Las primeras tomas de contacto en los videojuegos no siempre son representativas de lo que te acabas encontrando en la versión final. En el caso de Dragon Quest Treasures tuve la oportunidad de probar en septiembre una demo de unos 40 minutos para así hacerme una idea de lo que me iba a deparar este juego exclusivo de Nintendo Switch y lo cierto es que me dejó un poco frío.
Me quedé con ganas de ver más para hacerme una mejor idea de cómo iba a ser su jugabilidad exactamente, porque daba la impresión de que el título quería abarcar demasiado y no llegaba a mostrar perfectamente ninguna de sus cartas. No obstante, mis impresiones han cambiado un poco ahora que he podido probar algo más completo.
Tampoco es que haya podido ver esta nueva entrega en profundidad, pero al menos le he dedicado unas tres horas que me han servido para responder a algunas de las dudas que tenía y así convencerme más todavía, aunque al mismo tiempo han salido a relucir otros aspectos que no me han terminado de convencer demasiado. Por eso mismo voy a contaros todo lo que me ha gustado y lo que no tanto en estas nuevas impresiones.
Un mundo enorme y vivo para explorar
Ahora que he tenido más tiempo para jugar he podido superar el primer tramo del juego y así comprobar que el mundo en el que transcurre la historia está divivido en varias zonas en forma de islas flotantes. La pareja de protagonistas formada por Erik y Mía (sí, los mismos de Dragon Quest XI en versión de niños) viajará de un lado para otro buscando tesoros.
La primera zona que visité, más allá de la parte inicial, me condujo a una especie de explanada gigantesca que podía explorar a mi antojo, aunque por todas partes había enemigos y objetos para recolectar. Aun así, me ha fascinado lo coloridas que son todas las zonas y que ofrecen un alto nivel de exploración, ya sea para obtener más artículos, para localizar tesoros o para cumplir las misiones que sean encomendadas.
Además, los monstruos que se van sumando al equipo poco a poco tienen un gran función en el mapa y es que servirán para alcanzar lugares a los que no se puede acceder de otra forma. En este sentido, los limos nos mandarán por los aires para escalar por terrenos más elevados, aunque también habrá criaturas voladoras con las que podremos planear o incluso llegar más rápidamente a otros sitios con las corrientes de aire.
El poder reclutar monstruos como si fuesen Pokémon
Como mencionaba anteriormente, Erik y Mía no estarán solos, ya que en todo momento les acompañarán otros tres monstruos que serán controlados por la inteligencia artificial y que nos ayudarán en todo momento en los combates y en la exploración. En algunos momentos incluso me he acordado de Pokémon por la forma de hacer que se vuelvan más amigables, porque aquí en vez de arrojarles una Poké Ball les lanzas una piedra amistosa con el tirachinas para que se pongan de nuestro lado.
Hasta el momento me he topado con unos cuantos distintos que destacan por el hecho de que cada uno cuenta con sus propias características, habilidades especiales, fortalezas y debilidades. En resumidas cuentas, no serán simples monigotes, dado que habrá que pensar detenidamente el equipo que queremos formar para afrontar los futuros enfrentamientos.
Además, tampoco hay que olvidar que cada uno se ellos cumple con una función determinada en el escenario, así que también es buena idea llevar a ciertos monstruos dependiendo del destino de nuestro próximo objetivo. Por suerte no me he encontrado con la situación de que me el propio juego me obligue a prescindir de mis monstruos favoritos con tal de ir a cualquier parte, así que al menos eso es de agradecer.
La búsqueda de los tesoros
El nombre del juego se debe a que la única finalidad que tienen en su vida Erik y Mía es la de buscar tesoros de lo más preciados. De hecho, nuestros protagonistas dispondrán de una base en la que poder albergar todas las piezas que se vayan encontrando durante el viaje. Sin embargo, los únicos que he ido encontrando hasta ahora son los que la propia historia me ha ido indicando.
Aun así, me ha gustado la forma de dar con ellos. Si bien con los primeros solo le falta al juego el llevarte de la mano, para los siguientes sí que requiere algo más de exploración. Más que nada porque para localizarlos hace falta echar mano de una brújula que te va dando una idea del camino a seguir.
Asimismo, los monstruos que llevas de acompañantes mostrarán imágenes acerca del lugar en el que está enterrado el tesoro en cuestión, así que hay que echarle un buen vistazo a las capturas que nos dejan y compararlas con el propio terreno para encontrarlos. Lo único malo es que cuando estás demasiado cerca el suelo empieza a brillar excesivamente y eso le resta un poquito de misterio al lugar exacto en el que están ocultos.
Una dificultad muy baja
Desconozco si la finalidad de Square Enix era la de hacer que Dragon Quest Treasures fuese un juego muy familiar y para todo tipo de jugadores. Hasta el momento esa es la impresión que me ha generado porque al menos todo me ha parecido tremendamente sencillo, especialmente los combates.
En ningún momento me he visto en ningún aprieto y prácticamente podía dejar a los monstruos que se las apañaran ellos solos, porque lo cierto es que la inteligencia artificial es muy alta y nuestros aliados saben desenvolverse perfectamente ante cualquier encuentro. No os miento si en más de uno me podía haber quedado de brazos cruzados y dejarles a ellos que hiciesen el trabajo sucio.
A esto hay que sumar el hecho de que por todas partes hay hogueras en las que puedes descansar para recuperar los puntos de vida o magia, en el caso de que hiciese falta. Y esto no es como Dark Souls que al llegar a una de ellas se regenera todo lo que has derrotado, aunque también hay que decir que hay bastantes enemigos por todas partes, pudiendo pasar de ellos si queremos o por el contrario machacarlos para subir de nivel.
Falta de funciones en el sistema de combate
Aparte de la dificultad un tanto baja, otro aspecto que considero que se podría haber potenciado un poco más es la interactuación durante los combates. Porque vale que los monstruos son capaces de liquidar a todo lo que se les ponga por delante, pero hubiese preferido tener más posibilidades a la hora de participar en estas batallas en tiempo real.
Más que nada porque Erik y Mía lo único que hacen es rodar, dar golpes con una daga que llevan y decirles a sus compañeros monstruos que ataquen a alguien en concreto o se reagrupen, nada más. Como mucho se pueden utilizar ataques especiales recargando una barra de energía, pero a la larga parece una especie de musou por el hecho de pegar y pegar sin parar sin casi preocuparte por nada más.
Incluso he echado en falta una función de apuntar a un enemigo en concreto. En resumidas cuentas, temo que a la larga los combates se puedan volver aburridos, pero cruzo los dedos para que a la larga se desbloqueen más posibilidades. Desde luego me queda muchísimo camino por delante, así que quiero creer que Dragon Quest Treasures todavía no me ha dicho su última palabra. Espero...