Partamos de lo más obvio: hay cómics y cómics. No es lo mismo disfrutar de la adaptación al manga de los X-Men o las aventuras de Spider-Boy que acomodarse en un sofá junto a la estufa, con un delicioso café caliente, y ponerse a leer Cadáveres o V de Vendetta. Alan Moore, autor de este último, así como de Watchmen o la Broma Asesina lo sabe muy bien. Me atrevería a decir que incluso mejor que la mayoría de las grandes editoriales. Por eso odia que a los cómics que se salen de las fórmulas habituales se les llame "novelas gráficas". Especialmente con fines comerciales.
Alan Moore es un genio. Es extremadamente excéntrico, pero también alguien con un concepto muy claro del medio para el que crea. Por eso reniega profundamente las adaptaciones de sus cómics a la gran pantalla -razones no le faltan- y, en el proceso, admite sin complejos que el concepto de novela gráfica es el escudo que emplean las personas adultas para no admitir que leen historietas juveniles. A veces cómics para niños. Y eso nos lleva a la primera gran cuestión: ¿qué distingue una novela gráfica del tebeo de toda la vida?
Superman: Hijo Rojo: ¿cómic o novela gráfica?
La definición de novela gráfica no está formalmente establecida como un medio independiente del cómic, o la historieta de toda la vida, pero como categoría se trata de algo discutido y rebatido durante años. Tanto entre los profesionales de la industria como los lectores. La tendencia generalizada se basa en la idea de ofrecer contenidos y tonos menos juveniles y generalmente autoconclusivos. Entonces, ¿es Superman: Hijo Rojo una novela gráfica o un comic? La cosa se complica.
El ejemplo de la obra de Mark Millar, se creó bajo una única premisa "¿qué pasaría si Superman hubiera sido criado en la Unión Soviética?". Es algo autoconclusivo, su tono es mucho menos juvenil que otras aventuras del Hombre de acero y pese a que se publicó a través de números sueltos, las ediciones recientes se venden en un único volumen. Debido a esto, y si nos acogemos a la definición del diccionario de Merriam-Webster, las grapas son cómics y el tomo es una novela gráfica. Sin embargo, esto es una observación y la realidad es más compleja.
Sin despegarnos de la editorial DC, ésta cuenta con sus propios sellos para salirse de las definiciones tradicionales de los cómics. Tenemos la renacida Vértigo o el concepto abstracto de los ElseWorlds, dónde coexisten los referidos Watchmen y Superman: Hijo Rojo como obras que no afectan sus planes serializados para Batman, Wonder Woman o los Jóvenes Titanes y que buscan llegar al gran público.
La cuestión aquí es que mientras que las primeras historias del Caballero Oscuro o el Capitán América se creaban para los lectores infantiles o adolescentes (para hacernos una idea, más o menos la edad de sus ayudantes dado que Robin o Bucky eran el reflejo de su público objetivo) los actuales consumidores y coleccionistas de cómics también superan los 20 años. De hecho, duplican y hasta triplican esa edad. De modo que Alan Moore critica que se emplee el término novela gráfica como si se tratasen de obras de mayor calidad y para adultos. Y razones no le faltan.
Por qué 12 grapas de She-Hulk no hacen una novela gráfica
El justificado reproche de Alan Moore con respecto al empleo de "novela gráfica" como término se sostiene sobre un concepto muy claro: pese a que los lectores han crecido, los cómics siguen siendo los de siempre. En colecciones específicas hay temas y un lenguaje visual menos infantil, pero el contenido y la manera de producir las historietas es la misma de hace décadas. Y no es que el medio se haya quedado atascado, sino que el contenido no ha evolucionado de cara al lector.
"Si recuerdas, en los 80s había toneladas y toneladas de rótulos que decían ¡Bam! ¡Crash! ¡Pum! ¡Los cómics han crecido!... Y no lo habían hecho. Había unos tres o cuatro cómics medianamente decentes y el resto seguía siendo la misma basura infantil que se había producido durante los últimos 40 o 50 años.
