Análisis de Voice of Cards: The Isle Dragon Roars: Yoko Taro reimagina la esencia de los clásicos JRPGs de Square Enix a través de las cartas

Yoko Taro tiene un talento insólito para lograr que lo aparentemente sencillo acabe siendo especial, y eso hace que sus juegos irradien un atractivo único y con extra de personalidad. Voice of Cards: The Isle Dragon Roars, su más reciente trabajo, no es la excepción: es un JRPG de corte muy clásico que se manifiesta y florece en pantalla en forma de cartas. Una baraja, por cierto, exquisitamente ilustrada por la mano de Kimihiko Fujisaka.

Voice of Cards: The Isle Dragon Roars es una aventura de espadas, fantasía y combates por turnos que ya desde sus compases iniciales emana ciertas sensaciones de nostalgia entre los que vivimos el apogeo del género antes del cambio de milenio. Es más, conforme va tomando forma definida, se relame con mucho descaro en la esencia de los clásicos de Square Enix. Tanto para lo bueno y para lo malo.

Porque cerrarse tanto a los clichés y elementos característicos de los JRPGs clásicos tiene un precio muy caro: a Voice of Cards: The Isle Dragon Roars se le escapa el estatus de excepcional dentro de su propio género en aspectos muy esenciales que van desde la composición y detonante de las pequeñas misiones, las motivaciones de los protagonistas o la gran trama y sus giros.

Y sin embargo, Voice of Cards se niega en rotundo a ofrecer la sensación de Déjà vu al jugador veterano y, en el proceso, sabe abrirse con maestría a quien recela o no termina de encontrarle el punto a los JRPGs. Compensando holgadamente sus flaquezas a través de un estilo narrativo diferente, exquisitamente sencillo y muy bien tirado con un gran pero: solo despliega su verdadera grandeza a quienes entienden la lengua de Shakespeare.

El dragón y la isla fatua, reimaginando la esencia del JRPG

En un reino en el que la magia, los monstruos, las gestas heroicas y la alquimia están estrechamente vinculados por el propio destino, la aparición de un poderoso dragón amenaza con romper la paz y la prosperidad de sus habitantes y el delicado equilibrio de la vida.

Ante esta amenaza, la reina Vainilla ha delegado la misión de acabar con la bestia a la Orden Blanca, tres aventureros de leyenda. Pero Voice of Cards: The Isle Dragon Roars no es la historia de estos héroes. De hecho, nuestro héroe protagonista no es el mejor ejemplo de nobleza y caballerosidad, sino un humilde cazarrecompensas interesado fundamentalmente en el dinero.

El autoproclamado héroe, al que nosotros pondremos nombre, acude a la llamada de la reina interesado únicamente en el precio que la reina ha puesto por acabar por la bestia. Una pretensión de poco recorrido, a juzgar por sus limitadas habilidades con la espada y la magia.

Por suerte para nosotros, la lealtad de Zafir, una misteriosa y fiel criatura que nos acompaña, y la alianza con una joven y muy terca maga llamada Kuroé con la que compartimos propósito nos vendrá de maravillas para investigar un poco más sobre el dragón y, en el proceso hacernos con toda clase de tesoros y recompensas según vayamos avanzando.

Pese a lo que podría parecer por las imágenes, los vídeos oficiales y el propio título del juego, Voice of Cards: The Isle Dragon Roars no es un juego de cartas, sino un JRPG de combates por turnos. Tiene muy poquito que ver con
The Lord of the Rings: Adventure Card Game, Thronebreaker o cualquier título de cartas coleccionables que añada elementos roleros a la experiencia: aquí las cartas pasan a ser un elemento artístico y narrativo.

Es decir, Voice of Cards: The Isle Dragon Roars, como juego, sigue la estela de los primeros Dragon Quest de manera casi reverencial:

• Por un lado, a través de la exploración, carta por carta, en amplios entornos exteriores y mazmorras con el aderezo de combates aleatorios y tesoros repartidos para quien decide perderse.

• Por otro lado, reservando los núcleos urbanos y otros lugares de interés como nexo de la trama, permitiéndonos repostar provisiones, recibir encargos y avanzar en la historia.

• Y, por supuesto, un sistema de combates por turnos que, pese a lucir como una partida de cartas, está en completa sintonía con los clásicos de Enix y Squaresoft de los 8 y 16 bits.

Hay elementos propios, desde luego. De vez en cuando deberemos realizar tiradas de dados para resolver Eventos que saltarán al llegar a determinado punto del mapeado o de manera fortuita. Sin embargo, la elección de diálogos o nuestra colección de cartas -más allá de las de pociones y otros artículos de juego- no afectan al desarrollo de una partida de rol que, por cierto, está completamente narrada en inglés.

Voice of Cards: conservador en lo jugable, pero muy interesante en lo narrativo

Durante años, Square Enix se ha dedicado a perfeccionar la identidad de sus grandes sagas de JRPGs, y Voice of Cards: The Isle Dragon Roars no contradice ese legado. Es más, éste es gran parte de su esencia e identidad como juego. Sin embargo, la manera en la que se han reorganizado elementos clave hace que el conjunto acabe siendo realmente atractivo tanto para los fans del rol con denominación Made in Japan como para aquellos que no terminan de conectar con sus mecánicas.

