En los videojuegos hay ocasiones en las que nos encontramos con propuestas que tratan de escapar de lo común u ofrecer algo original, lo que sirve para que se acaben convirtiendo en sorpresas muy agradables que nos permiten confiar en que todavía hay hueco más que de sobra para publicar títulos muy novedosos. Eso mismo fue lo que sentí el mes pasado con Kunitsu-Gami: Path of the Goddess, el nuevo trabajo de Capcom.
En su momento, tras jugar durante algo más de una hora, me di cuenta de que no veía el momento de soltar el mando, porque lo único que me apetecía era seguir jugando sin parar. Por este mismo motivo tenía tantísimas ganas de darle caña a su versión final, para así comprobar si se reafirmaba mi sensación de que será uno de los juegazos de este verano, y probablemente del año, o en realidad no era para tanto.
Una montaña corrupta que hay que restaurar con combates y danzas
En esta aventura, con un buen toque místico y japonés, algo que salta a la vista al instante por su ambientación y personajes, la historia nos presenta un enfrentamiento colosal entre el reino de los espíritus y el de los mortales. Los habitantes del monte Kafuku residen pacíficamente en sus aldeas hasta que un día comienzan a surgir de la nada una serie de temibles criaturas que están asediando y corrompiendo todo a su paso.
Debido a esta contaminación que se está extendiendo a toda velocidad, la doncella Yoshiro cuenta con la misión de llevar a cabo un viaje para realizar un rito que le permita erradicar por completo el mal que acecha en estas tierras. No obstante, ella sola no puede cumplir con su cometido, lo que le lleva a invocar al espíritu de Soh para que se encargue de combatir contra los monstruos que se interpongan en su tarea.
Este último es el personaje que nos toca controlar de principio a fin en este título que no para de ganar puntos a medida que van pasando las horas, volviéndose cada vez más entretenido y sobre todo desafiante, porque la dificultad no para de ir en aumento, sin llegar a ser desesperante, pero sí lo suficiente para que los jugadores no se puedan relajar en ningún instante.
Lo cierto es que el argumento tampoco es que sea nada del otro mundo porque la premisa es constantemente la misma de principio a fin: ir a una aldea, eliminar la corrupción con una danza final, ir a la siguiente, repetir la misma jugada, y así sucesivamente. Igualmente, tampoco es una pega que el título no haga demasiado hincapié en el apartado de la trama, porque hay que reconocer que su jugabilidad es lo que más importa y, en una propuesta de estas características, se agradece que sea en lo que más se centre para hacerla más espectacular todavía.
Por otro lado, volviendo a la ambientación, es innegable que es magnífica porque sientes perfectamente que estás metido de lleno en una historia del Japón feudal. Es más, para lograr que fuese más realista todavía, el equipo de Capcom ha escaneado miniaturas y trajes que han sido utilizados en la vida real con el fin de transformarlos en modelos 3D y así otorgarle una mayor autenticidad a todo lo que va desfilando por la pantalla, que lo cierto es que es asombroso y luce de maravilla.
La original mecánica de unos niveles que presentan un reto constante
Es momento de pasar a la parte por la que Kunitsu-Gami es uno de esos juegos que deberíais de poner en vuestro punto de mira. Básicamente, se trata de un cóctel de géneros con los que se ha dado con la tecla perfecta para obtener un resultado sublime, ya que se trata de un juego de acción y estrategia, o mejor dicho, un tower defense con mezcla de hack and slash.
Cada fase, correspondiente a una aldea a la que hay que salvar, se caracteriza por contar con un camino cuyo terreno está corrompido y es por el que se debe ir desplazando Toshiro hasta llegar a las denominadas puertas Torii. En el caso de llegar hasta ellas, todo el mal que rodea a los alrededores desaparecerá y así se podrá restaurar la normalidad poco a poco. No obstante, como se suele decir, del dicho al hecho…
Esto se debe a que todos los niveles se dividen en ciclos de día y noche a los que hay que prestar especial atención, porque el tiempo apremia y no hay que desperdiciar ningún segundo que puede acabar siendo de vital importancia a la larga. Durante el día, los jugadores deben controlar a Soh yendo por un lado a otro de las aldeas eliminando puntos que han sido malditos y otros en los que los habitantes han sido capturados, dado que es fundamental salvarlos para progresar más satisfactoriamente.
El hecho de acabar con la corrupción que invade determinadas zonas sirve para obtener a cambio unas esferas que son las que hay que entregar a Yoshiro para que avance por el camino o de lo contrario se quedará quieta. Asimismo, estos cristales son esenciales para asignar roles especiales a los aldeanos que se vayan rescatando y así se transformen en guerreros con un hacha, arqueros, curanderos, luchadores de sumo, etc., por lo que hay un buen puñado de especializaciones por las que es posible decantarse y que se van desbloqueando poco a poco a base de avanzar en la campaña.
