Era el juego al que más ganas le tenía este verano y lo he disfrutado una barbaridad, pero Cult of the Lamb también ha sido uno de esos títulos que acaban sabiendo a poco. Los errores técnicos al jugarlo en Switch ha sido lo más negativamente destacable de una experiencia a la que, a fin de cuentas, lo único que puedo reprocharle es no haber tenido un puntito más de ambición.
Bajo el siempre agradecido amparo de Devolver Digital, Massive Monster entrega una fantástica mezcla de acción roguelike y diseño acogedor que, pese a sus muy buenas intenciones, no termina de brillar todo lo que nos habría gustado.
La mezcla de géneros de Cult of the Lamb
Si las vacaciones han conseguido que llegues de nuevas a Cult of the Lamb y no sepas nada sobre él, déjame que te resuma brevemente de qué va la historia. Tras ser sacrificado, una deidad encadenada en el más allá nos devuelve a la vida para que cumplamos una misión: terminar con el resto de dioses y crear una secta que garantice el retorno del dios encarcelado.
Lo primero se juega al más puro estilo roguelite. A través de mazmorras de cuatro temáticas distintas iremos aniquilando enemigos, derrotando jefes y recolectando recursos sobre los que cimentar el éxito de nuestro segundo objetivo.
A base de madera, piedras, dinero y florecillas deberemos dar forma a un poblado con camas, altares, granjas e iglesias en el que vivirán nuestros adeptos mientras trabajan para nosotros recolectando más recursos y brindando puntos de fe que nos permitan crecer tanto en la rama de gestión como en la de acción y mazmorras.
A cualquier fan de ambos géneros se le haría el culo pepsicola con algo así, pero en aquello de "el que mucho abarca poco aprieta" se pierde un Cult of the Lamb que, pese a sus giritos e ideas originales, nunca termina de brillar por completo en todo lo que se propone.
Notable como roguelike
Bajo la sencilla premisa de un ataque principal, un ataque especial y la clásica esquiva de rodar por el suelo, Cult of the Lamb monta unas mazmorras plagadas de enemigos a las que es difícil decir que no. Nunca es un juego demasiado complejo o lo bastante desafiante como para que no te apetezca echar una partida más y, en la necesidad de conseguir recursos y reventar jefes finales, monta un bucle la mar de divertido.
Avanzar en un sitio acaba comportando que lo hagas también en el otro, así que estar pendiente de ambas vertientes rápido se torna imprescindible. Luchar ahí fuera nos dará materiales, desbloqueará nuevas zonas en las que pescar o comprar, y permitirá que nuestra secta siga creciendo en adeptos.
En cambio, cuidarlos y darles cobijo y comida permitirá tener cada vez más fe, lo que se traducirá en mejoras para nuestro poblado y más opciones a la hora de luchar en las mazmorras. Armas de más categoría, poderes especiales y unas cartas del tarot que, a modo de perks, irán apareciendo de forma aleatoria en cada nueva run.
Pocas pegas puede haber aquí en cuanto a ritmo y diseño de escenarios y combates. Está francamente bien y con muy pocas variaciones de ataques y enemigos monta unos encuentros muy entretenidos.
Lástima que no brille igual en lo que a nuevas armas se refiere, con un hacha chetadísima, dos espadas que están bien y ya, y un martillo lo suficientemente lento para que cualquier encuentro se convierta en un absoluto sopor. Su aparición al principio de la mazmorra es aleatoria, así que buena suerte esquivando esa última opción.
Suficiente como Animal Crossing
Varios puntos por debajo está todo lo relacionado con el montaje de la secta a lo Animal Crossing. Su inicio es de lo más prometedor, pero se desinfla a rápido y pronto la mayoría de mejoras dejan de importar lo suficiente como para querer invertir ahí más tiempo de la cuenta.
Vital e ilusionante durante los primeros compases, al alcanzar el ecuador del juego empieza a repetirse en exceso por no conseguir que adeptos y estructuras consigan importarte más. La utilidad de la mayoría de edificios empieza a decaer, el crecimiento de la secta hace su cuidado más exigente y, pese a que agradecerías otras opciones para farmear materiales exclusivos, el juego se empeña en ir soltando mejoras de edificios que no podrían importarte menos en vez de seguir siendo lo más original posible.
Entre comidas con bufos, rituales destinados a acelerar acciones y pequeñas misiones que demandan los adeptos, la idea pasa de divertida a soportable mucho antes de lo que cualquier fan de construir casitas podría llegar a desear. Había hueco para mantener el listón igual de alto durante toda la partida a base de nuevos edificios y opciones, pero por alguna razón Cult of the Lamb decide decir basta.
No es que estés ante una mala experiencia, ojo, es que ves con facilidad hasta qué punto podría llegar a mejorar algo que cuyo último tramo parece a medio cocer. No lo hace menos disfrutable, pero sí lo deja en ese limbo en el que algo que te gusta es también capaz de decepcionarte un poco.
La opinión de VidaExtra
Ya sea por mera falta de ambición o porque a alguien se le acabaron las ideas, Cult of the Lamb es uno de esos juegos a los que es imposible no pedirle una segunda parte que amplíe y mejore todo lo que ha conseguido bordar. Se queda, mucho me temo, algo lejos del pelotazo que algunos esperábamos.
Que haya podido sorprender a base de combates divertidos y asequibles, y la siempre agradable práctica de dar de comer platos de caca a alguno de los adeptos que vaya de ofendido por la vida, es razón más que suficiente para darle una oportunidad, pero tal vez por eso nos duela especialmente que se haya quedado un escalón por debajo de lo que apuntaba a ser.
Cult of the Lamb
Plataformas | PS4, Xbox One, PC y Switch (versión analizada) |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Massive Monster |
Compañía | Devolver Digital |
Lanzamiento | 11 de agosto de 2022 |
Lo mejor
- Una mezcla de géneros muy original
- Los primeros compases a la hora de montar tu secta
- Acción bien medida y asequible
Lo peor
- La variedad de armas y nuevos edificios le hace flaquear
- Su último tramo se vuelve algo repetitivo
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