Soy un desastre y no tengo remedio. Lo tengo aceptado, pero aun así logro sorprenderme en algunas ocasiones. Tengo la costumbre de utilizar el sistema de Listas de Deseados de PlayStation, ya que funciona de forma similar a Steam: recibes una alerta de la app y/o en el correo cuando los juegos añadidos se lanzan y/o tienen descuento. Es una idea pésima, especialmente cuando tienes juegos pendientes.
Fue hace unos días que la app de PlayStation me notificó que Tiny Tina's Wonderlands estaba de descuento: un glorioso 75% que lo dejó en 18,74 euros de 74,99 euros. El viernes pasado, 15 de marzo, tuve una de esas Civil War que todos hemos experimentado alguna vez frente a una tienda.
La oferta era muy buena, especialmente porque la compra se quedaba en 48,73 euros con el Pase de Temporada. Mi vocecita interior no tardó en llegar para aguar la fiesta: lo jugaste y analizaste en PC, estás intentando llevar al día The Division 2, Destiny 2, Helldivers 2 y Skull and Bones; y tienes pendientes los tres clásicos de S.T.A.L.K.E.R. y Baldur's Gate 3.
Era un argumento muy bueno, pero había un problema: la clave para análisis que me dieron para Epic Games Store se bloqueó junto al lanzamiento del juego, así que no pude seguir jugando. Tampoco es que necesitase rebatirme mucho. Había procesado la compra y puesto a descargar el juego mientras pensaba todo esto. Así que sí, he pasado el fin de semana (15 horas en total) jugando D&D con Tina Chiquitina.
Redescubriendo Tiny Tina's Wonderlands: si te hace feliz, es ahí
Gearbox Software tiene un lugar especial en mi corazón. Ni mejor no peor que otros estudios que desarrollan videojuegos, sencillamente especial. Son los creadores de la franquicia Borderlands, lo que incluye Tiny Tina's Wonderlands. Si asumimos que todos los videojuegos están hechos para hacernos felices, entonces estos tienen un x2 en la intencionalidad... al menos desde mi punto de vista.
Creo que jamás podré expresar con exactitud la felicidad que he sentido este fin de semana mientras jugaba a Tiny Tina's Wonderlands... y que seguiré sintiendo hasta que acabe de exprimirlo. Su mundo es increíble, cuenta con uno de los mejores doblajes al castellano del universo (como el resto de Borderlands), la ocurrencia anacrónica de juntar fantasía medieval con armas de fuego es una maravilla y lo borda estar planteado como una partida de Dungeons & Dragons.
Llegar al reino de Cascoalegre por primera vez es un espectáculo audiovisual que no he conseguido superar. El castillo se alza en el horizonte y suena la voz estridente (pero molona) de Tina. El escenario comienza a cambiar mientras narra lo que está ocurriendo, como si el juego fuese nuestra imaginación:
Ante vosotros se alza el imponente muro de Cascoalegre, pero no sois los únicos recién llegados. ¡Un ejército de esqueletos ataca la ciudad!, ¡Catapultas!, ¡Esqueletipos!, ¡Esquelebarcos!, ¡Están lloviendo bombas enormes!
A los buenos de Gearbox Software no les basta con llegar a lo absurdo y un poquito más. Llevan lo absurdo hasta los límites de la absurdidad y añaden dos contenedores de bobería para que sea todavía más hilarante. Y si vuestro nivel de humor se mueve en estos niveles, como ocurre con el mío, la única reacción posible ante estas situaciones solo comprende el espectro entre risa tonta y carcajada.
Tiny Tina's Wonderlands tiene la habilidad de hacerme sonreír todo el tiempo, pero hay momentos que son especialmente hilarantes, incluso para los estándares de absurdo que maneja. Uno de ellos se encuentra en la zona que me gusta llamar "reino fungi" (de fúngico, perteneciente a los hongos), donde los enemigos son setas y derivados.
Allí tiene lugar una misión secundaria con el bobo de Claptrap, uno de los personajes más míticos de Borderlands. El estúpido va detrás de armas y artilugios legendarios. Hace referencia a la Dama del Lago, Excalibur y al mago Mervin, que no Merlín.
Por si había pocas referencias en la misión, Gearbox mete una al Señor de los Anillos antes de ver al mago:
Claptrap: Fetén. Ahora abramos las antiguas y célebres puertas de los dominios de Mervin. A ver, estos símbolos élficos dicen: habla amigo y entra. ¡Oh, tengo una idea! Page, cómo se dice amigo en élfico.
Personaje: sé insultar al enemigo en cien lenguas distintas, pero amigo no entra en mi vocabulario.
Claptrap: Arg... Vale. ¡Mervin, soy Sr. Claptrap, poderoso entre los héroes! Vengo Extra-Caliber en ristre, así que abre...
Y sin más, Mervin abre la puerta. El rizo de lo absurdo viene ahora: Mervin se divide en muchas ilusiones y Claptrap me envía a varias sin ningún sentido ni preocupación. Tras caer en la segunda trampa, trata de rescatarme y acaba enviándome a lo que se entiende a un plano alternativo... que viene siendo el propio Unreal Engine. Claptrap lo llama "las grises planicies de lo irreal", que es una referencia a Matrix dentro de otra referencia al motor del juego. "No mires nada con demasiada atención. No deberías conocer esta parte".
Creo que todos, incluso los que no habéis jugado, podréis entender hasta qué punto Gearbox es capaz de llevar lo absurdo hasta los límites de la absurdidad... ¡Y encima con referencias a películas, series y videojuegos de por medio! Es un constante bombardeo de chorradas, chistes y buen rollo que sencillamente hacen que no pueda dejar de sonreír y ser infinitamente feliz.
Otro momento muy tonto fue cuando tuve que recuperar el artefacto legendario y el guardián despertó de su letargo para impedirlo. Las opciones eran atacarle, seducirlo y escucharle. No quería gresca y sabía que no podía seducirlo por un chascarrillo de Tina. Me soltó una chapa larguísima sobre su vida y por qué no podía llevarme el artefacto. Lo escuché con los cascos inalámbricos mientras me preparaba un sándwich mixto y echaba mano de una Coca-Cola, ¡Y me dio tiempo a comer! El guardián se cansó y me fui con el artefacto sin pelear.
Me guardo la historia de la alubia mágica malvada para otra publicación. La última anécdota de esta publicación es otro de mis momentos favoritos del juego: cuando el bardo, Torgue, debe bendecir mi barco y acaba bombardeando el mar con misiles nucleares. No es una metáfora: literalmente bombardea el mar para matarlo y hacerlo desaparecer.
"¡Ha llegado la p*** hora!, ¡Vamos a reventar el p*** océano en p**** pedacitos!", grita el maldito energúmeno. "¡Qué te jo*** océano!, ¡Te veré en el infierno!", continúa mientras una ola gigante viene hacia nosotros. Y para poner la guinda, Tina interviene: "El océano ha sido... derrotado". Os prometo que las dos veces que he vivido esta escena he acabado llorando de la risa en mi cama y con dolor de barriga. Es el culmen de lo absurdo, innecesario, aleatorio y desmedido.
Tiny Tina's Wonderlands me hace sentir como en casa, conecto muy bien con la experiencia que propone y, aunque pueda sonar absurdo, su humor y estilo me representan mucho. A riesgo de decir más de mi estado mental que del juego, la sensación es estar con alguien (o algo) que está siendo quien realmente es. Estar en la misma onda que un juego es algo único. ¡No dudéis de mi regreso con Tina Chiquitina en futuras publicaciones!
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