Otro de los juegos que pudimos probar el pasado 29 de junio en la presentación de Electronic Arts fue este 'Dragon Age: Origins', que podríamos definir, sin equivocarnos demasiado, como un 'Mass Effect' medieval. No en vano los propios desarrolladores de BioWare nos reconocieron que su intención era mantenerlo lo más parecido posible (en cuanto a las mecánicas de juego) respecto a su exitoso RPG ambientado en un futuro de ciencia ficción y colonización espacial.
Por contra, 'Dragon Age: Origins' presenta un mundo de magia y fantasía, aunque con claras similitudes frente a las aventuras de Sheppard. Una de ellas es el peso que las conversaciones tendrán para el desarrollo de la historia, con miles de líneas de diálogo grabadas. Lamentablemente, esto también supondrá que el juego tan sólo salga con subtítulos en español en nuestro país, descartando de entrada un doblaje completo.
En 'Dragon Age: Origins' podremos elegir de inicio entre tres tipos de personaje muy diferenciados: mago, pícaro y guerrero, lo cual influirá evidentemente en el tipo de habilidades que podremos aprender. Así, los magos optarán por los hechizos en el combate, mientras un guerrero usará más el combate cuerpo a cuerpo. Nada nuevo en este aspecto.
El juego es considerado, dentro de la propio BioWare, como el "sucesor espiritual" de la saga Baldur's Gate. No obstante el mundo creado para el mismo es totalmente nuevo, y se planea usarlo en futuros juegos de la recién creada franquicia.
Durante la presentación, los desarrolladores hicieron especial hincapié en destacar las múltiples posibilidades que ofrece el juego. Para ello, se nos mostraron dos partidas simultáneas del mismo, en sendas pantallas, jugadas con personajes diferentes. De este modo pudimos apreciar como, según escojamos un personaje u otro, nuestras opciones divergen.
No se trata tan solo de que podamos escoger la vía diplomática o no, dependiendo de las frases que elijamos, sino que el llevar a un personaje u otro en nuestro grupo (que podrá estar compuesto de hasta cuatro individuos) nos provocará la simpatía o antipatía de otros personajes que nos encontremos durante la aventura.
Lo visto en la sala mostraba un aspecto bastante terminado. Sin embargo, la demo que pudimos probar fue algo decepcionante, ya que tan solo nos permitía jugar un enfrentamiento contra uno de los jefes finales, lo cual, dependiendo del personaje que escogieramos y de nuestra propia destreza, podía durar entre uno y cuatro minutos, no más.
En este primer contacto muy por encima del juego encontramos sobre todo que el sistema de cámaras no está todo lo pulido que debiera y que, asimismo, el método de fijación de blancos resulta algo caótico. No obstante se trataba de características sin terminar en las que los propios desarrolladores aseguraron estar trabajando. Aunque hay cosas que no terminan de gustarme, como el tener que pulsar el stick del mando para confirmar un blanco (en lo que a mi respecta, los sticks del mando no deberían funcionar como botones, nunca, aunque el mando de la consola incorpore dicha función). No obstante, lo más frustrante en dicha demo era la lentitud de reacción de los personajes a la hora de realizar un ataque, demorándose un par de segundos desde que pulsábamos el botón. Algo que, esperamos, sea solventado en la versión final.
Los combates, como ya habréis adivinado por el párrafo anterior, se desarrollan en tiempo real, al igual que en 'Mass Effect'. En cuanto a la forma de elegir los ataques, además de contar con una rueda en pantalla de entre la que podemos elegir el ataque a realizar, también podemos asignar tres teclas de acceso rápido (los botones X, Y y B, en el caso de Xbox 360) a los ataques o hechizos que utilicemos más frecuentemente.
Para los fans del género RPG, 'Dragon Age: Origins' es la propuesta de fantasía medieval de BioWare para este otoño, propuesta que por el momento parece contar con la calidad a la que nos tiene acostumbrados este estudio. No decepcionará, en el sentido de que es muy similar a otros juegos de la compañía: un RPG largo, con una historia rica y una gran carga conversacional.
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