Esta es una iniciativa en colaboración con Wizards of the Coast.
Una de las cosas que más me está fascinando de Magic: The Gathering es el halo de misticismo que se ha creado en torno al juego. Desconozco si es una casualidad marcada con los años, si es una estrategia de marketing perfectamente milimetrada, o es lo que ocurre cuando eres un éxito sin precedentes, pero no es la primera vez que me encuentro con una historia como esta en mis Crónicas Magic.
Errores de impresión que se convierten en cartas rarísimas, mecánicas que se van de las manos como la del Black Lotus y decenas de curiosidades de Magic con las que me voy encontrando mientras estudio el juego para intentar ganarme mi paso a Mítico y jugar en un torneo profesional. La de hoy, sin embargo, es la primera historia de amor que tengo el gusto de leer.
Los inicios del creador de Magic
Tataranieto de un presidente de los Estados Unidos (James A. Garfield) y familiar directo del inventor del clip, era fácil adivinar que la historia de Richard Garfield tenía números para llegar más lejos que la mayoría de mortales. Y eso precisamente, los números, es lo que en gran parte marcó la trayectoria del creador de Magic: The Gathering.
Pese a que su pasión por los juegos de mesa y los puzles siempre estuvo presente durante su niñez, fue al formar parte del grupo de testeo de una de las primeras ediciones de Dungeons & Dragons cuando se enamoró perdidamente de ese mundillo.
La ilusión por el mundo de los juegos era tal que a los 13 años ya había creado el primero. Podéis imaginar la respuesta que recibió de su padre, un famoso arquitecto, a la idea de que su también famosa familia tuviese un miembro dedicado a crear y vender Monopolys. Ni hablar, ese era un sector demasiado naíf para hacer carrera.
Así que Garfield hizo lo que cualquiera en su situación habría hecho. Echar a un lado los juegos de mesa, convertirlos en un hobby, y dedicarse a lo segundo que más le gustaba: los números. En 1985 ya estaba graduado en matemáticas computacionales y, tras un breve paso por el mundo laboral, decidió seguir haciendo carrera convirtiéndose en doctor en matemáticas.
De matemático a diseñador de juegos
Pese a que las mates ocupaban gran parte de su vida, aquél trabajo de apenas dos años antes de saltar al doctorado remarcó aún más su pasión por los juegos de mesa y, pese a ser muy consciente de que las posibilidades de alcanzar el éxito ahí eran muy complicadas, decidió empezar a crear juegos que pudiese presentar a distintas compañías.
Aunque no tuvo suerte intentando vender su principal idea, el juego de mesa RoboRally, en Wizards of the Coast lo rechazaron con un caramelo que hizo clic en la mente del matemático. Necesitaban un juego que pudieses llevar aquí y allá, de partidas cortas y lo suficientemente atractivo para ganar atención en las convenciones de juegos.
Garfield, que llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de crear algo en torno a las famosas cartas de béisbol coleccionables, unió las dos cosas que habían marcado su vida para dar forma a un nuevo juego. De las cartas coleccionables, los números y Dragones y Mazmorras, nacería Magic: The Gathering.
Sin embargo era un juego demasiado grande y ambicioso como para poder darle forma él solo, así que, utilizando a sus compañeros estudiantes con los que se estaba sacando el doctorado, creó una red de jugadores matemáticos para testear todo lo que creaba para Magic. Entre los testers, como suele ocurrir en todas las historias de amor, había alguien muy especial.
Una carta muy especial
Estamos en 1993, el año en el que Magic: The Gathering llegó al mercado cosechando un éxito sin precedentes y Garfield se ganó el título de doctor en matemáticas combinatorias. Pero también el año en el que, tras afianzar su relación con su novia entre Dragones, Mazmorras, números y cartas de Magic, decidió dar el paso y aprovechar ese gran año para pedirle matrimonio.
Ese mismo octubre, mientras aún trabajaba como profesor de matemáticas a la espera de poder dar el salto al mundo de los juegos al año siguiente, Richard se acercó al jefe de producción de Magic, David Howell, para hacerle una pregunta:
- “¿Puedes hacer una carta de Magic?”
- "No creo que Carta Mundi pueda encender fácilmente una imprenta del tamaño de una habitación para una simple carta. Incluso aunque hiciéramos una única sábana, ¿qué haríamos con las otras 120 cartas? ¿Qué quieres hacer?”
Garfield le había preguntado a su novia quién era su artista preferido de Magic y había acordado con él en secreto la creación de un arte muy especial. Quinton Hoover daría vida a la imagen de Proposal, la carta con la que Richard Garfield le pediría matrimonio a Lily Wu.
- "Está bien. No hay problema. Puedo crear la carta con el marco, los símbolos y todo, hacer una impresión y luego pegarla a una carta normal de Magic. Va a ser casi idéntica a una carta real".
Howell decidió hacer nueve cartas, no sólo una, porque en cualquier caso una de 8,5 por 11 era la sábana más pequeña que podía hacer, así que hizo más cartas por si fastidiaba algo en el proceso.
Y eso fue precisamente lo que ocurrió. Pegó una sábana de cartas de tierra básica sobre las cartas, un par salieron un poco movidas, y siete de ellas quedaron bastante bien. Eran un poco más brillantes que las cartas convencionales, pero seguro que darían el pego.
"No hay ninguna carta blanca que puedas sacar para ganar"
La idea de Garfield era aprovechar Acción de Gracias para hacer el regalo y, un día antes de que él y su novia se marchasen de viaje, Howell entregó la famosa carta. El plan era jugar contra Lily y sacar la carta, así que como era una carta blanca decidió crear un mazo de ese color para tener más posibilidades de jugarla.
Y así se plantó ante su novia, pero Lily Wu conocía el juego a la perfección porque había estado entre aquellos primeros testers, así que mientras Garfield batallaba por robar la ansiada carta, ella le fue ganando una partida tras otra hasta que, al llevar tres victorias y ver muy clara la cuarta, le pidió si quería abandonar y darle la victoria también en esa partida. Él, como era de esperar, se negó.
- "Ambos sabemos que no hay ninguna carta blanca que puedas sacar para ganar".
Pero había una carta especial, y poco después de aquella frase pudo sacarla para demostrar que sí podía hacerle ganar el juego. Solo que no de la forma que Lily esperaba. Aquella carta se llamaba Proposal (la proposición), y además de gozar de una ilustración de Quinton Hoover, su cuadro de texto rezaba:
“Permite a Richard proponerle matrimonio a Lily. Si la propuesta es aceptada, ambos jugadores ganan; mezcla las cartas en juego, ambas librerías y ambos cementerios como un mazo conjunto”.
Proposal sólo se usó una vez, Lily y Richard se casaron poco después de aquello y la baraja creada en ese momento aún permanece intacta. Respecto a las cartas restantes, todas se entregaron en secreto a compañeros y amigos con la promesa de no revelar nunca el arte de la misma, convirtiéndola así en la carta más especial y rara de Magic. Debido a ello, esta es la única imagen que, aparentemente, nos da a conocer cómo era.
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