Así pues, hay que saber administrar perfectamente estas esferas para determinar cuándo es el momento idóneo para que avance Yoshiro y qué clases hay que asignar a los aldeanos, porque no todas cuestan exactamente lo mismo. En otro orden de cosas, durante el día se puede encargar a carpinteros que reparen puentes que están destrozados, pilares que otorgan ventajas, torretas en las que se pueden subir los arqueros y mucho más, de ahí que haya que darse mucha prisa en realizar estas acciones antes de que llegue la noche.
Tras unos minutos es cuando cae el sol y se da rienda suelta al auténtico caos, porque por varios puntos del escenario se abren las puertas de otra dimensión por la que van surgiendo los demonios que irán a por Yoshiro para asesinarla. Es ahí donde entra la mecánica de tower defense al tener que dar órdenes a los aldeanos para que cubran diferentes flancos para que no se cuele ningún enemigo por ninguna parte, porque todos ellos pegan realmente duro y son capaces de acabar con la doncella en un santiamén si te descuidas demasiado.
Por todo ello, los aldeanos juegan un papel tan importante al servir de ayuda para hacer picadillo a las hordas de criaturas que van surgiendo, porque con Soh es posible machacarlos a base de ejecutar danzas con tajos bestiales, siendo esta la mejor manera de eliminar a todos los monstruos. Sin embargo, los niveles son tan grandes que es imposible abarcar todas las zonas si los aldeanos no echan una mano, de ahí que también sea determinante construir barreras u otras trampas, porque cualquier ayuda siempre viene bien, por muy diminuta que sea.
Durante las primeras fases con tener cuidado y examinar bien el terreno no se convierte en una tarea demasiado ardua. Eso sí, el cuento cambia por completo en fases posteriores, porque cada escenario presenta sus propias características y mecánicas, como por ejemplo el hecho de que solo haya que depender de los aldeanos para proteger a Yoshiro, que los puntos de partida de los monstruos se van modificando o que los caminos por los que se desplaza nuestra protagonista se bifurquen y haya que decidir cuál es el más adecuado.
Sin duda, se trata de una buena manera para que no se dé la sensación de estar repitiendo lo mismo una y otra vez, lo que es innegable que en un conjunto global logra que la experiencia resulte muy original por ser uno de los tower defense más diferentes y únicos que existen, aunque también es cierto que cuando llevas unas horas ese factor sorpresa desaparece por completo y con lo único que te quedas pensando es con "vamos a ver qué nuevo reto me espera", que tampoco está nada mal.
En algunas fases lo he llegado a pasar realmente mal porque el caos que se forma es descomunal, porque los enemigos son cada vez más duros, más numerosos y más poderosos, entre los que hay algunos de tipo élite con habilidades especiales que son capaces de causar estragos a nuestro grupo si no procuramos protegerlos de alguna manera, ya sea moviéndolos o curándolos con raciones de comida que les restauran la vida al completo.
Como os imaginaréis, el hacer que Yoshiro avance es indispensable para superar cada fase, pero no a cualquier precio. La doncella tan solo se desplaza durante el día, así que hay que procurar que se quede en algún lugar donde pueda resultar medianamente fácil protegerla, pero claro, tampoco es recomendable hacer que avance poco porque anda muy, pero que muy despacio, así que eso mismo puede conllevar que haya que afrontar demasiadas veces las luchas nocturnas, lo que se puede pagar muy caro por puro desgaste.
Una vez alcanzadas las puertas Torii es cuando se inicia un minijuego en el que hay que mantener una esfera espiritual dentro de lo que es la puerta para que así Yoshiro recupere su salud en caso de que haya perdido demasiada. Todo ello acompañado por una cinemática en la que la pareja de protagonistas, acompañada de los aldeanos, comienzan a ejecutar una danza con la que se fulmina por completo toda la corrupción que ha invadido la zona.
Sin embargo, ahí no acaba todo, porque cada fase dispone también de su correspondiente batalla final contra un demonio en forma de jefe contra al que hay que librar un combate brutal. Algunos de estos encuentros me han hecho sudar la gota gorda y, sinceramente, no me han convencido tanto en comparación con los niveles normales, porque la inteligencia artificial de los aldeanos tampoco es que sea para tirar cohetes y a veces no atacan lo suficientemente rápido que uno desearía o se comen demasiados impactos, provocando que sean eliminados y por lo tanto disminuyan los refuerzos para proteger a Yoshiro.
