Bien es cierto que GTA ha dominado con puño de hierro los mundos abiertos durante dos décadas, pero eso no significa que no hayan habido buenos ejemplos durante este tiempo. Uno de los grandes exponentes de cómo crear una ambientación única en una ciudad icónica es The Saboteur.
El título de Pandemic Studios está disponible en PC Game Pass a través de EA Play para transportarte a la Segunda Guerra Mundial en el corazón de Francia. Tanto es así que el escenario principal de la aventura nos sitúa en la mismísima París, pudiendo recorrer lugares tan emblemáticos como la torre Eiffel o la catedral de Notre Dame.
Aquí nos toca tomar el papel de Sean Devlin, un mecánico irlandés que se une a la Resistencia francesa durante la ocupación nazi en 1940. Su principal propósito es el de vengar la muerte de su amigo con la muerte del coronel Kurt Dierker, al mismo tiempo que limpia las calles de la capital de tropas alemanas. La verticalidad es una seña distintiva de un juego en el que el sigilo es fundamental.
Y es que podemos inutilizar trenes, volar puentes y arrasar edificios, todo con el firme objetivo de sabotear las intenciones de los nazis. Si estamos en una región ocupada por el ejército alemán, esta está estará cubierta por un filtro en blanco y negro, por lo que el color regresará cuantas más zonas liberemos. Además, The Saboteur cuenta con muchos clubes clandestinos a los que acudir, así como armas, vehículos y habilidades a las que recurrir.
Uno de los aspectos más llamativos de la obra es que los desarrolladores de Pandemic Studios fueron despedidos de sus puestos de trabajo antes de que el juego viese la luz. El 17 de noviembre de 2009, EA tomaba la decisión de cerrar Pandemic como estudio y los 228 empleados fueron relegados de sus puestos de trabajo. 35 de ellos fueron absorbidos por EA Los Angeles para dar apoyo a The Saboteur, el cual apareció finalmente el 4 de diciembre de aquel año. A modo de crítica, algunos antiguos trabajadores publicaron un vídeo dejando a claro a Electronic Arts que la decisión no les había hecho ninguna gracia.
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