Nunca tuve nada en contra de Jackie Welles. De hecho, me caía hasta bien y eso era lo que más me preocupaba de que me cubriese las espaldas en todo momento. Desde que apareció por primera vez en Cyberpunk 2077 me sorprendió y agradó esa camaradería tan extrema que mostraba hacia V. Ese era el principal obstáculo para matarle.
La traición se paga cara
Desde el primer momento que me adentré en Night City como un Corpo lo dejé claro: no pienso permitir que nada ni nadie se interponga en mi camino. Me da igual cuántas leyes éticas, normas morales o reglamentos de circulación tendré que violar para llegar a mi objetivo de reinar en la distopía, pero lo haré. Y para ello hay que atacar al cuello de los peces gordos.
Uno de ellos es Dexter DeShawn, el tipo que me contrata para hacer el trabajo de recuperar el Relic para Evelyn, la dueña y señora del Lizzie's. Si quiero marcar territorio hay que ir a por el tipo del brazo mecánico y Evelyn me lanza el anzuelo que muerdo con gusto. Una propuesta para apuñalar a Dex por la espalda es todo el reclamo que necesito y además cuenta con Judy. La experta en neurodanza me vuela la cabeza con su demostración de un modo detective a lo Batman que parece de otro universo. Lástima que semejante talento esté desperciándose en productos porno.
Sin embargo, hay que andar con pies de plomo. Una llamadita de Meredith Stout de Militech me tienta para que traicione tanto a Dex como a Evelyn y así poder enmendar la metedura de pata con el robo que les colaron los Maesltrom. No digo que vaya a aceptar, pero no pierdo nada por escuchar la oferta. Me reuno en un canal y me parece tentador lo que pone encima de la mesa, aunque tampoco soy imbécil. ¿Una tarjeta de crédito infinita que rastrea mis movimientos? Ahí te quedas Stout, haz que el chivato de Gilchrist sea el que te eche un cable.
La verdad es que no me hubiese venido nada mal esa pasta justo después. Voy a recoger el Cabezaplana que necesito para colarnos en la habitación de Yorinobu Arasaka, pero Royce tiene otros planes. Brick le había pagado y este líder enajenado no ve ningún motivo por el que no puede encañonarme para pedir exactamente el mismo dinero de nuevo. No tener 10.000 eurodólares termina con una bala en mi cabeza.
En mi política inalterable de no violencia a menos que sea tremendamente imprescindible, decido que hay que cargar partida antes de iniciar la misión. Me alejó del punto de reunión con Jackie y hago uno de esos encargos que tiene Regina desperdigados por Night City. Rescatar a una tal Lucy Thackery, una muchacha que compró la libertad de su hermano a los Maelstrom, pero ahora está esclavizada en una clínica de reparaciones de ciberware en Longshore Norte.
En modo sigilo soy una fiera, he de decir. Puedo hackear cámaras a distancia, abrir puertas en un santiamén y ser una sombra para los Maelstrom que custodian el lugar. Lo que no puedo hackear es la mente de Thackery, que no solo está secuestrada por estos enanos mentales, sino que aún por encima decide apiadarse de uno de ellos. Que le ayude a socorrer a un Malestrom, lo que me faltaba y aún por encima la desagradecida me lo echa en cara. Es en ese momento cuando me doy cuenta de una inusual habilidad que poseo: no escucho absolutamente nada mientras estoy contando pasta de una recompensa.
El desastre del Konpeki Plaza
Tras pagar a Royce vuelvo a recibir la misma advertencia. Debo mandar a Dex al carajo y la frase textual es que me saque "la polla de Dex de la boca". Blanco y en botella. Ojo, nada más salir de la guarida de los Maelstrom aparece una división de Militech siendo capitaneada por... ¿Gilchrist? ¿El maldito soplón al que Stout había acusado y que tenía más moratones que dientes? El mismo. No es que se explaye demasiado, pero ahora parece haberse confirmado que él no era el topo que filtró la información del envío del Cabezaplana. Y de Stout no sé nada, seguramente esté muerta en una cuneta.
Siguiente punto de reunión: Afterlife, el garito de las leyendas y una antigua morgue reconstruida para la ocasión. Jackie me espera fuera y mientras nos tomamos unos tragos con la camarera, charlando sobre cómo será su bebida póstuma en el local, comienzo a pensar. CD Projekt RED debe haber incluido algún tipo de decisión que me pondrá entre la espada y la pared respecto a Jackie. A pesar de todo, él es la única persona con la que dudaría cambiar mi política indiscriminada.
Si dura demasiado en Cyberpunk 2077, terminaré cogiéndole cariño y no quiero. Sin embargo, salir a pelear a las calles sin una mano derecha no es la mejor de las situaciones. Mi parte racional me dice que apriete el gatillo cuando haga falta y la sensible todavía está intentando averiguar qué siente. Le importa un pimiento eso a Dex y a T-Bug, que nos explican el plan para recuperar el Relic. En esa misma conversación en el reservado del Afterlife no dudo ni por un segundo en mentirle a Dex sobre las intenciones de Evelyn.
La llegada al Konpeki Plaza es como una vuelta a casa. Demuestro mis dotes de Corpo asegurando sin piedad que soy un traficante de armas, así que nadie me toque las narices. Solo arqueo una ceja cuando me encuentro a Hideo Kojima tomándose unos daiquiris en el bar, pero no es momento para charlar sobre Silent Hill. Hay una misión que cumplir.
La parte del Cabezaplana me gusta, es sobre raíles y termina con nosotros entrando en la habitación de Yorinobu. Pan comido hasta que el dichos crío mimado de los Arasaka aparece y tiene una reunión con Saburo. Ese señor tiene más de 150 años, es imposible que esté vivo. De hecho, deja de estarlo unos minutos después en un arrebato de furia del hijo y Jackie y yo somos los únicos que lo hemos visto.
Intentando escapar del apartamento nos topamos con Militech, alcanzan a Jackie y me fastidia escoger la opción en la que le reprocho su actitud positiva. Demonios, no debería ser así, no con él. El Relic comienza a entrar en estado crítico y Jackie se lo mete en la cabeza para conservarlo, pero no llega muy lejos. Llegamos al coche que habíamos alquilado, Jackie me ofrece el Relic y muere. Estoy... un poco triste, la verdad, pero al mismo tiempo aliviado.
Cyberpunk 2077 ha hecho el trabajo sucio que yo nunca sabré si hubiese podido hacer. Ya no tengo ningún lazo al que aferrarme, ninguna relación que sostener. Los límites los marco yo, no la gente que me rodea. Una vez muerto, sí que respeto sus deseos y envío el cuerpo a su familia. Quedo con Dexter en un motel mugriento y hace lo que me podía imaginar: me traiciona. Dios sabe cómo he sobrevivido al disparo que me ha enchufado, pero ahora el bueno de Johnny Silverhand toma el control. Semejante tarado seguro que da juego en las próximas semanas.
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