Lo que hizo el boom del cómic de los 80 fue otorgarle una licencia a mucha gente para no tener que madurar. Al llamarlas "novelas gráficas", que era un término que odiaba, porque no son particularmente gráficas y estoy convencido de que no son novelas. Generalmente son 12 números de She-Hulk grapados juntos. Eso no es una novela.
Dicho de otro modo: incluso si Marvel Comics produce dos tiradas de un número Lobezno, las publica en volúmenes volumen y uno de ellos lleva el sello Red Band -con contenido más explícito- los dos siguen siendo cómics. Y para Moore, incluso las obras más celebradas de las grandes casas editoriales, incluyendo las suyas propias, son cómics. Por mucho que algún pedante o maestro del marketing trate de darles un halo de superioridad frente a otras empleando las palabras "novela gráfica".
Lo que creo que pasó fue que mucha gente, que sólo estaba interesada en las aventuras de Green Lantern, incluso aunque tuvieran 35 o 40 años, dijeron tras haber leído Watchmen algo como "oh, no soy retrasado emocional, estoy leyendo... esta es una novela gráfica para adultos". Y no, no lo es. Son los mismos cómics que has estado leyendo durante años.
Me sentiría más feliz si el concepto de novela gráfica realmente significara algo más de lo que significa en este momento, que es básicamente un cómic con más páginas y más caro. Eso es prácticamente todo lo que significa."
Eso no quiere decir que el concepto general de "novela gráfica" sea puro y simple marketing o algo para autoconvencer a los lectores adultos de que lo el cómic que están leyendo no es para niños, pero la otra realidad es que el término se emplea de manera generalizada y, en según qué casos, engañoso o conveniente. Pero claro, estas ideas son un reflejo del cómic producido en occidente. Entonces, ¿qué pasa con el manga japonés?
El sistema japonés no da margen a las dudas: qué es el Seinen y Josei
A la hora de hablar de tipos de cómics en occidente tenemos un sistema de clasificación por edades, por género, por editoriales... Y eso está muy bien de cara a las editoriales y las librerías. En Japón los mangas se crean pensando en perfiles específicos de lectores, y eso implica que cuando se dibujó Dragon Ball y a la hora de publicar One Piece se trata de un shonen para chicos jóvenes de entre 9 y 18 años. Y los mangas para chicas de esa edad son shojo.
Siendo más específicos, las aventuras de Goku, Luffy o Naruto son leídas en todo el planeta por lectores y lectoras de cualquier edad, pero la revista Shonen JUMP en la que se publican semanalmente va destinada a un perfil específico y acotado por edad y género de consumidor. Del mismo modo que el manga Kodomo (como puede ser el caso de Doraemon) es para los lectores infantiles y quien los lee lo da por asumido.
Por eso, las temáticas recurrentes de los shonen suelen tratar sobre importancia de la amistad, la perseverancia ante la adversidad o la conquista de la victoria y, por extensión, el contenido más maduro -destinado para lectores con otro tipo de intereses- se llama seinen en el caso de los hombres y josei de las mujeres. Lo cual no los convierte automáticamente en mejores ni peores mangas que los shonen, cosa que refleja el paradigma que Moore plantea con el término "novela gráfica", sino que se trata de obras que legítimamente han sido creadas para lectores adultos.
Los cómics, como cualquier medio incluyendo el cine o los videojuegos, evolucionan en base a dos ejes: los consumidores y los recursos para crearlos. Las primeras aventuras de Superman, X-Men, Batman o los 4 Fantásticos se crearon para lectores de una edad específica durante décadas y, en algún momento, una generación compaginó la vida adulta con el coleccionismo de grapas y tomos. Y eso, sobra decir, no es nada malo sino todo lo contrario. Sin embargo, y como dice Alan Moore, un cómic más caro no es una novela gráfica. Incluso cuando lo pone en su solapa.
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