Los juegos de hoy no son como los de hace tres o cuatro décadas. Quizás se haya dado un salto alucinante en el apartado visual y haya más recursos a los mandos, pero en el camino el incremento de los costes y la búsqueda del éxito ha derivado en una situación incómoda: es más seguro aferrarse a fórmulas precocinadas que innovar. Algo que se puede ver en las nuevas franquicias, pero también afecta a las sagas de culto como Final Fantasy. Su creador, Hironobu Sakaguchi, lo sabe muy bien.
En un reciente programa de radio para la J-Wave Tokyo, el M.A.A.D Spin, los creadores de las sagas hoy hermanadas pero originalmente rivales Final Fantasy y Dragon Quest se sentaron a conversar durante más de una hora de su legado. Por un lado, con la visión de un Hironobu Sakaguchi que decidió apartarse de la saga de Squaresoft tras la novena entrega (su favorita, según dice) mientras que por otro tenemos a Yuji Horii, quien ha seguido asociado a su saga y continúa trabajando en Dragon Quest XII.
Como es natural, ambos creativos japoneses hablaron de su rivalidad y las enormes diferencias que hay entre sus sagas. Pero también contemplaron el actual panorama para con los más recientes y futuros juegos de Final Fantasy y Dragon Quest. ¿Se ha perdido la magia por el camino? No exactamente.
Según se ha traducido desde la cuenta de Genki_JPN en X, para Sakaguchi el problema tanto con Final Fantasy como con Dragon Quest es que ambos ya cuentan de antemano con demasiadas expectativas por parte de los jugadores, quienes prefieren que continúen sin cambiar. Lógicamente, esto se traduce en que en muchos aspectos se acabe tomando esa dirección para evitar riesgos.
¿Qué implica esto? Básicamente en una de cal y otra de arena. Según Sakaguchi (y la traducción de Genki) no hay problema en que ambas sagas de JRPG sigan como están para jugadores con nostalgia, quienes prefieren que todo siga como está. Sin embargo, si sus creadores no pueden ir en otras direcciones es algo que acaba siendo un problema, lo cual hace que no pueden utilizar recursos en nuevas ideas o asumir riesgos. En consecuencia, y según el creativo, si esto continúa así, la gente se cansará de ellos.
El presente y el futuro de las dos mayores sagas de JRPG
Sakaguchi ve más allá de su propia saga y amplía la perspectiva indicando que uno de los grandes problemas de la industria de los videojuegos es que muchos de los recursos se centran de manera específica en que series como estas continúen en lugar de utilizarse en nuevas ideas o en crear otros juegos. Y no lo vamos a negar, quitando excepciones, en cuestión de cantidad los juegos más esperados de cada año de un tiempo a esta parte no son nuevas propuestas, sino secuelas o remakes.
Actualmente, la saga Final Fantasy experimenta etapas curiosas. Podemos considerar las últimas entregas más próximas a los juegos de Action RPGs que a los títulos originales, pero al final se acaban viendo en el espejo de otros títulos contemporáneos similares. Por otro lado, la séptima entrega sigue siendo explorada a través de remakes e ideas en las que se busca contentar constantemente a los fans de Cloud, Tiffa y Aerith. ¿Eso es bueno o malo? En cualquier caso, desde Bloomberg adelantaron que se pese a ser uno de los videojuegos más vendidos de 2024, no llegó al Top 10 de la saga.
Square Enix amplía la horquilla a través de toda clase spin-offs y sub sagas, que conste: en Dragon Quest tenemos desde builders a dos entregas que apuesta por el Musou. Sin embargo, viendo la evolución de ésta última muchos damos por hecho que la próxima entrega no se separará demasiado de la última publicada. Quizás no sea así.
Sakaguchi lo tiene claro: renovarse o morir. El futuro del JRPG pasa por recuperar la esencia de los clásicos y adaptarla a los nuevos jugadores, incluso si eso supone ahondar en nuevas direcciones. No artísticas o de jugabilidad, sino en el modo en el que se logra transmitir la sensación de experimentar una gran aventura y, en el proceso, salvar el mundo de una catástrofe. El otro objetivo, el que mantiene vivas ambas sagas de culto, es mucho menos romántico: lograr vender más copias. Y para eso toca hacer concesiones y aferrarse a lo que se funciona.
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