'Killzone 3'. Análisis

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En 2004 a Sony le cayó del cielo una juego que pasaría a convertirse en uno de los buques insignia de su futuro. Sin comerlo ni beberlo Guerrilla Games creó un humilde FPS que acabó convirtiéndose en una obra maestra de PS2. Un título que con los años se ha revalorizado convirtiendo a su tercera entrega, ‘Killzone 3’, en uno de los juegos más deseados por los poseedores de una PS3.

Sin embargo el trayecto desde aquél punto a lo que hoy tenemos entre manos ha sido largo y tortuoso, protagonizando algunos episodios que marcaron la imagen de la saga y de la compañía, revalorizando su poder publicitario pero mermando lo que los jugadores esperamos encontrarnos cuando nos ponemos a los mandos: un espíritu único, original y memorable. En ‘Killzone 3’ nos encontramos el último capítulo de ese inesperado camino. Un cambio que repasamos en el siguiente análisis de un juego que debería estar ya en tu colección, pero con algunas reservas.

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Echando la vista atrás

Cuando los juegos los hacían cuatro gatos era fácil destacar. Era muy difícil no encontrar una idea fresca que se alejase de lo habitual y la creación de nuevos géneros y propuestas diferenciadoras era nuestro pan de cada día. Esa tarea se ha convertido en improbable, aunque no imposible, debido principalmente a la creación de una corriente mainstream que guía lo que vende y lo que no. Pese a ello los proyectos van surgiendo poco a poco y los títulos acaban encontrando un nicho sin explotar potenciando características que, inexploradas o imperceptibles, pueden arrojar una chispa de frescura.

‘Killzone 2’ intentó fortalecer los baches de la saga, no de Guerrilla sino de Sony y sus campañas, intentando plasmar el espíritu de su primera entrega. Un trabajo tremendamente difícil que solventaron con mayor o menor acierto. Eso, como la mayoría de los puntos que reflejaremos a continuación, quedará para siempre medido por la vara diferenciadora que poseemos cada uno de nosotros.

Sin embargo sí reflejaba una personalidad propia, ya no sólo en su estilo, sino también en detalles como el control. Por aquél entonces el sistema de control de ‘Modern Warfare’ se nos había grabado a fuego en nuestros dedos, principalmente por nuestra adicción a su modo online. Guerrilla Games dejó claro que se alejaba de las corrientes aportando su propio sistema.
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Nada tenía que ver la primera entrega con lo que se podía disfrutar por aquél entonces en la segunda consola de Sony, y algo similar se pretendía mostrar con el nuevo título. No caigamos en el error de clasificarlo en error o acierto, aplaudamos sin embargo la valentía para hacer lo que uno cree correcto sin dejarse llevar por la corriente.

Soy fan acérrimo de ‘Killzone’ y lo defiendo a capa y espada siempre que puedo. Pero mientras que el primero me encantó el segundo me gustó, quedando para ‘Killzone 3’ un sentimiento que navega entre esa última sensación y un simple “está bien“.

Aciertos desfavorables

Porque no lo niego, está bien, pero ese espíritu que se fue diluyendo con el tiempo ha acabado por desaparecer, soltando el timón y dejando que, lo que vende y lo que no, convierta a la tercera entrega en un título que podría haber firmado cualquier desarrolladora ciñéndose a los cánones establecidos por los últimos éxitos sin aportar, además, la enriquecedora experiencia que estos han aportado.

Que a la gente le gusta la variedad, pues se crea un nivel de cada. ¿Quieren otro sistema de control? Pues que elijan el que más les guste. Si aquél ha puesto escenas de acción propia de Hollywood a mansalva y ha vendido, tal vez ‘Killzone 3’ deba contener lo mismo.

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Detalles que no amargan a nadie, al fin y al cabo nosotros movemos el sector con nuestras compras y dirigimos esa corriente a nuestro antojo. Pero un título triple A, imagen de una gran compañía y mejor franquicia, debe estar siempre por encima de eso. De no ser así lo que encontraríamos en ‘Uncharted’ es un cambio de sexo de nuestra querida Lara.

De hecho eso es lo que demandaba la gente antes de que Naughty Dog pegase un puñetazo sobre la mesa para afirmar que, lo que marcaría el futuro de ese género, es que Lara acabase cambiándose de sexo para parecerse a Nathan. Porque innovando se puede fallar, pero también derivar el cauce del río para crear una nueva corriente.

La variedad de ‘Killzone 3’ llega al exceso de matar el ritmo del juego. De un enfrentamiento a pie saltamos a una batalla sobre ruedas, después se mete con calzador una fase de sigilo para acabar en un corto paseo pistola en mano hasta encontrar un mecha en el que continuar la contienda. Cambio tras cambio, la mayoría demasiado cortos, que acaban con el esquema prefijado en este tipo de títulos.

