"Aquí el Comerciante Libre Beowulf, llamando a cualquiera... Mayday, Mayday... estamos bajo ataque... El motor principal no funciona... la torreta número uno no responde... Mayday... perdiendo presión en la cabina llamando a alguien... Por favor, ayuda... Aquí el Comerciante Libre Beowulf... ...mayday..."
Estas eran las primeras palabras que podía leer cualquier persona que comprase en 1977 uno de los primeros RPG de todos los tiempos. Diseñado por Marc Miller, junto con la colaboración de Frank Chadwick, John Harshman, y Loren Wiseman, el proyecto salió adelante bajo el abrigo de Game Designers Workshop. Una de las mayores editoras de la industria de los juegos de mesa fue la responsable de que hoy exista Starfield.
No lo digo yo, lo ha dicho el mismísimo Todd Howard. El productor de la obra espacial desveló durante una entrevista qué referencias ha tenido Bethesda a la hora de dar forma a su nueva franquicia y uno de los nombres que salió de su boca fue Traveller. Desconocido para la mayoría, hablamos de uno de los faros en cuanto a construcción de sistemas de rol, a la misma escala de influencia que tuvo Dungeons & Dragons con la temática de fantasía medieval.
"Traveller era más de ciencia ficción dura. También fue uno de los primeros juegos que programé en un Apple II por aquel entonces. Quería desarrollar un juego de Traveller. (...) ¿Podemos conseguir algo así con los ordenadores y consolas de hoy?", indica Howard durante la charla. Bajo los fundamentos de obras magnas como Dune, Fundación o Espacio conocido, Miller construyó uno de los sistemas fundamentales del roleo actual.
Un cambio de juego en las estrellas
La premisa es muy similar a la que podemos disfrutar en Xbox Series X/S y PC, ofreciendo la posibilidad de viajar entre sistemas solares, comerciar con toda clase de personajes, unirnos a facciones y luchar en cruentas batallas espaciales. Cada uno de nuestros personajes poseían habilidades y aptitudes que se podían mejorar, pero la auténtica riqueza a la hora de jugar se encontraba en trabajar aspectos como la capacidad política, los títulos o el poderío del arsenal tecnológico que tuviésemos a nuestro alcance.
Una de las innovaciones más importantes de Traveller residía en que nuestro personaje separaba el concepto de la habilidad respecto al de la clase que escogiésemos. Así pues, se ponía encima de la mesa una perspectiva completamente nueva y se fomentaba la exploración del universo. El Game Master apenas contaba como referencia un marco interestelar conocido como Spinward Marches, por lo que el resto de la configuración quedaba en manos del responsable principal de organizarlo todo.
Como resultado, los dados determinaban rangos, capacidades, salario y otros aspectos del personaje, incluso provocando la muerte antes siquiera de poder jugar. Si queremos volver a probar suerte, podemos hacerlo, pero conllevará que el título nos penalice con cuatro años de envejecimiento en un formato donde se pretende potenciar la influencia del jugador sobre el mundo que le rodea. Es decir, Dungeons & Dragons nos encomendaba una misión a resolver, en Traveller el propósito es prácticamente inexistente.
El aura de misterio es constante, incluso antes de empezar con una caja negra donde el mensaje de socorro de Beowulf augura un universo implacable donde los Antiguos parecen esconder alguna clase de secreto. Puertos espaciales, civilizaciones antiguas, carabinas láser, mundos lejanos y alienígenas extraños son algunos de los componentes con los que nos damos de bruces en mitad de Traveller. Razas como los Aslan, Droyne, Hivers, K'kree y Vargr se cruzan en nuestro camino y la tecnología baila entre lo futurista y lo anticuado. No somos chiquillos jugando a las aventuras, sino que encarnamos a personajes que ya están mucho más curtidos en lo de sobrevivir entre fuego cruzado.
Una huella para la historia
No fue hasta 1989 cuando recibimos en España la adaptación al castellano, pero dos años antes ya había salido a la venta Mega Traveller. Se trataba de una revisión llevada a cabo por Digest Group Publications, aunque con la publicación de Game Designers Workshop, y fue aquí donde se realizaron cambios dirigidos a enriquecer la galaxia. Sin embargo, la modificación fundamental aterrizó con Traveller: La Nueva Era en 1992, un sistema que ponía el foco en el Tercer Imperio.
Desde entonces, han sido numerosos los suplementos y expansiones que han visto la luz para la obra original y muchos se han centrado en la perspectiva del capítulo de hace 31 años. Se definió que la zona original de Spinward Marches era apenas un fragmento de todo el universo, por lo que se aprovechó para ampliar miras culturales, sociales, tecnológicas y, en general, ofrecer un contexto de ciencia ficción más variado para que el Game Master trabajase con él.
Mientras, la suerte no le sonrió demasiado a Game Designers Workshop. La empresa sufrió graves problemas financieros que desembocaron en su cierre el 29 de febrero de 1996. Decenas de juegos de rol y de guerra vieron la luz a través de la editora, tales como En Garde!, Space: 1889 o Dark Conspiracy, pero el viaje de Traveller no terminó. Imperium Games, Steve Jackson Games y QLI/RPG Realms Publishing son varias de las compañías que han tomado el relevo de seguir creando contenido relacionado con Traveller.
Su influencia ha sido capital, destacando en los puestos más altos de los juegos de rol más importantes que hayan existido. Se han escrito numerosas novelas basadas en su propuesta e incluso se han creado programas informáticos con los que poder supervisar más fácilmente todas las variantes que están involucradas en una partida. Desde luego, un antes y un después en el género.
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