a su reinado del terror. Los personajes que podíamos escoger eran los siguientes:
- Big Daddy (BioShock)
- Cole MacGrath (Infamous)
- Coronel Radec (Killzone)
- Dante (DmC: Devil May Cry)
- Emmett Graves (Starhawk)
- Cole MacGrath malvado (Infamous)
- Fat Princess (Fat Princess)
- Heihachi Mishima (Tekken)
- Isaac Clarke (Dead Space)
- Jak & Daxter (Jak & Daxter)
- Kat y Dusty (Gravity Rush)
- Kratos (God of War)
- Nariko (Heavenly Sword)
- Nathan Drake (Uncharted)
- PaRappa (PaRappa the Rapper)
- Raiden (Metal Gear Solid)
- Ratchet & Clank (Ratchet & Clank)
- Sackboy (LittleBigPlanet)
- Sir Daniel Fortesque (MediEvil)
- Sly Cooper (Sly Cooper)
- Spike (Ape Escape)
- Sweet Tooth (Twisted Metal)
- Toro Inoue (Doko Demo Issyo)
- Zeus (God of War)
La caída en picado
Sony tenía tanta fe en que este proyecto fuese exitoso, que le encargó el trabajo a Naughty Dog, pero la desarrolladora estaba más pendiente de sacar adelante The Last of Us. SuperBot Entertainment fue el estudio que se sacó de la manga la empresa en 2009 para acometer la obra, el cual se conformó con diversos trabajadores de Sony. Como líder indiscutible se alzó Omar Kendall, lo que parecía un buen seguro gracias a que en su currículum podíamos encontrar juegos de UFC o X-Men: Next Dimension.
Una de las bazas con las que quiso jugar PlayStation All-Stars Battle Royale fue con la de lanzar DLC progresivamente para nutrir al plantel de luchadores. Y es que esa fue la principal crítica planteada por la comunidad, pues el público ansiaba como agua de mayo más personajes para repartir galletas. Kat y Emmett Graves fueron los escogidos para poder adquirirse completamente gratis durante las dos primeras semanas tras su lanzamiento.
Sin embargo, un golpe de efecto llega apenas dos meses después de que el juego viese la luz. SuperBot Entertainment y Sony cortaban lazos debido a las bajas ventas que se generaron, si bien no fue hasta junio de 2013 cuando supimos que se habían vendido algo más de un millón de copias. Santa Monica Studio tomó el relevo del juego, y si bien lanzaron un DLC más, lo cierto es que el tercer contenido descargable se dio por cancelado a causa de la mala recepción.
La empresa mantuvo viva la obra, pero en un letargo que provocó que se apagase progresivamente. Fue en septiembre de 2018 cuando Sony dijo "basta" y anunció el cierre de todos los servidores, lo cual se produjo un 31 de enero de 2019. Shuhei Yoshida, máximo dirigente de PlayStation por aquella época, reveló que el rendimiento de PlayStation All-Stars Battle Royale no justificaba una secuela, por lo que el futuro de la franquicia se diluyó por completo.
Con todo, el destino más triste lo tuvo SuperBot Entertainment. Tras su escisión de Sony, dieron el salto a los juegos para móviles y apostaron por un título llamado Cuddlefish Friends. De forma repentina y sin ningún anuncio oficial, la web de SuperBot desapareció en 2014 y sus redes sociales solo reflejaban el mensaje de que seguían centrados en el proyecto. Hasta hoy, no ha habido un comunicado por parte de nadie de la desarrolladora, por lo que se entiende que la empresa se ha disuelto.
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