Acción FPS, exploración en un mundo submarino, combates a base de misiles y contramedidas pero también de escopetazos a un metro de la cara, una distopía futurista cyberpunk y animales gigantes. Aquanox Deep Descent tiene todo lo que me gusta en un videojuego.
Demonios, si hasta te permite contar con distintas naves submarinas y modificarlas a tu antojo para personalizar sus opciones de ataque gracias a un sistema de looteo con tintes de gestión de recursos y materiales. ¿Dónde está entonces el problema?
La dificultad de entender tus puntos fuertes
El problema de Aquanox Deep Descent es que se centra en todo aquello que podría rodearlo de cierto misticismo y fan de nicho, su trama distópica, dejando de lado en muchas ocasiones lo que realmente le hace brillar, los combates submarinos.
Para aquellos que no lo conozcan, Aquanox Deep Descent nace con la promesa de revivir una saga con casi 25 años a sus espaldas. Una franquicia alemana que gozó de la suficiente popularidad para venderse como reclamo de nuevas tarjetas gráficas.
Ahora, pese a haber servido como abanderado del trabajo con Unreal Engine 3 de la reconvertida Nordic Games en la Gamescom de 2014, el juego que salvó su desarrollo en Kickstarter está lejos de ser un adalid del poderío gráfico.
Lo que le quedan son sus buenas intenciones y, aunque innegablemente están ahí, hay esfuerzos en más sitios de los que aparentemente puede controlar. Si todos se centrasen en la exploración y el combate, estaríamos ante un auténtico juegazo.
Por contra Aquanox Deep Descent parece querer hacer de su historia su mejor baza y, con ello acaba, torpedeando la jugabilidad al convertir la propuesta en una colección de recados que te tienen más tiempo yendo de aquí para allá que reventando submarinos y tiburones mutantes.
Mucho por ofrecer
La cosa no empieza mal, un futuro en el que la humanidad se ha tenido que refugiar bajo el mar y que utiliza portales a lo Mass Effect para navegar entre un océano y otro. Las conversaciones que hay entre combates amenizan los paseos y son interesantes, pero al llegar a la base te obliga a pasar por unos tochos de texto que se hacen muy cuesta arriba y te sacan completamente de la acción.
Es en esos puntos donde podrás mejorar tu submarino con los objetos que hayas ido recogiendo de las profundidades. Un sistema de looteo que no sería gran cosa de no ser por lo mucho que apetece explorar los fondos submarinos de Aquanox Deep Descent.
Hay un trabajazo increíble en su diseño de niveles, con mundos enormes que ofrecen verticalidad en los combates y permiten reconducir la acción mientras escapas por túneles para crear trampas de minas y emboscadas al otro lado de la montaña.
Es una gozada que el sistema de munición, muy limitada y capaz de ponerte en aprietos si tienes el gatillo demasiado suelto, se encarga de convertir en reto pese a los pocos esfuerzos en crear una variedad de enemigos notable.
En cualquier caso podría tirarme horas pegando tiros de esa forma, una baza que el multijugador puede acabar salvando si goza de suficientes jugadores, pero la historia hace todo lo posible por frenar ese entusiasmo hasta el punto de hacer que me rinda.
El reto de reinventar el FPS
He perdido la cuenta de las veces que lo único que me pedía el juego era recorrer varios niveles estilo mundo abierto para ir de un portal a otro. Por el camino algún que otro enemigo y poco más, convirtiendo lo que en ciertas misiones es un festival de tiros, superando oleadas y defendiendo naves amigas, en un mero juego de recados.
Las pocas sorpresas que ofrece, desde un monstruo gigante hasta una oleada de medusas lo suficientemente pequeñas para ser acertadas al primer tiro, y en un escenario lo bastante estrecho para zafarse de ellas, no consiguen insuflarle la vida que pide a gritos en no pocas ocasiones.
De hecho hacen aún más patente que la conversación sobre Aquanox Deep Descent podría ser completamente distinta de haberse focalizado los esfuerzos en ese sentido. No le faltan las grandes ideas -como una luz capaz de guiarte cuando te pierdes dentro de sus laberínticas cuevas- pero decide mirar hacia otro lado más de lo que me habría gustado.
En cierto sentido me ha recordado a lo ocurrido con Disintegration, el juego con motos voladoras que también intentó darle una vuelta de tuerca al género del FPS hace poco. Ojalá ambos hubiesen tenido algo más de suerte tanto en su desarrollo como en el futuro que tienen por delante.
Veremos qué tal le va a Aquanox Deep Descent cuando llegue mañana a Steam y a PS4 y Xbox One a finales de año. Tal vez ahí tanto el multijugador como la posibilidad de jugarlo en cooperativo puedan ser un buen salvavidas.
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