Era lo último que me quedaba por ver y probar de Skull & Bones antes de, más allá del análisis, decidir si mi ilusión y esperanza respecto al juego era o no acertada. Ver hasta dónde llega su endgame, cuáles son sus posibilidades, y hasta qué punto Ubisoft era capaz de estirar el chicle, estaba destinado a ser el último rayo de esperanza del juego o, por contra, su último clavo en el ataúd.
Pelear contra barcos fantasmales y bestias gigantes en compañía de otros jugadores esperaba que fuera el peso que terminase de declinar la balanza hacia uno u otro lado, pero me temo que, pese a estar cerca de cuatro horas pasándomelo en grande mientras reventábamos barcos enemigos, no se ha movido del sitio.
¿Divertido? No lo dudes
Con una demo que ha estado lo más alejada posible de la tierra firme que tanto me hizo titubear en mis últimas impresiones, lo que he podido disfrutar es el componente más cabra de un juego que, por encima de todo su crafteo, obtención de recursos y trama política pirata, pide a gritos echarte a la mar y empezar a pegar cañonazos como un demente.
Que terminásemos la partida persiguiendo enemistarnos con otras facciones enemigas para que subiese nuestro nivel de amenaza, algo así como las estrellas de la policía en un GTA pero cambiadas por calaveras y con varias facciones de policía distintos a los que enfrentarte, da buena cuenta de que hay cero reproches en lo que respecta a la acción al bordo del barco.
Otro buen ejemplo es la batalla contra el barco protagonista de esta nueva temporada, un pirata apodado La Peste por tener pinta de zombie y atacar con veneno, y un monstruo marino traicionero capaz de sumergirse bajo tu barco y salir a flote con la boca abierta partiéndote el casco en dos.
En prepararte específicamente para esos combates, en dominar las armas que debes utilizar contra ellos, y en la satisfacción de aprenderte sus ataques y saber esquivarlos entre olas gigantes mientras revientas sus puntos débiles a base de torpedos y morteros, está la gran baza de un Skull & Bones que, cuando quiere ser trepidante y divertido, demuestra saberse la lección de pe a pa.
El gran problema de Skull & Bones
El problema, como venimos acusando casi desde el principio, está en realidad en todo lo demás. En que una vez superados sus mejores retos lo que te queda es seguir grindeando a la espera de una nueva temporada y desafío, porque el resto de opciones disponibles, desde el “ve allí y mata a ese” hasta el “defiende la zona mientras vienen enemigos”, tienen las patas muy cortas.
Está el PvPvE como último reclamo. El darte de cañonazos contra la máquina, con amigos, y contra otros jugadores, en zonas lo suficientemente ajustadas para que eso se convierta en un festival de explosiones, pero después de una tarde echándote unas risas con quienes consigas convencer para dar el paso, desconozco hasta qué punto querrás volver.
Con cuatro temporadas para lo que queda de año, con sus correspondientes nuevos retos y sorpresas, deduzco que la espera entre una y otra será lo suficientemente holgada para que hasta el más entusiasta con el juego termine de perder las ganas. Algo que sólo un pase de batalla perfecto, el pináculo del engagement, podría poder mitigar.
De ser Skull & Bones un juego con campaña y ya, sin aspirar a ser un juego como servicio que se mantenga en el tiempo, y con todos esos enemigos y secretos formando parte de la experiencia principal, pongo la mano en el fuego que las sensaciones y el ánimo que a día de hoy transmite el juego de Ubisoft serían completamente distintas. Yo estaría aún más seguro de lo mucho que puedo llegar a disfrutarlo, y probablemente vosotros terminaríais de mirarlo con otros ojos. Pero por suerte o por desgracia, es el multiverso que nos ha tocado vivir.
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