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Estos cambios que podemos encontrar en la mayoría de juegos de hoy en día no se hacen al azar. Hay un estudio que afirma que llegados a un cúmulo de horas es necesario introducir una batalla aérea o un paseo en tanque para romper con la monotonía. Cuando ese cálculo no se hace y simplemente se introducen elementos cada dos por tres el jugador acaba por desconocer si está jugando a un FPS o a un shooter más de acción. Puede parecer una diferencia insignificante, pero es lo que claramente diferencia a ‘Killzone 3’ de su primera entrega.

Lo que más choca es que se pierde el espíritu inspirándose y se falla en lo más básico. Si ‘Half-Life 2’ triunfó introduciendo un narrativa distinta y ‘Modern Warfare’ lo aplicó con maestría añadiendo escenas de acción prefijadas en primera persona ¿qué te cuesta tomar prestada también esa idea?

Hay multitud de vídeos en los que habría deseado ser parte protagonista de la acción y no un simple espectador. Se gana en espectacularidad porque, para más delito, los montajes invitan a ello.

No ayudan tampoco los manidos estereotipos, y aún menos un guión predecible hasta la saciedad que te invita a desconectar del hilo principal con un doblaje desmerecedor del presupuesto del juego.

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Conclusión

Se agradece, por otro lado, la acertada decisión de una campaña cooperativa aunque los gráficos se vean débilmente afectados, así como la evolución de un modo online que sí marca sus propias diferencias.

También, aunque no pueda parecerlo aplaudo la elección del sistema de control que mencionábamos unas líneas más arriba. Sumado al soporte para Move, la inclusión del 3D y unos gráficos a la altura de las circunstancias, no por encima, el envoltorio brilla. Pero lo que se espera de esta saga y sus desarrolladores no es una tenue luz, sino un destello cegador. Que el juego, además de gustar, enamore. No un buen FPS, sino un ‘Killzone 3’.

Ficha Técnica: Killzone 3

En 2004 a Sony le cayó del cielo una juego que pasaría a convertirse en uno de los buques insignia de su futuro. Sin comerlo ni beberlo Guerrilla Games creó un humilde FPS que acabó convirtiéndose en una obra maestra de PS2. Un título que con los años se ha revalorizado convirtiendo a su tercera entrega, ‘Killzone 3’, en uno de los juegos más deseados por los poseedores de una PS3.

Sin embargo el trayecto desde aquél punto a lo que hoy tenemos entre manos ha sido largo y tortuoso, protagonizando algunos episodios que marcaron la imagen de la saga y de la compañía, revalorizando su poder publicitario pero mermando lo que los jugadores esperamos encontrarnos cuando nos ponemos a los mandos: un espíritu único, original y memorable. En ‘Killzone 3’ nos encontramos el último capítulo de ese inesperado camino. Un cambio que repasamos en el siguiente análisis de un juego que debería estar ya en tu colección, pero con algunas reservas.

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Echando la vista atrás

Cuando los juegos los hacían cuatro gatos era fácil destacar. Era muy difícil no encontrar una idea fresca que se alejase de lo habitual y la creación de nuevos géneros y propuestas diferenciadoras era nuestro pan de cada día. Esa tarea se ha convertido en improbable, aunque no imposible, debido principalmente a la creación de una corriente mainstream que guía lo que vende y lo que no. Pese a ello los proyectos van surgiendo poco a poco y los títulos acaban encontrando un nicho sin explotar potenciando características que, inexploradas o imperceptibles, pueden arrojar una chispa de frescura.

‘Killzone 2’ intentó fortalecer los baches de la saga, no de Guerrilla sino de Sony y sus campañas, intentando plasmar el espíritu de su primera entrega. Un trabajo tremendamente difícil que solventaron con mayor o menor acierto. Eso, como la mayoría de los puntos que reflejaremos a continuación, quedará para siempre medido por la vara diferenciadora que poseemos cada uno de nosotros.

Sin embargo sí reflejaba una personalidad propia, ya no sólo en su estilo, sino también en detalles como el control. Por aquél entonces el sistema de control de ‘Modern Warfare’ se nos había grabado a fuego en nuestros dedos, principalmente por nuestra adicción a su modo online. Guerrilla Games dejó claro que se alejaba de las corrientes aportando su propio sistema.

