Pasarme el Templo del Viento de Zelda: Tears of the Kingdom no ha aliviado mi momento más triste en Hyrule

Pasarme el Templo del Viento de Zelda: Tears of the Kingdom no ha aliviado mi momento más triste en Hyrule

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Zelda Tears of the Kingdom

Tras sobrevivir al mayor infarto que haya tenido hasta el momento en The Legend of Zelda:Tears of the Kingdom, ha llegado el momento de ponerme en serio con la trama de Hyrule. Está muy bien explorar sin ton ni son bosques y riachuelos, pero necesito una dosis de contexto sobre lo que está sucediendo en el reino. Serán los Orni los que me ofrezcan respuestas.

Frío que te pelas

La llegada al Poblado Orni es una pequeña prueba de hielo para los turistas. Ornilandia -como a mí me gusta llamarlo- es un enclave similar a lo visto en Breath of the Wild, pero con la particularidad de que una terrible ventisca azota a sus habitantes. Esto causa un frío helador por sus inmediaciones, así que los jugos y recetas con resistencia a la congelación son más que bienvenidos. Para no estar pendiente del contador de tiempo constantemente, decido que una buena vara de rubí a mi espalda calienta de sobra.

No se ve a tres en un Centaleón, pues la tormenta es constante y sobrevuela el poblado, pero eso no me impide llegar hasta la posta más peculiar de todas. La Gaceta del Trébol, el jornal que llevo viendo en todos los asentamientos que he visitado, por fin aparece ante mí. Penn debe estar cansado de esperarme desde que me avisó en el Fuerte Vigía de que me pasase por allí para alistarme a las filas del diario dirigido por Mirene.

Zelda Tears of the Kingdom

Soy periodista y como practicante de la profesión, conozco los riesgos de ejercerla. No porque vaya a sufrir un accidente laboral como en la obra, sino por las lamentables condiciones de trabajo que se nos ponen encima de la mesa. En un alarde extremo de realismo, Zelda: Tears of the Kingdom deja claro que aquí no se cobra por hacer de juntaletras y se me pagará en especias; en este caso, ropa. ¿Un atuendo para no resbalarme sobre superficies mojadas? Nunca está de más, pero estoy más emocionado por cubrir los sucesos de Hyrule junto a Penn que por ponerme las mallas.

Pecado mortal

Una vez llego a Ornilandia, toca enterarme de qué diantres debo hacer y me acerco a unas crías orni. Están canturreando una letra acerca de barcos celestes, los cuales recuerdo haber visto en algún tráiler, por lo que imagino que mi momento de subirme a uno de ellos está muy cerca. Tras desperdigarse a realizar sus tareas, me comentan que las provisiones y los alimentos son muy escasos entre los habitantes.

Zelda Tears Of The Kingdom

Así pues, cometo dos crímenes de guerra, aunque uno justificado. En la tienda de comida les compro todo, botes de aceite incluidos. ¿Les estoy dejando sin comida? Seguramente, pero allá ellos por ponerla a la venta. Sin embargo mi mayor pecado en Zelda: Tears of the Kingdom hasta el momento es imperdonable. Una de las niñas orni con las que charlé antes está preparando flechas y necesita que le de gelatina. No tengo ningún problema en regalárselas, pero inmediatamente le robo un pack de cinco flechas y me dice: "Son mías... pero te las puedo dar si te hacen falta. ¡Papá y mamá siempre dicen que hay que ayudar al que lo necesita!".

Como comprenderéis, en ese momento tenía más de 500 flechas en el carcaj y hasta Ojo de Halcón me miraría con envidia. Una muchachita inocente, que solo conoce la generosidad, ante un monstruo como yo que no hace más que robarle en su cara. Con la tristeza en la cara me junto con Teba, el ahora regente de Ornilandia y que me echó un cable en Breath of the Wild. Su hijo Tureli es un pájaro loco con mucha habilidad en el vuelo, diestro en combate y muy poca capacidad de colaboración.

The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

Tras lanzarse a la aventura para patrullar los alrededores, me toca ir detrás del crío y averiguar cómo entrar en el tornado que se encuentra en el cielo. Según las leyendas, todo apunta a que la solución a la ventisca se encuentra allí arriba. Unos cuantos espadazos por aquí, unos flechazos por allá y resulta que Tureli ha perdido su arco a manos de una aerocuda. Me parece un poco cogido por los pelos que ese sea el mayor ejemplo de su insensatez, pero poco importa porque ahora se une conmigo para ir hasta lo que promete ser mi primer templo.

El ¿Templo? del Viento

Nunca hubiese esperado que los barcos celestes sirviesen para todo menos para navegar entre las nubes. Sí, se desplazan por el aire, pero resulta que sus velas actúan como camas elásticas para impulsarse. Un plataformeo sencillo en el ascenso hasta la corona del tornado que poco a poco comenzó a adquirir un cariz de gran tensión. La temperatura descendió todavía más, por lo que a mi Link ya no le servía con la vara de rubí.

The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

Ahora sí que era momento de tomar buenos caldos gallegos y acertar en las caídas sobre las plataformas que levitan. Un mal cálculo de la resistencia y terminar cayendo al vacío sin remedio. No soy muy fan de los santuarios que no tienen ningún desafío en su interior, pero comprendo que algunos tengan la recompensa a mano cuando en el exterior has superado muchos obstáculos. Ese fue el último punto de control antes de llegar al Templo del Viento.

No soy el mayor experto en Zelda, pero me parece sobrevalorar el concepto de templo en la saga al relacionarlo con el enorme barco que se encuentra en el centro del tornado. Su funcionamiento y disposición es prácticamente igual al de una bestia divina, que eran las equivalentes a templos en Breath of the Wild. No me entendáis mal, me he entretenido completándolo, pero seguramente mi hándicap es que asumo para un templo una mayor complejidad en sus retos y en la arquitectura.

The Legend of Zelda Tears of the Kingdom

Sea como sea, ya me voy acostumbrando al poder de Turneli de crear una corriente de aire horizontal. Tampoco es que estuviese implorando en las 40 horas anteriores por una habilidad de este tipo, pero menos da una piedra. Flores explosivas sí que le tiré a Gelminus, el gusano-serpiente volador que se libera tras conectar las cinco turbinas. Fácil, muy sencillo todo y sin un desafío que me ponga a prueba.

Tras la charleta con el antepasado de Tureli en un viaje que a más de uno le hubiese gustado en Woodstock, el joven recibe la distinción como Sabio del Viento y podré recurrir a su invocación para que acuda a mi llamada. Sus flechazos me vendrán bien de vez en cuando y espero que le vaya genial aprendiendo a ser un líder. Lo bueno es que ya no hace frío en Ornilandia; lo malo es que todo el mundo ve a Zelda como si fuese un fantasma y he descubierto que ha viajado en el tiempo.

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