Reconozco que me dejaría en muy mal lugar poner encima de la mesa la cantidad de horas que he pasado frente a la pantalla de la televisión disfrutando de Hardcore Pawn -Empeños a lo bestia, por estos lares-. El docureality se convirtió en una de mis grandes obsesiones antes de abandonar por completo la caja tonta, más incluso que un formato mucho más reconocido como el de La casa de empeños de Rick Harrison.
Más allá de las peleas fingidas o los conflictos internos absolutamente artificiales, existía una figura que se alzaba sobre todo lo demás: Les Gold. Propietario de American Jewelry and Loan, el carismático prestamista lucía gomina en su escasa cabellera, bigote inconfundible, joyas por doquier y una actitud fabricada en la universidad de la vida. Imposible no tenerlo como referente y adorar cada aparición de su figura, por lo que ya sabía en quién fijarme cuando comencé mi partida a Storage Hunter Simulator.
La obra de Raccoons Studio es el sueño de todo amante de aquel tipo de programa, pues permite dirigir nuestra propia casa de empeños, abrir garajes para descubrir sus tesoros y amasar una fortuna digna del Tío Gilito. Lo que no puedo negar es que mis expectativas acerca del proyecto eran muy modestas, pues un Early Access sobre un género de nicho no suponen las mejores credenciales para introducirse en su mundo.
Sin embargo, el tiempo pasaba sin que me fijase en ningún momento en el reloj y la única cifra que veía avanzar era la de mi cuenta bancaria. No tiene absolutamente ningún misterio el ciclo de juego de Storage Hunter Simulator, pues todo consiste en aprovechar el día para desvalijar cuanto trasteros se abra a la subasta. Al más puro estilo de ¿Quién da más?, toca conducir hasta los diferentes lugares donde se concentran los cazatesoros y pelear en pujas realmente sencillas.
Es prácticamente imposible que hacerse con los artículos de un garaje no salga a cuenta, pero el verdadero reto consiste en catalogarlos, restaurarlos y transportarlos hasta el punto de venta. Al principio comencé con una tartana lamentable, para la cual ya suponía un gran esfuerzo ponerse en marcha, así que los objetivos comenzaron a ser claros: un mejor vehículo, tener mi propio negocio y mejorar las prestaciones a la hora de valorar los objetos.
Y no es que sean minucias cualesquiera, qué va. Storage Hunter Simulator te permite encontrar desde una cinta americana hasta una pierna biónica que firmaría cualquier matasanos de Cyberpunk 2077. Al igual que sucedía en La casa de empeños, tocará acudir a los diferentes establecimientos de expertos para reclamar su ayuda, pues solo ellos pueden asegurar que ese cuadro se puede vender por una fortuna.
Además, hay que sumar el hecho de que existen cofres con Dios sabe qué clase de increíbles hallazgos en su interior, aunque normalmente el chasco es proporcional al enorme tiempo que hay que esperar hasta que la dichosa caja sea abierta. En cualquier caso, jamás he perdido una subasta que se me ha puesto por delante, y no ha quedado ni un solo producto por vender. Literalmente he convertido toda la basura que algún desgraciado olvidó en un trastero en una fortuna que ni en sus sueños más adinerados podría imaginar.
Tras amasar una modesta cantidad de dólares, llegó el momento de comprar la casa de empeños del primer pueblo que aloja Storage Hunter Simulator. Se agradece mucho el detalle de que el avatar del empleado que tengo contratado sea una referencia a Big Hoss de La casa de empeños, pero hasta ahí llegan los homenajes. No hay ni un solo día desperdiciado, más allá de los tramos en los que debo acudir al pueblo más alejado de mi casa.
La distancia, en términos de escenario, es sideral y con un montón de chatarra que comienza a pedir clemencia en cuanto llega a los 60 km/h, es complicado sacarle jugo a las visitas a la zona más rica. Una pequeña ciudad con todas las comodidades, la mayoría de los expertos, mansiones y los garajes más acaudalados de todos son los atractivos para acudir, pero esa época todavía queda lejos.
Si algo aprendí de Les es que hay que regatear hasta la extenuación, así que, tras mejorar al máximo las prestaciones de mi casa de empeños, toca cumplir con el papel de dueño agradable. El objetivo perverso es desplumar a cualquier incauto que quiera hacerse desde con un piano hasta una llave inglesa, junto al hecho de que puedo ventilarles un 20% más por cada artículo que corresponda a las tres categorías en las que me he especializado.
Puedo decir con orgullo que la caja sumaba beneficios diarios de 5.000 o más dólares, lo cual es una cantidad muy importante para la economía que maneja Storage Hunter Simulator. Desde la desarrolladora no se han complicado y permiten que se pueda crecer sin demasiados obstáculos, a poco que tengas la suficiente cabeza para invertir. Ya me encuentro en un punto en el que me compro una casa nueva, más céntrica y anexa a los garajes principales, junto a una buena Pickup que alcanza unos placenteros 130 km/h.
El aporte cómico del título ha llegado gracias a que el sistema de físicas está completamente roto, por lo que los transportes pueden resultar en que salgan todos los artículos despedidos por el aire. Además, hay que sumar el hecho de que los coches no varían el rumbo ni un milímetro, por lo que ya os podéis imaginar lo que sucede durante los choques. Con todo, el verdadero desembolso llega con incrementar las habilidades de mi personaje.
Cuanto mejor sea el estado de un producto, más se pagará por él, del mismo modo que no perderé ni un segundo en que los expertos cataloguen si yo mismo me encargo de hacerlo. He invertido una buena fortuna, más de 20.000 dólares en contar con aparatos que cumplan con ambas funciones, por lo que ahora todo se reduce en bañarme en billetes. No posee demasiado contenido Storage Hunter Simulator y los motivos para continuar la aventura se reducen a conseguir el nivel 50 de reputación en los diferentes distritos.
Evidentemente, llega un momento en el que la variedad de artículos que puedes encontrarte disminuye, pero insisto en la idea de que el bucle de enriquecimiento es demasiado magnético. No me extraña que Les Gold se convirtiese en una de las personas más boyantes de todo Detroit, porque yo he hecho de dos puebluchos mi campo de juego.
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