Técnicamente, no se celebró el E3 2022. En la práctica, los apasionados por los videojuegos vivimos unos días seguidos en los que hubo montones de anuncios, avances, montones de demos, filtraciones, alguna que otra sorpresa y ausencias muy sonadas, y en VidaExtra estuvimos siempre al pie del cañón. Como debe ser. De hecho, el modo en el que vivimos este No-E3 ha sido toda una experiencia para quienes te escribimos cada día.
En VidaExtra damos por concluido lo que podemos considerar el No-E3 de 2022, la sucesión de eventos entre el State of Play de junio y la versión extendida del Xbox & Bethesda Showcase 2022, a través de una visión completa e integral del mismo. No tanto en lo referente a sus contenidos, los cuales ya hemos abordado en profundidad, sino nuestra opinión sobre el collage de eventos en su conjunto.
Con las cartas sobre la mesa y repartidas, los que formamos el equipo de VidaExtra nos mojamos: esto ha sido lo mejor y lo no tan bueno de estos días según Álex, Rubén, Sergio, Juan, Alberto y Frankie.
La opinión de Álex
No echo de menos el E3 de toda la vida. Quizás sólo un poco. Pero muy poco y seguramente por las razones equivocadas (algo similar a la nostalgia, supongo). Desde el punto de vista de los que consumen los contenidos del evento como espectadores en casa creo que no hay demasiada diferencia: da igual si te ponen un tráiler detrás de otro desde un escenario con público o si te cuelan un vídeo detrás de otro en un evento digital. Por parte de la prensa de videojuegos tampoco es que hayamos notado una gran diferencia a la hora de cubrirlo desde la distancia: hemos pasado de encadenar conferencias de madrugada a encadenar eventos digitales.
O lo que es lo mismo: hay una oportunidad perdida para todos los que aprovechaban el E3 presencial para hacer contactos dentro de la industria y llegar a acuerdos comerciales, especialmente si hablamos de los estudios más pequeños. Para el resto, pues eso.
Con esto en mente, de todo lo que he podido ver estos días me quedo con el evento de Xbox. Al menos entendieron que lo que queremos es ver vídeos con gameplay, no cinemáticas. Queremos saber cómo se juegan esos títulos que nos prometen cada año, no cómo luce una escena CGI que en muchas ocasiones ni siquiera representa al propio juego. La parte mala fue la que ya me temía: mucha fecha abierta a futuro (“en algún momento de 2023”, lo cual no es garantía de absolutamente nada) y ciertas ausencias preocupantes como lo que quiera que esté desarrollando The Coalition o alguna novedad con respecto a Perfect Dark. Y no lo digo como queja de fan llorica tipo “yo quería ver esto y me enfado porque no salió”, sino porque son juegos y estudios muy relevantes y no han estado en el principal evento del año de Xbox.
Por último, lo de Geoff Keighley y su evento principal del Summer Game Fest me volvió a parecer casi una broma (ojo a la cinemática de Stormgate: cuando luego mostraron un par de capturas del propio juego dio la impresión de que eran dos cosas totalmente distintas. Hay que tener la cara muy dura). Por no hablar de que la principal sorpresa, ese remake de The Last of Us Parte I para PS5 y PC, se la chafó unas horas antes la propia Sony por descuido.
En fin, veremos qué tal el año que viene con el regreso del E3 y la apuesta de Geoff Keighley para que el Summer Game Fest 2023 sea tanto en formato presencial como digital, aunque me temo que nos vamos a quedar como estamos.
La opinión de Rubén
Creo que cualquiera que se haya asomado por el GG estos días habrá visto hasta qué punto llega mi descontento con este No-E3 que nos ha tocado vivir. Salgo de esta particular fiesta de los videojuegos de junio con un montón de juegos prometedores apuntados, pero hay dos crisis que ensombrecen un poco esa ilusión.
La primera es la evidente falta de juegos triple A. Tenemos compañías cada vez más grandes, más ricas y con más recursos, pero el número de juegos que destaquen por su ambición es cada vez menor y la excusa de “es que el COVID…” hace mucho que dejó de tener sentido en esta ecuación.
Igual es que este es el mundo que nos ha tocado vivir, uno en el que añorar eventos para enmarcar como el E3 de 2015 que ya no volverán. Toca conformarse con que, una vez tras otra, los indies vuelvan a salvarnos la papeleta.