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Nada tenía que ver la primera entrega con lo que se podía disfrutar por aquél entonces en la segunda consola de Sony, y algo similar se pretendía mostrar con el nuevo título. No caigamos en el error de clasificarlo en error o acierto, aplaudamos sin embargo la valentía para hacer lo que uno cree correcto sin dejarse llevar por la corriente.

Soy fan acérrimo de ‘Killzone’ y lo defiendo a capa y espada siempre que puedo. Pero mientras que el primero me encantó el segundo me gustó, quedando para ‘Killzone 3’ un sentimiento que navega entre esa última sensación y un simple “está bien“.

Aciertos desfavorables

Porque no lo niego, está bien, pero ese espíritu que se fue diluyendo con el tiempo ha acabado por desaparecer, soltando el timón y dejando que, lo que vende y lo que no, convierta a la tercera entrega en un título que podría haber firmado cualquier desarrolladora ciñéndose a los cánones establecidos por los últimos éxitos sin aportar, además, la enriquecedora experiencia que estos han aportado.

Que a la gente le gusta la variedad, pues se crea un nivel de cada. ¿Quieren otro sistema de control? Pues que elijan el que más les guste. Si aquél ha puesto escenas de acción propia de Hollywood a mansalva y ha vendido, tal vez ‘Killzone 3’ deba contener lo mismo.

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Detalles que no amargan a nadie, al fin y al cabo nosotros movemos el sector con nuestras compras y dirigimos esa corriente a nuestro antojo. Pero un título triple A, imagen de una gran compañía y mejor franquicia, debe estar siempre por encima de eso. De no ser así lo que encontraríamos en ‘Uncharted’ es un cambio de sexo de nuestra querida Lara.

De hecho eso es lo que demandaba la gente antes de que Naughty Dog pegase un puñetazo sobre la mesa para afirmar que, lo que marcaría el futuro de ese género, es que Lara acabase cambiándose de sexo para parecerse a Nathan. Porque innovando se puede fallar, pero también derivar el cauce del río para crear una nueva corriente.

La variedad de ‘Killzone 3’ llega al exceso de matar el ritmo del juego. De un enfrentamiento a pie saltamos a una batalla sobre ruedas, después se mete con calzador una fase de sigilo para acabar en un corto paseo pistola en mano hasta encontrar un mecha en el que continuar la contienda. Cambio tras cambio, la mayoría demasiado cortos, que acaban con el esquema prefijado en este tipo de títulos.

killzone-3-analisis-003.jpg

Estos cambios que podemos encontrar en la mayoría de juegos de hoy en día no se hacen al azar. Hay un estudio que afirma que llegados a un cúmulo de horas es necesario introducir una batalla aérea o un paseo en tanque para romper con la monotonía. Cuando ese cálculo no se hace y simplemente se introducen elementos cada dos por tres el jugador acaba por desconocer si está jugando a un FPS o a un shooter más de acción. Puede parecer una diferencia insignificante, pero es lo que claramente diferencia a ‘Killzone 3’ de su primera entrega.

Lo que más choca es que se pierde el espíritu inspirándose y se falla en lo más básico. Si ‘Half-Life 2’ triunfó introduciendo un narrativa distinta y ‘Modern Warfare’ lo aplicó con maestría añadiendo escenas de acción prefijadas en primera persona ¿qué te cuesta tomar prestada también esa idea?

Hay multitud de vídeos en los que habría deseado ser parte protagonista de la acción y no un simple espectador. Se gana en espectacularidad porque, para más delito, los montajes invitan a ello.

No ayudan tampoco los manidos estereotipos, y aún menos un guión predecible hasta la saciedad que te invita a desconectar del hilo principal con un doblaje desmerecedor del presupuesto del juego.

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Conclusión

Se agradece, por otro lado, la acertada decisión de una campaña cooperativa aunque los gráficos se vean débilmente afectados, así como la evolución de un modo online que sí marca sus propias diferencias.

También, aunque no pueda parecerlo aplaudo la elección del sistema de control que mencionábamos unas líneas más arriba. Sumado al soporte para Move, la inclusión del 3D y unos gráficos a la altura de las circunstancias, no por encima, el envoltorio brilla. Pero lo que se espera de esta saga y sus desarrolladores no es una tenue luz, sino un destello cegador. Que el juego, además de gustar, enamore. No un buen FPS, sino un ‘Killzone 3’.

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Echando la vista atrás

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  • Plataformas: PS3
  • Editor: Sony
  • Desarrollador: Guerrilla Games
  • Lanzamiento: Ya disponible
  • Precio: 69,95 euros

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Killzone 3
  • Plataformas: PS3

  • Editor: Sony

  • Desarrollador: Guerrilla Games

  • Lanzamiento: Ya disponible

  • Precio: 69,95 euros


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