Ya he comentado por aquí en más de una ocasión que yo y los bichos no somos grandes amigos. Pero que la mayoría de ellos me den auténtico pavor no significa que dejen de llamarme la atención. De hecho, algunas imágenes de bichos llevan acompañándome desde la infancia.
Acostumbrado a ver hormigas y cucarachas sosas y negras como el sobaco de un grillo, la idea de que todos los insectos fuesen de colores vivos y simpáticos como las mariposas, o como los que aparecían en el juego de El Rey León de Megadrive, era como un sueño de cara a superar mi repulsión hacia los bichos.
Ilusiones de un crío que se maravillaba con los colores y formas de bichos inventados y que hace unos días se topaba con esto la imagen superior. Un bicho, el precioso insecto Picasso, sospechosamente parecido al que se encontraba como bonus en el nido más alejado de la pantalla de los monos y las avestruces.
¿Y si todos aquellos bichos, que yo daba por falsos como un despliegue de imaginación de los artistas del juego, fuesen reales? Pues más o menos.
Un curioso paseo recopilando viejos sprites, escaneos con los manuales del juego de su versión extranjera, galerías de artistas de la fotografía como en la foto del insecto Picasso, y páginas de entomologíam para llegar hasta esto que tenéis sobre estas líneas.
La prueba de que mi yo del pasado no iba tan desencaminado y que, mejor aún, el trabajazo que se pegaban los desarrolladores de videojuegos ya en aquella época era sencillamente para enmarcar. Un chute de nostalgia que no podía dejar de compartir con los que también os criasteis con ese juego -y con los que no también-.
Ver 6 comentarios