Ellos siguen siendo los únicos que apuestan por la originalidad, por sorprendernos y por conseguir que salgamos de los eventos con una sonrisa de oreja a oreja. El resto sólo quieren un pedacito de casito que hace mucho tiempo que dejaron de merecer. Nos habéis vendido una nueva generación que aún no ha empezado. Ya está bien la broma.
La opinión de Juan
No puedo mentirme a mí mismo, me lo he pasado bien con el No-E3. El State of Play, el Summer Game Fest y, especialmente, Xbox & Bethesda Games Showcase han sido los puntos de encuentro de mi hype con los juegos. Hay sorpresas que fueron reventadas antes de tiempo como el remake de The Last of Us, pero no me afectó. Soy de los que busca anticiparse a los anuncios buscando filtraciones.
Quizás Starfield no me haya enamorado y le falte una capa de pintura, el regreso de Joel y Ellie me parezca innecesario y eche en falta alguna que otra obra, pero me gustan estos carruseles de conferencias. Eso sí, hace falta una buena revisión a conferencias como la de Wholesome Direct o Guerrilla Collective que son un buen somnífero para echar la siesta. El espacio indie me lo ha dado Devolver Digital y los proyectos más modestos que se han colado en el resto de eventos.
Sin embargo, hay obras que no puede ser que no hayan aparecido ni un solo segundo. ¿Dónde diantres está God of War: Ragnarok? ¿Qué pasa con Perfect Dark, Avowed o Fable? Necesito ver la segunda parte de Final Fantasy VII Remake (crucemos los dedos para mañana). Con todo, el E3 real, el de Los Angeles, se resiste a morir por abandono y seguramente el año que viene vuelva a tener un protagonismo en el que la nueva generación debe marcar músculo de una santa vez.
La opinión de Sergio
Los días previos a la temporada de eventos del verano siempre me generan mucha expectación por las ganas de ver qué clase de anuncios se reservan las compañías. Sin embargo, a medida que han ido pasando los días mi ilusión se ha ido chafando a pasos agigantados y ha llegado a un punto que ha hecho desear que sea 2023 de una vez y vuelva el E3 de toda la vida junto con Nintendo, Sony y Ubisoft.
Se suponía que la presentación de Geoff Keighley iba a ser el plato fuerte de estos días, pero en realidad me quedo solo con muy pocas cosas que ya conocía su existencia, como el gameplay de Cuphead: The Delicious Last Course, el nuevo adelanto de Marvel's Midnight Suns o ese esperado Teenage Mutant Ninja Turtles: Sherreder's Revenge que está a puntito de llegar a las tiendas y así revivir parte de mi infancia.
Luego tuvieron lugar otras tantas conferencias como la de Tribeca, Guerrilla Colective o Wholesome Games que las cosas como son, si se las hubiesen ahorrado no le habría importado a nadie. He perdido la cuenta de la cantidad de títulos que se han presentado a lo largo de estos días, pero seamos sinceros, la mayoría de ellos eran perfectamente olvidables al cabo de unos minutos.
Me alegra ver a multitud de estudios trabajando en toda clase de proyectos, pero eso no quiere decir que todos muestren una calidad lo suficientemente buena como para que merezca la pena seguirles la pista. Y qué decir de la falta de originalidad, porque si algo ha quedado claro durante estos días es que lo que se lleva ahora son juegos futuristas y de terror espacial, porque sin duda han sido los géneros que más han abundado durante estos días, con unos cuantos clones de Dead Space.
Al menos el Future Games Show, así como los eventos de Xbox y Devolver, sí que han dejado sorpresas que han captado mi atención, como por ejemplo The Last Faith, The Plucky Squire, Phonopolis, Turbo Golf Racing, The Last Case of Benedict Fox y Wo Long: Fallen Dynasty. En cambio, igual soy raro, pero Starfield no me ha interesado lo más mínimo y mucho tiene que cambiar la cosa para que quiera recorrer el universo de lo nuevo de Bethesda.
La opinión de Alberto
El Summer Game Fest de 2022, cariñosamente apodado el No-E3, ha finalizado. Me gustaría decir que ha sido un buen evento en términos generales, pero la realidad es que tengo un sabor de boca bastante amargo. Las presentaciones han dado horas de novedades y "World Premieres", pero muy poca emoción.