Reforzando a nuestras unidades
Algo que suele ser habitual en los tower defense es el hecho de que las unidades que se van construyendo o los roles que se van asignando, como en este caso, se pueden mejorar, porque los enemigos son cada vez más salvajes y no se puede depender siempre del mismo tipo de herramientas con las que se empieza a jugar durante los primeros compases de la campaña.
Cuando las fases se van completando se establecen campamentos que es necesario restaurar y que únicamente van volviendo a la normalidad poco a poco a medida que se van completando más misiones. Eso sí, esto es una parte importante de esta travesía porque es el mejor método para recibir a cambio una serie de obsequios y artículos que son los que se emplean para perfeccionar las estadísticas o para desbloquear más habilidades de cada una de las clases del juego.
De este modo, todos van haciendo más daño, van aumentando su vida o son capaces de ejecutar otras habilidades cuanto más fuertes se vuelven. De hecho, lo mismo sucede con el propio Soh, con una lista gigantesca de opciones por las que es posible decantarse, aunque en este caso es más comprensible por lo que mencionaba previamente de que nuestro protagonista es el que acaba haciendo la mayor parte del trabajo sucio.
Además, algo que le otorga una buena rejugabilidad al juego es que cada escenario dispone de sus propios objetivos secundarios, que pueden consistir en asignar una cierta cantidad de roles, no usar raciones, no recibir daño en ningún momento y otros tantos ejemplos. Son tareas para que las recompensas se vuelvan mayores y así poder fortalecer más todavía a las diferentes clases.
En cambio, lo que me ha chirriado un poco es que, entre estos premios, hay mejoras pasivas que se pueden establecer y lo cierto es que hay demasiadas por las que es posible decantarse para las pocas que se pueden escoger simultáneamente. Si bien me parece algo lógico para que cualquiera pueda establecer sus propias estrategias y haya una mayor libertad, también me ha transmitido la sensación de que una buena parte de ellas acaban siendo inútiles y es fácil que acaben cayendo en el olvido desde el primer minuto.
La opinión de VidaExtra
Las horas que he pasado a los mandos jugando a Kunitsu-Gami: Path of the Goddess han volado sin que me diese cuenta. Al no parar de realizar acciones de todo tipo, ya sea durante el día o durante la noche, es imposible que te aburras en algún momento, sobre todo porque la jugabilidad resulta tan entretenida a grandes rasgos que se convierte en uno de esos juegos que lo único que quieres es seguir avanzando sin parar y disfrutando de los retos tan complicados que te van presentando determinadas fases.
No voy a negar que los jefes finales y ciertos aspectos de las mejoras de las unidades son puntos que no me han terminado de convencer demasiado, pero en absoluto se han convertido en detalles por los que no recomendaría el juego. Realmente es todo lo contrario, porque este título es de las mayores sorpresas de los últimos años y de los mejores trabajos de Capcom para este 2024.
Todo ello demuestra que a veces no hace falta que una obra tenga un nombre muy reconocible o corresponda a una saga conocida mundialmente para que acabe dando el campanazo, porque es indiscutible que Kunitsu-Gami es un verdadero melocotonazo con el que se agradece que de vez en cuando nos sorprendan con juegazos tan originales y entretenidos.
Precio de Kunitsu-Gami: Path of the Goddess
El lanzamiento de Kunitsu-Gami: Path of the Goddess se producirá exclusivamente en formato digital, así que tendréis la opción de haceros con el nuevo trabajo de Capcom por 49,99 euros en Steam, en PlayStation Store o en la tienda de Microsoft.
Duración de Kunitsu-Gami: Path of the Goddess
Si nos centramos exclusivamente en la campaña de Kunitsu-Gami: Path of the Goddess es probable que os dure entre 20-25 horas, pero la cantidad puede aumentar considerablemente dependiendo de lo que se entretenga cada uno mejorando las aldeas ya completadas o volviendo a fases anteriores.
Imprescindible
Kunitsu-Gami: Path of the Goddess
Plataformas | PC, PS5 (versión analizada) y Xbox Series X/S |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Capcom |
Compañía | Capcom |
Lanzamiento | 19 de julio de 2024 |
Lo mejor
- La mecánica tan original y lo bien que mezcla diferentes géneros.
- La cantidad de actividades a realizar en cada fase constantemente.
- Los numerosos retos y tan variados que presentan los escenarios.
Lo peor
- Las batallas contra los jefes finales no alcanzan la misma calidad.
- El comportamiento de las unidades se podría mejorar un poco más.
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