Admito que llevo unas cuantas semanas reguleras con Minecraft. El Ender Dragon, el Wither e intentar hacer parkour me han drenado. Me apetece hacer cosas tranquilas y que no requieran usar más del 50% de las pocas neuronas que me quedan. La cuestión es que estas cosas no dan para escribir los experienciales y ya gasté el cartucho de la publicación intensita y profunda.
Le comenté este problema a uno de los integrantes del grupo de parkour y me propuso una actividad puntual que se adaptaba a mis necesidades: asumir el rol de dios en un servidor en el que varios jugadores deben matarse entre sí hasta que solo quede uno. Las reglas del servidor eran sencillas:
- A cada jugador se le asigna de forma aleatoria un punto del mapa. Deben construir su imperio sin salir de la zona (al menos sin que le pillen).
- Se puede atacar a otros jugadores cuando ambos alcancen el Hierro. Para atacar, primero deben declarar la guerra abiertamente.
- Pueden conversar, organizar reuniones y visitas, y hacer alianzas, aunque al final solamente puede quedar uno. Si un jugador declara la guerra a otro, los aliados de ambos se ven involucrados en la guerra, ergo pueden atacar y ser atacados. Las alianzas son secretas.
- Una vez declarada la guerra, vale todo.
¿Y cuál era mi papel en todo esto? Ser dios. Tenía todos los poderes posibles. Podía elegir no hacer nada, fastidiar o ayudar a cualquier jugador en cualquier momento, manipular a los jugadores para que se enfrenten... Lo que quisiera. Lo único que no podía hacer era comunicarme por voz o escrito. Ellos no me conocían ni yo a ellos, así que no había conflicto de intereses.
¿Qué tipo de dios quiero ser? Mi verdadero ser fue puesto a prueba
Ahí estaba: volando por todos lados con todo el poder de Minecraft en la palma de mi muñón. Me pregunté qué tipo de dios iba a ser: ¿cruel?, ¿compasivo?, ¿cercano?, ¿misterioso?, ¿estilo Zeus?, ¿o más del rollo Odín? La idea de ser como Kratos de God of War se me antojaba muy dulce.
La primera hora fue bastante aburrida. La mayoría de mortales apenas habían llegado a la edad del hierro. Hacerles cualquier tropelía a estas alturas significaba ganarme su odio y que el ateísmo se extendiese por mis nuevos dominios.
Decidí obrar un milagro casa por casa: hacer crecer un par de filas de cultivos variados para que pudiesen comer. Al rato, un par de mortales habían construido cruces para rezarme. Interpreté que eran sitios en los que harían peticiones... y así era. Pero una cruz... se habían equivocado de dios.
Como castigo, active la noche y la lluvia durante varios días para aumentar los peligros. Durante la Larga Noche, fui a la zona central del mundo y construí una espada de piedra clavada a la tierra similar al monumento Sverd i fjell en Noruega. Al finalizar, devolví el ciclo normal de día y noche.
La Larga Noche y el Señor de la Espada
Un mortal captó la indirecta y construyó su propia espada (versión pequeña) junto a su casa, así que decidí premiarle con una armadura de hierro para que corriese la voz. El resto no tardaron en construirla. ¡Ahora tenía un punto de conexión con ellos!
Había peticiones de todo tipo: armas y armaduras, materiales y más cultivos. Demasiadas peticiones. Demasiados mortales pidiendo cosas. Empecé a pensar cómo podía inyectar un poco de "cultura de la guerra" en la historia.
Asigné a cada jugador un color con un bloque de lana y una antorcha sobre el pomo del monumento espada de cada uno. Luego, construí un pequeño coliseo rectangular con 4 huecos en forma de línea horizontal en cada pared para que cualquiera pudiese ver lo que ocurría dentro. Sobre las puertas dejé varios huecos para asignar las lanas de quienes debían entrar.
Busqué a los dos jugadores que fuesen más avanzados en la carrera armamentística y asigné sus colores al coliseo. Tardaron un poco en captar la indirecta, pero pronto estaban casi todos (menos uno que estaba a sus cosas) a las puertas. Entraron varios, aunque finalmente se quedaron los dos que había asignado.
El evento fue incluso mejor de lo que esperaba: tiraron todos los objetos y se quedaron con una espada de hierro y un escudo. Fue increíble. Ni organizándolo me habría salido tan bien. Inventé las luchas de gladiadores en esa historia. Ya había "cultura de la guerra". Poco después, dos jugadores se retaron a combatir en la arena por las tierras del otro.
"Bueno... la locura, como tú sabes, es como la gravedad: basta con un pequeño empujón". - Joker, El Caballero Oscuro.
Me enorgullece decir que aumenté la mortalidad de los jugadores durante la siguiente hora. Hubo un combate de alianzas de 3Vs2 con un giro argumental cojonudo. Quedaron dos vivos y uno de ellos mató al otro por la espalda. Esta vez no tuve nada que ver... Estaba cenando en la vida real mientras veía el espectáculo.
Solo quedaban 3 integrantes en el servidor. Ninguno confiaba en nadie después de la última traición y todos tenían declarada la guerra a todos... ¡Pero ninguno movía ficha! Hice regresar la larga noche, activé la lluvia y envié una plaga de arañas a cada uno. Dos de ellos la superaron. El tercero, el despistado que iba a su rollo, murió.
La guerra fría continuó, así que decidí destruir las casas de los muertos. Dejé en ruinas el coliseo... aunque todavía se podía usar. Aprovechando que ambos salieron a ver qué ocurría con el coliseo, fui a sus casas, les quité todo y dejé un cofre con una espada y un escudo junto a sus monumentos. Volví al coliseo y me puse a comer pipas en la vida real mientras esperaba.
¿En serio me vais a hacer un Los Juegos del Hambre?
Los planes iban según lo previsto. Ambos volvieron al coliseo en ruinas con sus espadas y escudos. Entraron en el coliseo y se quedaron quietos. Empezaron a rolear a muerte. Ambos me acusaron de dios manipulador, que yo los había empujado a matarse así de rápido (una verdad como un templo) y que no iban a luchar.
No hice nada. Dejé que siguieran blasfemando. Mientras, hablé con los jugadores muertos y les propuse un plan: puesto que ellos estaban rompiendo las reglas, yo también iba a hacerlo... un poquito. Todos aceptaron. ¿Cuál fue el plan? Puse varios carteles en el coliseo con el mensaje "5 Euros Steam". Mentira, obviamente. La codicia hizo el resto.
Y eso fue todo. Luego estuvimos charlando en el chat de Discord. Nos conocimos y comentamos cómo fue la partida. Así fue cómo me revelé al mundo como dios manipulador y cómo demostré que... "La guerra. La guerra no cambia nunca".
Nota: Varios integrantes del servidor me pidieron que no compartiese capturas ni nombres para mantener su privacidad y la del servidor. Únicamente me han permitido contar la experiencia y aquí está. Me siento muy agradecido por la invitación y la vivencia. ¡Espero que te haya gustado!