Si ya habías jugado al primer Dying Light de 2015, habrás notado que en Dying Light 2: Stay Human no todo sigue igual. Se mantiene parte de la base, sí, pero hay una serie de cambios que nos obligan a modificar nuestra estrategia de juego.
Uno de esos cambios tiene que ver con las armas, al tener que repararlas de un modo distinto a la anterior aventura de Harran. No, ya no se pueden reparar por el método tradicional, sino que entra en juego una variable un tanto más laboriosa.
Maestro artesano, la clave en este Dying Light 2
Antes tendrás que superar el prólogo y avanzar un poco en la campaña hasta habilitar el acceso al Bazar de la Catedral de Trinidad, donde te da la bienvenida Hakon... y de paso te salva la vida. Poco después, cuando vuelvas con calma, podrás hablar con los supervivientes, siendo uno de ellos un maestro artesano.
No es un mercader tradicional, sino que su moneda de cambio son los recursos de maestro artesano, que se obtienen de infectados especiales (los que llevan una marca como en la imagen de arriba), quienes se dejan ver con mayor facilidad por la noche. Mátalos y coge su trofeo. Y acumula cuantos más puedas, mejor, claro.
Porque este recurso te permitirá comprar mejoras de diseño para tus armas, las cuáles harán (una vez aplicada la mejora usando piezas de artesanía como chatarra, trapos, resina, etc) que tu arma se repare automáticamente recuperando 50 puntos de durabilidad. Así hasta un máximo de tres veces siempre y cuando dispongan de tres ranuras de modificación. Esto quiere decir que no hay ningún arma irrompible, pero sí que pueden aumentar su resistencia mucho más.
Al final, como sucedía en el primer Dying Light, lo mejor es reservar las armas más potentes para ocasiones especiales y disponer de una buena variedad en tu arsenal, recogiendo o comprando más en la tienda, porque nada es para siempre.
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