No suelo ser una persona que pase por muchos mandos durante la vida útil de una consola. No tengo historias de pads reventados contra el suelo o problemas de rendimiento más allá de lo poco eficientes que suelen ser las baterías de terceros pasada una buena temporada. De hecho, el mayor dolor de cabeza reciente que he tenido con un pad es ver cómo las setas del Dualshock 4 se pelaban en los bordes.
Dicho esto, no puedo negar que acostumbrarse a lo bueno es bastante fácil y, tras pasarme media generación con un mando de muy buena calidad en las manos me es relativamente complejo pillar otro sin sentirme extraño. Quería comprobar si el Scuf Prestige aguantaba o no esa prueba.
La importancia (y capricho) de un buen mando
Con un precio de 159,95 euros, el Scuf Prestige lleva un paso más allá la moda de los mandos personalizables en la que me introdujo mi hermano hace ya unos años. Recuerdo que él, fanático del competitivo de Call of Duty y una auténtica máquina a los mandos, conseguía sacarle un rendimiento alucinante al hecho de contar con botones adicionales en la parte trasera de su mando personalizado.
Lo que entonces veía como una muestra más de lo loco que estaba, pronto se convirtió en una práctica que yo también empecé a abrazar, valorando lo útil que podía llegar a ser la idea y adaptándome a jugar de ese modo para prácticamente olvidarme del uso de los botones frontales.
Digamos que pasé de escéptico a firme defensor de este tipo de mandos, especialmente a un nivel de alto rendimiento pero también como una opción terriblemente cómoda en manos de un jugador cualquiera. Que este tipo de pads profesionales cuenten con otras características igual de suculentas es, además, una razón más para entender el desembolso que suponen.
Necesidad o capricho dependiendo de los ojos del que mire (y pese a ser defensor yo sigo apuntando a lo segundo), la clave está en discernir si el importe al que suelen ascender estos mandos está justificado o no. En el caso del Scuf Prestige, las ideas que aportan y el rendimiento ofrecido me invitan a decir que sí. Las sensaciones y el tacto no me lo dejan tan claro.
Bondades ocultas a simple vista
Sacarlo de la caja te hace creer que estás ante un mando de Xbox One normal. Sólo los analógicos y el logo de Scuf te sacan de la ilusión. Los botones son idénticos a los del mando normal y sólo una tímido grabado alrededor del pad direccional dejan entrever que estás ante otra cosa.
La parte trasera ya es otro cantar. Allí reposan las cuatro palancas configurables y las pestañas de limitación de los gatillos. Vamos por partes. A falta de una aplicación que haga ese trabajo, las palancas adicionales traseras se mapean con un imán que viene incluido con el mando. Con esta curiosa llave colocada en la parte trasera, sólo deberás pulsar la palanca que quieres usar, el botón que quieres configurar en esa palanca durante un par de segundos y, voilá, botón remapeado.
Las pestañas de limitación de los gatillos funcionan como en casi cualquier otro mando de este estilo. En su posición inicial dejan que el gatillo haga su recorrido completo, mientras que si cambias la pestaña sólo hará falta que llegue a mitad de recorrido para activar la acción que corresponda.
El giro más interesante del Scuf Prestige viene al permitir que, con una pequeña llave, puedas reducir aún más el recorrido de esa segunda opción. De hecho, puedes convertir los gatillos traseros en un botón que se pulse igual de rápido que lo hace uno de los bumpers. Una auténtica gozada.
Igual de satisfactorios son el resto de botones pero, por encima de todos ellos, los bumpers. Para mi sorpresa cuentan con un recorrido que me resulta más corto y cómodo que el del mando que, sin embargo, acaba dictando sentencia frente al Scuf Prestige. Puede que la diferencia de precio sea considerable hasta que la llegada de su segunda edición reduzca ese salto, pero incluso con eso en cuenta la calidad que desprende el mando Elite de Xbox One está muy por encima.
Materiales y sensaciones que no hacen honor a su nombre
Probablemente sea el uso de los materiales, abusando del plástico incluso para unas palancas traseras que parece dan miedo a ceder y romperse cuando vas a sacarlas. El tacto de los botones no acaba de ofrecer la sensación que debería aportar algo apodado prestigio, como tampoco lo hace la banda rugosa que monta en la parte trasera.
Puede que el hecho de estar acostumbrado al mando Elite marque muchísimo mi opinión respecto al Scuf Prestige y que a ojos y tacto de otra persona la sensación sea mucho mejor, pero no puedo evitar sentir que estoy varios escalones por debajo de lo ofrecido por Microsoft.
Lo que allí está imantado para encajar a la perfección aquí se convierten en botones extraíbles que quedan muy por debajo de lo que había imaginado. Que debas arrancar la carcasa (cosas de la personalización de colores) para extraer los joysticks y que sin embargo no puedas hacer lo propio con la cruceta, también me parece un paso atrás.
Cierta aspereza en las palmas de las manos provocadas por esa misma carcasa extraíble se suman a algunos problemas puntuales con la dirección en analógicos y cruceta, provocando que la dirección se quede atascada pese a estar el mando en punto muerto o pulsándose en otra dirección.
Esto último, a pesar de todo, han sido problemas puntuales que he resuelto al reiniciar y no es la primera vez que los sufro con un mando, incluso con el Elite, por lo que es fácil achacarlo a que es una unidad de prueba con muchas horas de juego y viajes a sus espaldas. Sea como sea, tampoco es la razón que me impulsaría a decidirme por un mando u otro.
Un pad interesante, pero no el más recomendable
Con el mercado a punto de revolucionarse con la llegada de un importante competidor, el Scuf Prestige es un mando que recomendaría en casos muy puntuales, siendo el hecho de no poder gastar ni un céntimo más el más importante de todos. Con una revisión de materiales, algo más de peso y una aplicación que permitiese remapear botones sin tener que recurrir a imanes, la situación sería bien distinta.
A pesar de todo sigue siendo una buena opción si quieres algo más que un simple mando compatible con PC y Xbox One, pero por muy odiosas que sean las comparativas creo que el hecho de tener un precio tan cercano al de la competencia le hace un flaco favor a la propuesta de Scuf.
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