Se supone que este evento es la "gran atracción" del año en términos de presentaciones de videojuegos. Sin embargo, las únicas que han conseguido despertar mi interés han sido Xbox & Bethesda y Devolver Digital. El resto las he sentido como el paso de Kojima: insípido, carente de emoción real.
Venimos de pasar una etapa complicada para la industria del videojuego: la pandemia del COVID-19 ha afectado a muchos proyectos, haciendo que los retrasos en las fechas de lanzamiento sean algo más común que cumplir con tu fecha de lanzamiento inicial. Creo que este evento era la oportunidad de marcar la diferencia con respecto a anteriores años.
No ayuda que compañías como PlayStation hagan apariciones puntuales y con su plato fuerte filtrado antes de empezar el evento. No hablemos ya de la ausencia de God of War, que seguro está reservado para un evento propio. Electronic Arts ha sido otra de las ausencias más notadas y más teniendo un Need for Speed a la vuelta de la esquina.
Por otro lado, Ubisoft hace una aparición a última hora para celebrar el 15 Aniversario de Assassin's Creed... mostrando el Año 2 de Assassin's Creed Valhalla, un Fin de Semana Gratis para Assassin's Creed Origins y finalmente un "nos vemos septiembre".
Se han presentado cosas que me han emocionado, no lo niego: Starfield, High On Life, Forza Motorsport, Flintlock: The Siege of Dawn, Anger Foot, etc. Sin embargo, más de la mitad del Summer Game Fest me ha hecho sentir que estaba perdiendo el tiempo. No he sentido emoción ni contundencia. Quizás espero demasiado, pero no me vale que Microsoft "salve" el No-E3.
La opinión de Frankie
Es inevitable. No todos los E3 han sido buenos y en algún caso incluso nos hemos llegado a plantear hasta qué punto el gran evento de Los Ángeles tiene un impacto real a la hora de encarar la segunda mitad de cada año y los inicios del siguiente. El No-E3 nos ha dado esa respuesta: si se van a juntar varias presentaciones de manera muy seguida, se necesita un formato en el que lo mostrado, que no ha sido poco, se luzca en propiedad. Que se le aporte valor de cara al espectador, en lugar de la sensación de estar acumulándo una interminable sucesión de cinemáticas y gameplay en pantalla.
Hubo sonadas ausencias, como Nintendo, EA o Ubisoft, y hasta un par de casos en los que uno no tenía claro su verdadero propósito, como el fugaz Sonic Central o el Assassin's Creed Celebration que no dieron la sensación de aportar demasiado. Pero, incluso en esas, los que apostaron por un formato más conservador y tradicional salieron reforzados. El State of Play dejó claro el enfoque de nueva generación de PS5, el Showcase de Xbox y Bethesda revalidó el valor del Game Pass y hasta Netflix se lució presentando sus propios juegos.
Soy de los que piensa que ese espíritu competitivo del E3 por ofrecer las mayores sorpresas y esa obsesión por generar los mejores momentos, como la entrada triunfal de Keanu Reeves o ese prodigioso combo que nos dio la presentación de Final Fantasy VII Remake junto con Shenmue III, hacen que merezca la pena echar la vista atrás y atesorar ese "Yo vi en directo cuando eso pasó" de una manera especial.
Desafortunadamente, en lugar de esa apasionante rivalidad creativa de cara a dejar alucinados incontables de fans de manera global, presenciamos una sucesión de anuncios en los que las novedades se solapaban entre sí. En algunos momentos, llegando a provocar una injusta indiferencia y en otros sin lograr causar que las sorpresas generasen el impacto que se merecía.
Geoff Keighley trató de reensamblar desde fuera lo que debía ser el gran evento del videojuego anual -o sacar tajada de su ausencia, según se mire- y arropó desde los eventos posteriores al Sumer Game Fest todo lo que vino después. Eso está bien, ya que había mucha alegría que dar, pero no tengo nada claro que en el futuro el No-E3 sea recordado por sus grandes momentos o por sus anuncios. Sobre todo, cuando el remake de The Last of Us, el plato fuerte de su propio evento, ya estaba en boca de todos horas antes de su presentación oficial. Quiero pensar que recuperemos esa magia en el E3 2023, incluso pecando de optimista.
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