Debo reconocer que me valía con una nueva aventurilla con mejores gráficos en la que reventar bichos a espadazos y mochazos en la cabeza para darle mi aprobación a Space Marine 2, pero tras la demo que he tenido la oportunidad de probar, la secuela del mítico Space Marine ha resultado ser mucho más que eso.
Convertido uno de mis juegos más celebrados de la generación de Xbox 360, aquél excelente doble A parecía destinado a quedarse sólo en aquella aventura, pero por suerte para todos los que lo disfrutamos, ha vuelto en la mejor forma posible.
Mucho más y mucho mejor
Manteniendo la misma premisa de despedazar enemigos alternando entre el combate cuerpo a cuerpo para los masillas y disparar desde lejos a monstruos algo más exigentes, Space Marine 2 se siente prácticamente igual en lo jugable, pero en lo visual el salto no podía ser más espectacular.
A nivel visual es una auténtica gozada por lo alucinante de sus panorámicas de los bosques del planeta Kadaku pero, especialmente, del buen uso que hace de la potencia gráfica para plantarnos ante la cara inmensas hordas de Tiránidos que no dudarán en amontonarse unos sobre otros para escalar estructuras y abalanzarse sobre nosotros como si fuesen un tsunami de cuchillas y ácido.
Hay más de truco visual que de enemigos reales en ese océano de alienígenas sedientos de sangre que no parece terminar de materializarse en hordas de enemigos frente a las que luchar cara a cara, pero el número de bichos en pantalla a los que disparar siempre es lo bastante grande para resultar impactante y también lo bastante comedido para que adentrarse en sus combates no sea un suicidio.
Habrá quienes echen de menos aquél estilo cartoon de la primera entrega que deja paso aquí a una experiencia más enfocada al realismo y la fotogrametría de barro y rocas, pero es tan despampanante que es una pena que se te olvida rápido.
Entre las esquivas perfectas y el parry
A eso ayuda bastante que Space Marine 2 sea mucho más que una mera actualización visual de Titus y sus fascistas espaciales. Aunque la demo no haya dado mucho de sí a la hora de mantener aquél vertiginoso ritmo con el que la primera aventura nos empujaba de una novedad a otra en forma de armas y accesorios, sí apunta a ser mucho más profundo y menos repetitivo.
La llave para evitar la fatiga de realizar siempre los mismos ataques la añaden las nuevas ejecuciones a distancia, disparos secos de bolter que podremos realizar a golpe de gatillo y sin apuntar para ir despachando Tiránidos a lo John Wick mientras recuperamos algo de vida, pero especialmente el parry que sirve para hacer aún más vistosos esos encuentros.
Avisándonos con inmensos -y muy fáciles de anticipar- destellos azules, activar el botón de bloqueo iniciará una animación en la que Titus se deshará de esos atacantes con la brutalidad que le caracteriza.
Por contra, frente a los destellos vestidos de rojo que no cedan hueco a esa opción, una esquiva en el momento exacto activará una brevísima ralentización de tiempo que nos permitirá noquear enemigos mediante el disparo de bolter que comentábamos antes.
Y tras ello, pues lo de costumbre, lo de acercarnos al enemigo para pulsar el stick y realizar la ejecución más loca posible. Ojalá de aquí al lanzamiento del juego el próximo invierno haya un poco de hueco para introducir más variantes en dichas muertes porque, puestos a ponerle algún pero a esta prometedora secuela, creo que es lo único que terminaría de redondear a Warhammer 40K: Space Marine 2.
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