Cuando en una misma frase juntas Brasil y videojuegos sabes que la cosa promete. Tierra de inconmensurable belleza y aún mayor controversia, la relación del país más grande de América Latina con el mundo del videojuego es uno de los mayores culebrones de la industria que te puedes echar a la cara.
Y qué mejor forma de acercarse a ello que con la jugada más épica que se ha vivido jamás, la de una empresa brasileña que consiguió trolear a Nintendo, engañando a japoneses y estadounidenses, mientras se convertía en la primera fábrica extranjera de la historia de la gran N.
Gradiente, el gigante brasilero
Venerada como una de las firmas más icónicas del país, Gradiente es una compañía electrónica fabricante de televisores, sistemas de sonido, los primeros reproductores de DVD brasileños y, por descontado, como gran protagonista de esta historia, también de consolas y videojuegos.
Su periplo en el mercado del videojuego empezó a principios de los 80 cuando, en un mercado ya saturado por las copias clónicas de la Atari 2600, llegaron a un acuerdo con la firma estadounidense para licenciar la consola y lanzarla oficialmente en el país.
Tal y como descubriréis a continuación, la relación de la industria del videojuego brasileña con las consolas clónicas y la piratería es parte de su historia, pero si algo se le puede reconocer a la Gradiente de aquella época es que tenían la intención de intentar hacer las cosas bien.
Los años pasan y en la empresa están lo suficientemente contentos con Atari como para seguir trabajando juntos en la fabricación y lanzamiento de la Atari 7800 en Brasil, pero dos sucesos clave obligan a la compañía a replantear su estrategia.
Por un lado está la rival Tectoy, que con una fabulosa campaña de marketing está arrasando el mercado gracias a la distribución de la Master System de SEGA en Brasil. Por el otro, una visita al CES estadounidense hace que la fe por Atari de los directivos de Gradiente se tambalee: la NES de Nintendo apunta a ser el caballo ganador en la guerra de consolas que se avecina.
La NES de Gradiente
Conscientes de que siguiendo el camino de Atari no van a llegar a ningún sitio, en Gradiente deciden contactar con Nintendo para intentar distribuir su consola en suelo brasileño, pero los japoneses no están por la labor de introducirse en un mercado muy marcado por la piratería.
Ni cortos ni perezosos, los brasileños se hacen con un par de NES a las que hacen ingeniería inversa para crear su propio modelo. Tras triunfar en su intento de fabricar una versión alternativa compatible con sus televisores, los directivos viajan a Japón con su invento y enseñan a los mandamases de Nintendo cómo han conseguido crear una máquina capaz de mover sus juegos en color en una televisión PAL-M.
Lamentablemente para ellos -y por suerte para el desarrollo de esta historia- en Nintendo se niegan a apoyar el movimiento y los brasileños vuelven a casa con las manos vacías. Bueno, casi vacías, porque en realidad tienen un producto que mueve juegos de NES mediante tecnología propia, así que en realidad no necesitan a la gran N para distribuirlo.
Dicho y hecho. Ponen a punto sus fábricas, utilizan la carcasa que debía usarse para construir las Atari 7800, copian el diseño del mando de Megadrive, la pistola de luz de Master System y, “pronto!”, Gradiente ya tiene su propia NES: la Phantom System.
Manaus, capital de la fabricación electrónica
Lejos de quedarse sólo en el sistema y abrazar la piratería como el resto de consolas clónicas, Gradiente fue un paso más allá para vender los juegos de forma oficial. Contactó con las grandes distribuidoras y poseedoras de licencias de los Estados Unidos y llegó a un acuerdo para manufacturar y distribuir sus juegos en Brasil con sus propios moldes.
Llegados a este punto probablemente te estés preguntando qué necesidad tiene una supercompañía norteamericana o japonesa de estar lidiando con empresas brasileñas para vender sus juegos y cacharros allí, pero la clave está en la economía interna del país.
Los acuerdos e impuestos de distribución extranjera en Brasil eran increíblemente caros, así que la única forma de adentrarse allí era mediante la Zona Franca de Manaus. Una región con beneficios fiscales específicos que eliminaban los impuestos de exportación y, aún más importantes, los impuestos de importación siempre que las empresas de la zona actuasen como montadoras.
Sobre la teoría de la creación de empleo en la zona y la deforestación ilegal del Amazonas que vino después hay mucha tela que cortar, pero es una historia para otro día y medio. La clave de lo que está por venir es que, si querías tu producto electrónico en Brasil, lo más recomendable para que no tener que inflar los precios era pasar por ese aro.
Las volteretas legales de la NES brasileña
Resumiendo, tenemos una Phantom System que pese a ser una NES en realidad no es tal cosa, y que utiliza juegos de NES pero que en cierto modo tampoco lo son. No a nivel legal, claro. Y ese es precisamente el muro con el que se topó Nintendo. No podían denunciar a nadie porque ni estaban vendiendo su consola sin autorización ni estaban haciendo lo propio con sus juegos.
Como Nintendo no comercializaba la NES en Brasil, la consola de Gradiente era la máquina original a efectos legales, y como allí no estaba patentada la tecnología que hacía posible la NES, Gradiente rizó el rizo y patentó la Phantom System.
El giro de guión más épico de esta historia no sólo garantizaba a Gradiente el poder seguir vendiendo su máquina sin problemas, también obligaba a Nintendo a pedir permiso si algún día decidía distribuir allí su NES de forma oficial.
El único pero fue que, pese a todas las volteretas legales de Gradiente, los juegos más míticos de NES como Super Mario Bros, The Legend of Zelda o Metroid seguían fuera de la ecuación porque sí eran de Nintendo. Los usuarios de la Phantom System debían agarrarse a adaptadores y copias pirata para poder jugarlos. Además, la Master System seguía vendiendo a espuertas.
El legado de Gradiente
Frente a esa jugada a Nintendo no le quedó otra que dar su brazo a torcer. Llegó a un acuerdo con Gradiente para detener la distribución de la Phantom System, y encargó a la compañía la fabricación de sus consolas y sus juegos para su distribución en Brasil y, posteriormente, también otros países como Estados Unidos.
Gradiente se convirtió en la primera compañía fuera de Japón en fabricar productos de Nintendo, pero eso también provocó que la necesidad de pagar licencias acabase encareciendo sus productos, lo que derivó en precios menos competitivos y una alfombra roja para Tectoy y su alianza con SEGA.
Playtronic, la subsidiaria de Gradiente creada para tal empresa, acabaría fabricando la SNES, la NES, la Game Boy, la Virtual Boy y la Nintendo 64 brasileñas, implicándose incluso en la traducción al portugués de varios juegos, pero a diferencia de lo que ocurrió en el resto del globo, nadie pudo frenar el demencial avance de SEGA.
Y así, naciendo casi de la nada y plantando cara a una de las mayores empresas de la industria, la Phantom System de Gradiente se hizo un hueco en la historia de los videojuegos, y la compañía que le dio vida se ganó nuestro más absoluto respeto pese a quedar como la gran perdedora de esta historia.
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