- ¿Quien se cree que es?, ¿Dios? (con acento ruso)
- Dios tendría piedad, Rambo no.
¿Para qué decir más? Esa frase puede resumir una de las mejores películas de la década dorada del cine de acción (los ochenta) 'Rambo III' y a su videojuego. En esta ocasión el ex-combatiente del Vietnam acude a Afganistán para rescatar al Coronel Trautman, secuestrado por rusos muy muy malos.
El héroe americano deberá ayudar a los oprimidos Afganos, en guerra contra Rusia y al mismo tiempo salvar a su "amado" coronel. Algunos de vosotros me llamaréis ventajista. Claro, he aprovechado el tirón que tiene Rambo ahora en los cines con la última entrega, para realizar este análisis de un título que de otra manera jamás hubiese sido analizado en VidaExtra. Pues os equivocáis, de ventajista nada, puesto que la nueva película de Rambo no tiene apenas tirón (éramos dos en la sala).
Es una lástima por que lo cierto es que nos muestra algunas de las escenas más demenciales y sangrientas que el ojo humano puede ver en un cine tradicional (no hablo de Darío Argento ni de Holocausto Canibal, que ya sé que os gusta más la sangre que a Jack Thompson la bíblia).
Pero empecemos el análisis de esta pequeña maravilla de perspectiva isométricamente falsa y pseudo cenital.
Rambo III nos llega a MegaDrive de la mano de Ocean y Taito. Se publica en el año 1988, acompañando el estreno de la película y nos pone en la piel de John Rambo. Durante seis misiones en las que recorreremos diversos parajes de Afganistán, controlaremos al soldado más mortífero del universo y daremos rienda suelta a nuestra violencia con armas de diversa índole, la ballesta de flecha incendiaria, el cuchillo o minas anti persona que explotan en menos de dos segundos. No os alarméis por que a la velocidad a la que se desarrolla el juego, dos segundos son una vida.
Gráficos.
Imaginad que sois un grafista de Taito. Os piden representar a uno de los actores más carismáticos que ha dado el cine de acción y os dan una cuadrícula de 128 pixels o menos. ¿Cómo lo haríais? Pues dibujando masas de color carne oye, que músculos ha de tener por un tubo. Las piernas ya no son tan necesarias, aquí lo importante son los brazos. Los brazos y la mata de pelo cruzada con una cinta, eso ha de estar. El resto pues que queréis que os diga, no se sabe si lleva un turmix a la espalda, o una ballesta.
Pero ¿qué mas da?
Rambo es reconocible y eso es más que suficiente. Los enemigos lucen diversos diseños, cuanto más verde oscuro llevan el traje, más malos y difíciles de matar son. Y algunos tiran morteros de mano que provocan explosiones, que sin ser un alarde de vistosidad, cumplen a la perfección el breve tiempo que salen en pantalla (recordad que aquí todo avanza a 15x).
Los escenarios son simplones, pero funcionales. No es este un juego que aporte virguerias al asunto, se limita a cumplir. Una textura que se repite a la saciedad en el fondo, una perspectiva isométrica un tanto forzada, detalles como vegetación, torres enemigas, trincheras, muros, celdas...en definitiva un claro exponente de juego de 16 bits de las primeras generaciones.
Y ahora viene el plato fuerte. Casi avanzando a su época, el juego nos plantea diversos retos como final bosses tras cada misión normal. En estos retos el aspecto y control de juego cambia, y debemos controlar a Rambo (que ahora está de espaldas a nosotros) como si de un shooter se tratase. Señores, lo digo en serio aquí sólo falta el Wii Mando para estar ante un mini-juego casual diseñado para Wii. Magistral.
Magistral es ver a Rambo por primera vez tan cerca, magistral es ver como desenfunda su ballesta y derriba a un helicóptero o un tanque.
Música.
Aquí no puedo ser tan permisivo, ni los años que pesan en mis ajadas espaldas me van a dar el don de la benevolencia. No. La música es nula. Y más allá de que alguna vez escuchemos una melodía parecida a la banda sonora original de los productos cinematográficos, en lineas generales podríamos concluir que la música ambiental es mala. Mala malísima.
Unas notas que en ocasiones aparentan ser disonantes, se mezclan con silencios prologados, otras notas, en definitiva, puede que nos encontremos ante una de las composiciones de música dadaista más cañeras que han pasado por el circuito artístico. Lástima que esto es el mundo del videojuego 16bits y estamos hablando del Señor Goldsmith. Así que las iniciativas artístico-musicales deberían quedar aparcadas. Vamos, que lo podían haber currado más y mejor. Los Fx son directamente correctos, como casi todo.
Jugabilidad.
Y es aquí cuando llega el plato fuerte del juego. Se trata de tan sólo seis misiones y están configuradas como un verdadero arcade (no es de extrañar puesto que se basa en uno). Así que como podréis imaginar la acción es trepidante, Rambo muere enseguida (parece mentira que alguien tan bestia como él en la película, aquí sólo aguante tres toques) y la inteligencia artificial de los enemigos es nula o limitada.
Se dedican a dispararte cuando entran en tu radio de acción y a perseguirte durante un trozo de escenario. Imaginaos que apareces por una esquina, encuentras a un soldado ruso que piensa "es Rrrrambo, matarr matarr matarr", así que se dirige a por ti disparando. Si Rambo vuelve sobre sus pasos y toma la esquina por la que había venido, el enemigo lo pierde. "¿Donde irrr soldado amerrricano? Mi no entenderrr, si iguales son!". ¿Pero que le vamos a pedir a un juego como este? pues que hayan sprites suceptibles de ser abatidos, como si fuesen troncos de alcornoque armados, oiga.
Rambo dispone de tres armas (cuando uno es Rambo con una sola basta), que se distribuyen en: su ballesta, sus bombas temporizadas y su cuchillo (luego consigue hacerse con una metralleta). El videojuego propone un planteamiento tal, que cualquiera de las armas puede servirte para cualquier situación. De acuerdo que hay veces en las que necesitas poner bombas para destruir determinado obstáculo, pero creedme si os digo que el juego se puede pasar a cuchillo. Pero sin ningún tipo de cuidado ¿eh? Simplemente andando y rajando a todo hijo de ruso que aparezca. Demencialmente real (en el universo Rambo, claro).
Lo cierto es que pese al elevado nivel de dificultad que posee el título en cuestión, dan ganas de jugar una y otra partida. Todo es inmediato y rápido en este juego. Empiezas, lo intentas y te matan. Volver. Empiezas, lo intentas y casi te lo pasas pero te acaban matando. Volver. Empiezas, lo intentas y te lo pasas. Siguiente misión. Y así hasta seis.
Resumiendo, un arcade simplón pero efectivo que cumple su sencillo cometido de entretener un ratito y de ver como Rambo es capaz de exterminar él sólo a un ejército entero. Como en las pelis, vamos.
Recomendado a mitómanos y al otro chico que estaba viendo la película de John Rambo en la misma sala que yo. Somos pocos pero ganaremos esta guerra, si te gustó la película, el videojuego... bueno, se deja jugar.
No recomendado a toda la plantilla de Blogdecine, a los fans del cine de Isabel Coixet y al resto de editores de VidaExtra que no tuvieron "agallas" de venir al estreno.
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