Voice of Cards: The Isle Dragon Roars es una partida de rol narrada con su propio Game Master. El narrador encauza nuestras decisiones hacia la trama orquestada y, de paso, asienta el tono de lo que ocurre en pantalla. tanto durante el desarrollo de la propia historia como en los combates.

Desafortunadamente, la versión en español que nos llega queda deslucida en este aspecto clave, ya que solo es posible escuchar al Game Master en inglés o japonés, aunque todos los textos, diálogos y descripciones de las cartas se pueden leer perfectamente en la lengua de Cervantes. De modo que si bien, la narración no es algo estrictamente necesario, solo aquellos que se defienden con el inglés narrado podrán disfrutar de la experiencia tal y como se visionó originalmente.

Por otro lado, pese a que el sistema de progresos es el mismo que llevamos viendo durante más de tres décadas en los JRPGs, hay que reconocer que la manera de desplegar los escenarios a través de cartas, avanzar a través de éstas o iniciar los combates añadiendo un tablero especial suma puntos adicionales que, añadidos a las exquisitas ilustraciones de Fujisaka (serie Drakengard) y la ambientación musical de Keiichi Okabe (Drakengard 3, serie NieR) redondean una presentación y un apartado artístico excepcional.

Y es que Voice of Cards: The Isle Dragon Roars simplifica con maestría los menús, los marcadores y hasta las barras de salud tradicionales y los presenta como si fuese una simple partida de cartas muy sencilla de entender y que no renuncia a la profundidad que requiere el género.

Sí, la obtención de nuevas armaduras, armas y hechizos es algo esencial para avanzar. Los efectos elementales y hasta las subidas de nivel de nuestros personajes tienen un peso muy importante a la hora de combatir y progresar. Pero estos elementos tan importantes dentro de los JRPGs están al completo servicio de la estética y la narrativa. Y eso hace que Voice of Cards: The Isle Dragon Roars se abra con gran acierto a ese público no tan amigo de los combates por turnos.

Dicho lo cual, en Voice of Cards: The Isle Dragon Roars sí hay una experiencia competitiva. O, más bien, un juego de naipes más tradicional que existe en paralelo a la aventura principal: una vez lleguemos a nuestra segunda ciudad desbloquearemos una sala de juegos en la que podremos acceder desde cada núcleo urbano o la pantalla de inicio del juego.

Desafortunadamente, estas experiencias alternativas de naipes basadas en la lógica y la suerte no ofrecen la opción de jugarse a dos jugadores con un par de mandos o de manera online. No es que sean juegos complejos o al nivel de Heartshtone o Gwent, ni tampoco se iguala el peso de la experiencia de juego principal, pero es una lástima.

La opinión de VidaExtra

Para hacerte con la exquisita colección de cartas de Voice of Cards: The Isle Dragon Roars no necesitarás suerte o un afán coleccionista que te derive a la tienda de juego, sino contar con la determinación de exprimir al máximo un JRPG. Dejándote llevar por su historia preorquestada con personajes carismáticos y, de vez en cuando, perderte un poquito por sus mazmorras y el mapa general.

Y lo cierto es que el modo en el que está todo presentado y planteado en Voice of Cards: The Isle Dragon Roars hace que cueste muy poquito dar rodeos innecesarios. Sobre todo, cuando al subir de nivel recibes una nueva carta de hechizo que pide ser jugada en un nuevo combate por turnos.

Pese a su presentación, Voice of Cards: The Isle Dragon Roars no reinventa o deconstruye la fórmula de los JRPGs clásicos, sino que la hace amena y accesible para todos. Para los apasionados por los primeros Final Fantasy y Dragon Quest, como para aquellos que sencillamente quieren descubrir un mundo de fantasía en el que los combates se resuelven con cartas de hechizos y tiradas de dados.

El acabado artesanal de su presentación, incluida la entrada de los tapetes cuando arrancan los combates, redondea el punto más fuerte de la propuesta: su modo de hacer que mecánicas que llevan asentadas más de tres décadas se sientan casi tan tangibles como lo podría ser un juego de mesa, y la narrativa del Game Master (en inglés) contribuye positivamente a que el conjunto sea todavía más ameno.

Es una lástima, como comentamos, que no se hayan incluido opciones de multijugador para las salas de juego, pero por otro lado es justo decir que se trata más de un añadido que de la experiencia principal. Sin embargo, que no se haya localizado a más idiomas la narración desmerece el mimo puesto en ofrecer una experiencia diferente para una fórmula por la que no pasan los años.

En cualquier caso, Voice of Cards: The Isle Dragon Roars tiene todo lo necesario para ser el inicio de una nueva saga rolera. Para encandilar a los apasionados por el JRPG de la vieja escuela y para atrapar a quienes buscan una aventura de fantasía clásica con personajes a los que, irremediablemente, se les acaba cogiendo un cariño especial.